Inicio » Predicas Cristianas » Perdidas Ganadoras

Perdidas Ganadoras

Sermones Cristianos

Sermones Cristianos predica de hoy: Pérdidas ganadoras

Predica cristiana lectura bíblica de hoy: Filipenses 3:4-8

INTRODUCCIÓN:

La iglesia de los corintios le dio muchos “dolores de cabeza” al apóstol Pablo. Tan serios llegaron a ser los conflictos que tuvo que dedicarles dos cartas, y algunos creen que pudo haber hasta una tercera que no se sabe qué paso con ella.

Había una división muy marcada en la iglesia, pues algunos seguían a Pablo, otros a Apolos, otros a Pedro y algunos seguían a Cristo. Esto hizo que en la iglesia apareciera el grupo de los cristianos carnales y los espirituales. Por otra parte había escandalosos pecados de inmoralidad. Tenían confusiones doctrinales, en especial sobre el asunto de la resurrección.

A este respecto Pablo tuvo que dedicar todo un capítulo para clarificarles su confusión. Pero además, tenían serios problemas sobre el uso de los dones espirituales, dándole más importante a unos que a otros, creando con esto ignorancia y descuido con el resto. Por esta razón Pablo escribió el capítulo 12 en su primera carta.

Y en ese texto aparece un versículo que debiera ser tomado en cuenta para el mensaje de hoy, cuando dijo: “Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino más excelente” (1 Cor. 12:31). ¿Cuál fue ese camino más excelente?

¿Sería la “preeminencia del amor” del capítulo 13? ¿Por qué Pablo habló tanto de la excelencia? ¿Por qué minimizó sus propios logros para hablarnos de la excelencia? Este es el hombre que tiene toda la autoridad para hablarnos del camino a la excelencia. Veamos, pues, en qué consiste.

I. EL CAMINO A LA EXCELENTE SE INICIA CUANDO DEJAMOS DE CONFIAR EN LA CARNE

a. Los logros de la procedencia (vers. 5a)

El linaje para mucha gente se convierte en una posición de orgullo. Por lo general el abolengo crea una división de clase y un supuesto “complejo de superioridad”. Pablo les recordó a los judaizantes quién era él. A los 8 días lo habían circuncidado de acuerdo a la exigencia de la ley.

Él no fue un prosélito circuncidado. Venía del linaje de Israel. Ni siquiera era de raza griega, la más nombrada de su tiempo. Además era de la tribu de Benjamín. La única que se mantuvo cuando Israel se dividió del resto de las demás tribus.

Fue esta la tribu que dio el primer rey a Israel, de donde procede su propio nombre de Saúl o Saulo.
Era un “hebreo de hebreo”. Esto es, judío de “pura sepa”. Judío de padre y madre. Estos logros podían ser motivos de jactancia y de gloria personal.

Pero Pablo llegó a ser un devoto de la excelencia. La vida que Dios espera de nosotros va más allá de nuestra procedencia. Hay algunos que piensan que pueden ser salvos por lo que han sido sus padres o abuelos. No es de dónde venimos sino hacia dónde nos dirigimos. Somos llamados para ir de lo mejor a lo excelente.

b. Los logros de la preparación (vers. 5b)

Pablo dice que en cuanto a la ley, él había llegado a ser fariseo. Los fariseos eran la secta judía más estricta que abogaba por un fiel cumplimiento y profundo apego a la ley. Era gente muy bien preparadas desde el punto de vista académico.

En el caso de Pablo, su preparación fue muy distinguida pues la hizo a los pies de Gamaliel, el más venerado maestro de su tiempo. Pablo consideraba que el ser fariseo le daba mucho más razones sobre sus acusadores.

El pudo con su carrera optar por una merecida jubilación, pero lo abandonó para retirarse en lugar de las “muchas moradas”. Hay en esto algo de suma importancia. Hay gente que menosprecia a Cristo porque consideran que sus logros académicos y hasta los culturales, están muy altos para identificarse con el “tal Jesús”, cuyos seguidores son personas de bajos niveles intelectuales.

Algunos consideran al evangelio la “religión de los analfabetos”. PE muchos “intelectuales”, Jesucristo comanda un grupo de seguidores de muy bajos recursos intelectuales. Pero esta actitud pudiera ser enemiga de lo que Dios tiene reservado para cada vida. El conocimiento de Cristo siempre será superior al que pueda adquirir por mis propios logros. Por algo nuestra fe ahora es apostólica.

c. Los logros de mi vida religiosa (vers. 6)

En cuanto al aspecto de su religión, Pablo dice que tenía un celo que lo llevó a perseguir a la iglesia por considerarla como una amenaza a su propia religión. Nadie pudo defender más su “fe” que aquel joven fariseo. Se había dedicado de tal manera a cumplir con las normas de su religión que en cuanto a la justicia que venía por la ley, llegó a ser “irreprensible”.

Eso significa que nadie lo podía tachar de haber incurrido en hechos contrarios a los establecidos por la ley. Era un verdadero “santo” de acuerdo a los parámetros de la ley. Se sabe que el logro de mi propia “fe” es el más serio obstáculo para conocer al verdadero Dios y con ello el camino hacia la excelencia.

¿Quién podía decir que Pablo no era un candidato de primer orden para ir al cielo? Pero cumplir la ley no es suficiente. Hay miles de personas que se jactan de sus logros religiosos, pero niegan, cual Pablo antiguo, a Jesús como el Mesías salvador. De modo, pues, que mis logros religiosos me pudieran llevarme a confiar en la carne. Es por esto que debemos transitar lo que Pablo también llama “el camino más excelente”.

II. EL CAMINO A LA EXCELENCIA AVANZA CUANDO PONEMOS A UN LADO NUESTRAS GANANCIAS HUMANAS

a. Lo que estimamos como ganancia (vers. 7a)

Al analizar el radicalismo de Saulo podemos ver que él tenía muchas fuentes de “ganancias”. ¿Qué había ganado? Había ganado fama, distinción y muchos honores alrededor de su nombre. Con relación al judaísmo había hecho grandes progresos como pocos de sus pares.

Había logrado una justicia legal en la cual nadie podía hallar ninguna falta. Su celo, su conocimiento y su moralidad eran del orden más elevado de su tiempo. Pablo tuvo que reconocer la importancia de estos logros antes que se encontrara con el Sumo bien de las ganancias.

Y es que es legítimo reconocer los éxitos que nos han producido las metas alcanzadas. Es legítimo aplaudir los logros de nuestros hijos, sean estos en el campo académico, económico y hasta familiar. Por supuesto que nos interesan las ganancias, sobre todo si ha habido legitimidad en alcanzarlas.

En la vida luchamos por alcanzar aquellas cosas a las que las ponemos en la lista de las ganancias. Sin embargo, cuando solo nos concentramos en lo que nos da ganancia, nuestra vista está corta, porque nuestro Señor quiere llevarnos más allá de esos logros. El camino de la excelencia nos plantea el reto de ir más allá de nuestros logros.

b. La importancia de las pérdidas (vers. 7b)

En lo que Pablo está afirmando pudiera haber un mundo de paradoja y de locura. ¿Cómo puede alguien hablar de pérdidas cuando ha logrado tan altas ganancias? ¿Cómo puede alguien tirar por la borda lo que tanto le ha costado alcanzar? ¿No son acaso los aplausos, las medallas, los trofeos, los diplomas lo que más se buscan? Pero cuando en la vida se plantea un cambio de perspectiva sobre lo que hasta ahora somos o tenemos, bien pudiera darse un rumbo distinto.

En el caso de Pablo, él usó la palabra “estimo como pérdida” cuando descubrió que había algo más grande y de mayor importancia que sus mismos logros. Es más, fue tal el descubriendo de algo más valioso para su vida, que al pensar en todas las cosas que lo habían hecho uno de los hombres más populares de Tarso, dice que ahora las tiene por “basura”.

La verdad de esta determinación es que en la vida cristiana debiéramos estar preparados para las renuncias si el camino que se nos abre la excelencia. Esto es importante decirlo porque llegar apreciar más nuestros logros, éxitos y aspiraciones, sin darle el lugar que tales cosas debieran tener en nuestras vidas, comparándolas con Cristo mismo, nos hará creyentes detenidos en el tiempo, pero lejos de llegar a la excelencia.

III. EL CAMINO A LA EXCELENCIA LLEGA A SU META CUANDO SE ALCANZA EL CONOMIMIENTO DE CRISTO

¿Por qué Pablo llegó a esta conclusión? ¿Por qué fue tan radical consigo mismo?

a. La excelencia del conocimiento de Cristo (vers. 8)

Cuando Pablo habla de sus ganancias, consideradas como pérdidas, es porque ahora posee un conocimiento mayor. Él descubrió que lo que ahora es ha tenido que ver “con la excelencia del conocimiento de Cristo”. El conocimiento de Cristo siempre tendrá que ser más excelente.

Es un conocimiento que excede a todos los demás. Pablo se refiere a un conocimiento a través de una relación. Es una intimidad con su Señor con quien podía hablar y ser dirigido en toda su vida. Y este es el conocimiento al que él nos pide que lleguemos. De nada sirven todos mis conocimientos si no conozco bien a Cristo.

De nada sirve que granjee todo el mundo, en búsqueda del conocimiento que han dejado los hombres, si no tengo el conocimiento de Cristo. Cuando conozco a Cristo, conozco la verdad, y esa verdad al final de hará libre. Conocer a Cristo es el tesoro más grande. Su palabra nos revela la excelencia de su conocimiento. Ningún otro conocimiento superará a este.

b. Ser hallado en él (vers. 9a)

La gente de su tiempo pudo hallar a Pablo como un fanático religioso capaz de perseguir a Cristo. Ahora él no quiere saber otra manera para ser hallado que no lo sea en Cristo. ¡Qué gran diferencia! ¿Cuál es el lugar donde un creyente debiera ser hallado?

Bueno, desde el punto de vista terrenal hay los lugares donde vivimos y nos movemos; pero desde el punto de vista espiritual, el creyente debe ser hallado en Cristo. Que cuando le busquen para algún trabajo grande o pequeño, le hallen en Cristo; que cuando Dios me busque me halle en Cristo; que cuando el diablo me busque me halle en Cristo; que cuando la tentación me busque me halle en Cristo.

Que cuando me busquen, me hallen en Cristo,; solo así me encontrarán como un auténtico cristiano. “Ser hallado en Cristo” es la meta más grande. Esto habla de excelencia.

c. Experimentar el poder de Su resurrección

Cuando Pablo habló de su pérdida por la ganancia de Cristo, quiso ir hasta lo máximo en esa ganancia. No se conformó solo con conocerle y ser hallado en él, sino que quiso ser uno con él en sus padecimientos, “llegando a ser semejante a él en su muerte”.

Pero sobre todo, Pablo quería vivir en el poder de la resurrección, aquello que llegó a ser la coronación de la vida de Cristo. La meta final del creyente es vivir en el poder de la resurrección. No es vivir bajo el poder de los temores, de los fracasos, de las tentaciones, de la incertidumbre.

Vivir bajo el poder de la resurrección es ser victoriosos sobre el pecado. La única manera de vivir una vida de santidad es vivir bajo el poder de la resurrección. Este es el punto donde debemos llegar. Esta es la cúspide en nuestra búsqueda de una vida de excelencia.

CONCLUSIÓN

La pregunta que surge de este tema es: ¿Qué es lo que tiene más importancia para nosotros? ¿Será el alcanzar una posición social más elevada, ganar mucho más dinero, buscar engrandecer la familia, hacerse de un nombre o tener fama?

Este texto nos muestra como ningún otro, que todas las cosas que pueda obtener en esta vida no serán nada si Cristo no lo es todo en la vida. Esa fue la experiencia de Pablo. Así que lo “mejor” que hallamos logrado no puede ser comparado sino logramos lo excelente.

Y lo excelente para el creyente seguirá siendo Cristo. Si no logramos eso, lo demás no tiene mucha importancia. ¿Qué es lo más importante en tu vida? ¿Es el conocimiento de Cristo lo más excelente en mi vida? Ninguna otra meta igualará a esta.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

Central de Sermones.. Sermones Cristianos

Deja un comentario