La soberanía de Dios

I. La soberanía de Dios es incomprensible a nuestros ojos (1:3)

¿por qué me haces ver iniquidad y haces que vea tanta maldad?

La semana anterior, reflexionábamos acerca de la bondad de Dios, decíamos que Asiria había conquistado Judá de forma violenta; sin embargo Dios a través de Nahum se mostró bondadoso.

Años más tarde (605-600 a.C.) Nabucodonosor, rey de Babilonia, había destruido a la cruel y beligerante Asiría, tomando su lugar como conquistador. Jerusalén no escapó ante la mirada de Nabucodonosor y decide saquearla y tomarla, desde luego de una manera violenta y destructiva.

Habacuc, posible habitante del reino del Sur de Israel, pide cuentas a Dios por sus actos, reclama en forma de preguntas ¿por qué? Por que la injusticia triunfa, por que no en lugar de castigar al opresor, solo lo reemplaza por otro pero cada vez.

Sentimientos de enojo, frustración e ilusiones rotas envuelven el corazón de Habacuc al cuestionar las decisiones de Dios. Los que conocemos a Dios nos gusta enfocar nuestros ojos más hacía el poder de Dios, nos agrada la idea de pertenecer a un Dios todopoderoso, todo, absolutamente todo lo puede.

Nos fijamos más es eso, sin pensar que dentro de los atributos del Señor la soberanía es algo que el ejerce con mayor frecuencia en nuestras vidas, y como Habacuc cuestionamos esa soberanía y dudamos de su poder.

Nuestras mente limitadas no alcanzan a comprender las decisiones de Dios, las cuestionamos, las reclamamos, las detestamos, pero pocas veces las aceptamos como parte del plan de Dios para nuestra vida y beneficio.

Israel desde su mismo origen había sido un pueblo dado a la infidelidad espiritual, iba en pos de otros dioses; cuando Moisés en manos de Dios los libera del yugo egipcio, los israelitas querían regresar y ser como las demás naciones de su alrededor, copiando sus costumbres, formas de gobierno y cultos religiosos; en lugar de que Jehová fuera su Señor, vez tras vez, Israel busca parecerse más a las naciones paganas de su tiempo. Dios como autoridad máxima del universo toma la mejor decisión, escarmentar a Israel a través de esas naciones que tanto admiraba, para que fuera burla y así sanar de su idolatría.

II. La soberanía de Dios nos hace vivir por fe (2:4b)

…más es justo por su fe vivirá

Paul Yonggy Cho, pastor de la iglesia cristiana más grande del mundo dice: “La mayoría de las personas solemos dejarnos mangonear por las circunstancias de la vida; pero con Cristo podemos vivir por encima y determinar las circunstancias de nuestra vida”.

Que afirmación más cierta, pues veíamos que los cuestionamientos y reclamos de Habacuc hacía Dios y sus decisiones nacían de lo que estaba viviendo y de lo que le rodeaba. Sus circunstancias determinaban los sentimientos y las acciones de Habacuc.

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