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Los buenos sufren, los malos prosperan

Predicas Cristianas

Predicas cristianas predica de hoy: Los buenos sufren, los malos prosperan 

Predicas cristianas lectura bíblica de hoy: Salmo 73

Introducción

En la Biblia encontramos biografías de hombres que a pesar de todas las dificultades que le rodeaban, se sobreponían y decidían honrar a Dios por encima de todas las circunstancias que enfrentaron.

La Biblia también recoge confesiones de hombres, que a pesar de ocupar puestos importantes en el servicio a Dios, atravesaron por momentos tan difíciles, que desearon cancelar su servicio a Dios, como los profetas Elías y Jeremías.

El levita Asaf, quien era uno de los músicos principales de David, líder de uno de sus coros levíticos (1Crónicas 6:39; 15:17; 16:5; 2 Crónicas 5:12), fue duramente probado cuando se puso a comparar la prosperidad de los malvados con el sufrimiento de los justos.

Partiendo de una experiencia de duras tentaciones y largas dudas, el salmista nos enseña que la fidelidad y la bondad de Dios no dependen de nosotros sino de Él. Que, a pesar de nuestra infidelidad, Dios permanece fiel.

El salmista declara: “Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón.” (Salmos 73:1). Reconoce que a pesar de que su fe se vio sacudida con la envidia y las dudas que le asaltaron, Dios sigue siendo bueno. No sólo para el pueblo de Israel, sino para todos los que le aman. Todos los limpios de corazón pueden tener la seguridad de que, cualesquiera sean las pruebas y tentaciones que sufran en esta vida, siempre verán el favor de Dios (Mateo 5:8).[1]

Tanto su experiencia como la de tantos otros personajes de la Biblia, y de la historia del cristianismo, nos demuestra que la fe, aun de los creyentes más fuertes, puede ser a veces gravemente sacudida y estar a punto de fallarles. Hay tormentas que pondrán a prueba las anclas más firmes. [2] Pero eso no implica que Dios nos haya fallado. (1 Pedro 1:7).

Te invito a que juntos revisemos algunos detalles de este salmo, y encontremos en la confesión de este salmista, varias verdades que nos ayudarán a madurar en nuestra fe.

I. Sintió envidia por la prosperidad de los incrédulos (Salmos 73:2-3)

Y la Biblia dice que la envidia es pecado. Que por envidia Caín mató a su hermano Abel (Génesis 4:3-8); Los hermanos de José lo vendieron como esclavo (Génesis 37:4); Coré se reveló contra Moisés (Números 16); el rey Saúl perseguía a David para matarlo (1 Samuel 18).

La envidia es ese deseo extremo por las pertenencias o el éxito de otros. Es sentir tristeza o enojo cuando no se tiene o cuando se desea con ansiedad tener para sí sola, algo que otras personas poseen.

La Biblia dice que la envidia es como un cáncer en los huesos. (Proverbios 14:30). Es un pecado capital que afecta la espiritualidad del cristiano. Y desde el punto de vista de la moral social y de la psicología, la envidia trastorna el desarrollo de una personalidad sana y madura, y es causa de contiendas, celos y divisiones.

Es por lo que la Biblia aconseja que los cristianos no deben andar en contiendas y envidias (Romanos 13:13; 2 Corintios 12:20); no deben tener envidia unos de otros (Gálatas 5:26); y si nos amamos de verdad, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece (1 Corintios 13:2).

Y lo primero que confiesa el salmista es que fue víctima de la envidia. Su confesión confirma la verdad bíblica de que cuando reconocemos nuestros errores y pecados, y los confesamos y nos apartamos de ellos, somos perdonado y restauramos nuestra relación con Dios.

La Biblia lo dice claramente: El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” (Proverbios 28:13).

II. Describe las causas de su envidia por los incrédulos (Salmos 73:4-11).

La envidia llevó al salmista a molestarse cuando vio que algunos incrédulos (no todos) alcanzaban riquezas, se llenaban de orgullo, prosperaban y no sufrían los problemas como las demás personas.

Le fue duro ver cómo esa gente que se burla de Dios, que se jacta contra su trono en el cielo, que son fraudulentos, maldicientes e inventores de males, logran lo que quieren y ni se preocupan por nada, porque cada vez son más ricos. Para colmo, la gente los consulta y le creen todo lo que ellos les dicen. (Salmos 73:10-12).

Ya el rey David había dado un consejo muy sabio: “No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo. Pues como la hierba, pronto se desvanecen; como las flores de primavera, pronto se marchitan. Confía en el SEÑOR y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás.” (Salmos 37:1-3 NTV).

Creo sin temor a equivocarme, que nunca un cristiano debería envidiar a los que hacen lo malo, aun cuando algunas de esas personas sean muy populares (virales) o excesivamente ricos. La Biblia asegura que lo que esta gente obtuvo en esta vida, solo les durará lo que la vida les dure, si tienen suerte. Pero hay un final dichoso para los que confían en el Señor, para aquellos que viven de manera diferente al mundo, con mucho, con poco o sin nada.

El Señor Jesucristo dijo: “De nada sirve que una persona sea dueña de todo el mundo, si al final se destruye a sí misma y se pierde para siempre.” (Lucas 9:25 TLA). El éxito en el mundo no tiene significado si implica perder la vida eterna y la comunión con Dios. Nada en este mundo debe interrumpir nuestra relación con Dios.

III. Nos habla de su experiencia con la tentación. (Salmos 73:12–16)

Asaf estaba confundido al ver que la incredulidad de estos hombres los premiaba. Notemos su razonamiento: “Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia; pues he sido azotado todo el día, y castigado todas las mañanas.” (Salmos 73:13).

Es este en esencia, el gran problema al salmista. ¿De qué sirve tratar de hacer lo bueno, si es el perverso el que va a alzarse con el triunfo?[3] ¿Habré estado perdiendo mi tiempo?

¡Wow! ¿Será Asaf el único creyente en la historia, que habrá atravesado por esta crisis de fe y habrá pensado que pierde su tiempo sirviendo al Señor? ¿Qué creyente en un momento de desánimo en su vida cristiana, no ha llegado a la misma conclusión que Asaf?

Fue tal la decepción y el desánimo del salmista, que estuvo a punto de apartarse de Dios para seguir el camino de los arrogantes y orgullosos (Salmos 73:2).

Pero aunque no tenía una explicación a su perturbador dilema, hizo algo muy sabio. Prefirió callarse, porque no quiso ser tropiezo a personas con fe más débiles que la de él. No hizo público su conflicto. No lo dio a conocer a otros que tal vez hubieran podido desilusionarse. Tampoco quería traicionar al pueblo de Dios, al que había ministrado por tantos años; y que ahora lo vieran dudando de la bondad y el amor de Dios. (Salmos 73:15). [4]

IV. Nos cuenta la comprensión que tuvo del triste destino de los incrédulos. (Salmos 73:17-20)

Este conflicto, tuvo una solución, porque el salmista nos cuenta que aunque se esforzó por encontrar una respuesta a sus preguntas, le fue muy difícil explicárselo. Pero no fue hasta que entrando a la presencia de Dios, su mente se le aclaró y pudo comprender, no sólo el presente, sino el fin de estas personas que él envidiaba. “Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos.” (Salmos 73:17)

Es en la presencia del Señor que llega a comprender que aunque no disfruta de lo que los impíos tienen, él poseía lo que más vale tener, que es la presencia de Dios en su vida, en su familia y en el pueblo al que le ministra. Finalmente logra entender que estos hombres no son dignos de envidia, sino más bien de lástima. Lo que ellos tienen por firmes valores es pasajero, no son eternos. (Salmos 73:18-20).

Lo demás es efímero, volátil, pasajero, fugaz. Estar con Dios, tener su guía y consuelo y ser el heredero de sus promesas es un tesoro incomparable e inigualable. Las posesiones del mundo son bagatelas comparadas con los tesoros de Dios para sus hijos.

El Señor Jesucristo desafía a los que le siguen a pensar más allá de las metas terrenales, cuando les dice: “Es mejor que amontonen riquezas en el cielo. Allí nada se echa a perder ni la polilla lo destruye. Tampoco los ladrones pueden entrar y robar. Recuerden que la verdadera riqueza consiste en obedecerme de todo corazón.” (Mateo 6:20-21 TLA).

V. Confesión de su propia estupidez en dejarse llevar por la duda. (Salmos 73:21-22). [5]

El salmista le confiesa a Dios: “Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de ti.” (Salmos 73:22). Señor me veo como un necio e ignorante. Debo parecerte una bestia.

Es que Asaf valoraba sólo el presente e ignoraba el futuro eterno. Quién sabe y dijo ¿Por qué no lo vi antes? Me hubiera evitado toda esta amargura y aflicción. (Salmos 73:21-22).

El camino de la restauración comienza ahí, confesando que hemos fallado, que nos hemos equivocado, y que necesitamos que Dios nos ayude a levantarnos.

La Biblia lo dice claramente: El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” (Proverbios 28:13).

VI. Confiesa que su confianza está en Dios que lo ha guiado en todo. (Salmos 73:23-26).

Algo lindo en este proceso de restauración, es que el salmista reconoce que a pesar de sus dudas y de su ignorante comportamiento, él se mantenía comprometido con el Señor y con su pueblo. Él sabe que Dios lo tiene sujeto de su mano derecha, que lo dirige según sus consejos y que finalmente lo recibirá con honores en su Gloria. Ahora alaba a Dios por su fidelidad; por su presencia y su ayuda (Salmos 73:23); por su dirección en la vida y la esperanza de gloria futura (Leer Salmos 73:23-24).[6]

La declaración de fe y confianza del salmista es realmente inspiradora. “¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, no quiero nada más en la tierra. Puede que mi mente y mi cuerpo se destruyan, pero tengo a Dios que es la roca que amo; él es todo lo que necesito en mi vida.” (Salmos 73:25-26 PDT).

Asaf está convencido de que sólo Dios es capaz de satisfacer sus necesidades de forma plena y permanente, no solo aquí en la tierra sino en el cielo. Ni la muerte podría alterar la comunión con Dios, porque en la presencia de Dios hay vida.

CONCLUSIÓN

El salmista no obtuvo una respuesta exacta como la que tal vez deseaba. Es que no necesariamente el clamor a Dios siempre produce una respuesta inmediata y que satisface todas las expectativas.

Es notable que cuando el salmista entró a la presencia de Dios, comprendió que tener la presencia de Dios en su vida, era más importante que todas las riquezas del mundo. Y la presencia de Dios no es ni comparable ni negociable.

Los bienes materiales o las riquezas pueden ser necesarias para vivir, nadie lo discute, pero jamás superan la realidad de ser un genuino heredero de las promesas eternas de Dios. Dios debe seguir siendo el centro de nuestra vida.

El salmista cierra su salmo con una resolución, que debe ser la nuestra también: “…en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras.” (Salmos 73:28).

[1] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 609). Editorial CLIE.

[2] Henry, M. (2020). Salmos I, II y III (D. Cánovas Moreno, Ed.; M. Alonso, E. Díaz Ojeda, & M. Gómez de Travesedo Ferré, Trads.; Primera edición, Vol. 2, p. 387). Editorial Peregrino.

[3] Wilcock, M. (2012). Salmos: Cantos para el pueblo de Dios. (P. Florez, Trad.) (1a edición en castellano, Vol. 2, p. 35). Barcelona; Grand Rapids, MI: Andamio; Libros Desafío.

[4] Ross, A. P. (2011). SALMOS. En S. L. Calçada (Ed.), Biblia de Estudio de Apologética: Preguntas reales, Respuestas directas, Fe más profunda (p. 802). Biblias Holman.

[5] Gillis, C. (1991). El Antiguo Testamento: Un Comentario Sobre Su Historia y Literatura, Tomos I-V (Vol. 5, p. 328). Casa Bautista De Publicaciones.

[6] Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (1993-). Comentario bíblico mundo hispano: Salmos (1. ed.) (253–254). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

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