El llamado de Dios

II. EL LLAMADO – UNA MIRADA HACIA SÍ MISMO (verss. 5-7)

1. Debemos reconocer nuestras flaquezas y debilidades.

Note que no fue hasta que tuvo una visión de Dios que Isaías no se percataba de sus propios pecados. Un encuentro con Dios nos hace ver como Dios nos ve.

  • a) En el capítulo anterior había pronunciado contra el pueblo una serie de ayes (Is. 5),
  • b) Pero ahora es él quien dice “ay de mí”.
  • c) Su conciencia es despertada. Ahora estaba siendo medido por la vara de Dios. Encontrarnos con Dios, nos quebranta y nos vuelve más humildes, necesitados de él..

2. Note la amplia confesión de Isaías “Ay de mí” que:

  • a) “Soy muerto” (Ex. 33:20) Un mortal viendo al Alto y Sublime era algo imposible.*
  • b) “Soy hombre de labios inmundos”; producto de un corazón inmundo
  • c) “Habito en medio de un pueblo de labios inmundos” note que se estaba dejando influenciar. “Que ellos se conviertan a ti, y no tu…” Como la confesión fue específica, abundante también fue el perdón otorgado por Dios.

3. No debemos salir a servir al Señor sin antes ser limpios.

No deberíamos predicar a la gente lo que todavía nosotros mismos no hemos experimentamos. Dios suplió la necesidad de Isaías con el carbón ardiente.

Note que ante la urgente oración por necesidad de limpieza, Dios contestó con total ligereza. Hoy ante la necesidad de limpieza tenemos: Por nuestra parte la confesión y de parte del cielo la aplicación de la preciosa sangre de Cristo. Hay posibilidad de limpieza de tus pecados (1 Jn. 1: 7, 9)

4. Debemos entender que Dios no se nos revela por nuestras cualidades, sino por pura gracia y por gracia nos usa, él bien pudiera usar a los seres angelicales, pero nos usa a nosotros, claro luego de que somos limpios de pecado.

5. Él sigue llama a creyentes a su obra, pero pocos responden a él. Muchos no lo hacen por sentirse indignos, al mirarse a sí mismo. Pero permite hoy que el Señor te haga apto, como lo hizo con Isaías, lo hará también contigo, si se lo permites.

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