Cuando la gloria de Dios se va

Y vean la respuesta que le dieron en aquella ocasión las mujeres: “La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová no la oiremos de ti, sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de  nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo -‘la reina del cielo’, noten esa expresión-, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes en las  ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan y estuvimos alegres y no vimos mal alguno; mas, desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramar libaciones, nos falta todo y de espada y de hambre somos consumidos. Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo -están hablando las mujeres y derramamos libación, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto y le derramamos libaciones sin consentimiento de nuestros maridos?” (Jeremías 45:16-19).

Hay un ídolo hoy día en el mundo cristiano a la cual le dicen ‘reina del cielo’. Es el nombre que tenía, es uno de los muchos títulos que tenía Astarot, esta deidad babilónica, la madre de Tamuz. ¡Qué descaro, decirle a Jeremías: “Estos males que nos han venido, nos han venido porque hemos dejado de ofrecerle incienso a la reina del cielo. Cuando lo hacíamos, estábamos bien. ¡No nos vengas tú a hablar del Señor Dios!”.

Puede llegar a tal extremo la desfachatez, la dureza de corazón, el extravío, la locura, que se puede defender un ídolo en contra de Dios. Yo creo que si a una mujer católica (piadosa según su forma de piedad), tú le tocas su ídolo que tiene ese niño en brazos, lo más probable es que se haga enemiga de ti, y que defienda su ídolo diciendo: “Gracias a él (o ella en este caso) yo estoy bien”. La idolatría es terrible, porque se va metiendo en forma disi-mulada, hasta que atrapa el corazón y lo encadena.

La tercera aplicación

Veamos ahora la tercera abominación, y a hacer la aplicación a nuestros días.

Esos veinticinco varones estaban vueltos hacia el oriente, postrados ante el sol, adorándolo. Cuando nosotros leemos a Ezequiel, encontramos que, de los cuatro puntos cardinales, el oriente era el lugar desde donde el cual Dios se manifestaba. Por eso, por ejemplo, la entrada al tabernáculo en el desierto quedaba vuelto hacia el oriente. Sin embargo, aquí ellos estaban vueltos hacia el oriente no para adorar a Dios o para recibir algo de Dios, sino para adorar al sol.

Permítame aplicarlo de esta manera: Hoy, el mundo entero está siendo invadido desde el oriente por filosofías vanas, sutilezas huecas. Las filosofías de oriente están atrapando al mundo occidental. Por ejemplo, la Nueva Era está teñida por las filosofías orientales.

¿En qué consisten las filosofías orientales?

Las muchas filosofías tienen algo en común. ¿Qué es eso? Ellos sostienen que el hombre puede llegar a ser dios. Si se perfecciona a sí mismo, si se somete a ciertas prácticas y disciplinas, el hombre puede llegar a ser dios. Sostienen que el hombre puede llegar a conocer por sí mismo la verdad, puede llegar a perfeccionarse tanto que llegue a ser una deidad. Ese es en el fondo el resumen de las filosofías orientales.

Y, ¿saben, amados hermanos?, esta filosofía se está infiltrando también en la cristiandad apóstata. A través de Internet, uno puede enterarse de los cientos y miles de mensajes que los cristianos se mandan unos a otros a través de los correos electrónicos.

Algunos de esos mensajes están bien, se centran en el Señor Jesucristo, pero la gran mayoría de ellos son mensajes de auto-perfeccionamiento, son mensajes que apelan a los cristianos para que ellos se miren a sí mismos y vean que pueden ser mejores: “Mira lo que está en ti, dentro de ti está todo el potencial, déjalo fluir, déjalo salir. No busques fuera, busca dentro de ti”. No como diciendo “Dentro de ti está el Señor”, sino “Mírate a ti y ve que tú eres capaz si te perfeccionas, si te disciplinas”.

Creo que esto va a ir en aumento.

Hace poco tiempo atrás, salió una noticia (y parece que está en la revista “Aguas Vivas” Nº 15), en que se decía que los religiosos, y entre ellos los católicos, están preocupados porque las Naciones Unidas están intentando formar una nueva religión, una religión que tiene elementos de ecología, de humanismo y, sobre todo, de filosofías orientales. Hay preocupación en el mundo cristiano, sobre todo en aquellos que tienen el poder, porque esto amenaza su posición. Creo que los cristianos en los días que vienen van a ser tentados más y más por estas filosofías.

Hay muchos libros en el velador de muchos cristianos. Libros sobre autoayuda, libros de personajes tan aparentemente inofensivos como Lobsang Rampa, Og Mandino, como Pablo Coelho, y toda esa generación de escritores que escriben tan bonito, que parece que a uno lo elevan. Pero, ¡cuidado, es una víbora! ¡Esa es una víbora que muerde fuerte!

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