Jesús y las mujeres

Sin embargo nuestro modelo que es Jesús nos muestra en Su Palabra como debemos tratar a aquellas que son nuestras compañeras y también enseña a las mujeres a como deben esperar ser tratadas por parte de los hombres.

En la época de Jesús, la sociedad de los hombres desvaloraba a las mujeres.

Eran seres sin importancia, hasta se creía que ellas no tenían alma. Las restricciones sociales y religiosas les impedía vivir una vida más libre como la de los hombres. Sin embargo violando la tradición religiosa prevaleciente, Cristo se atreve a redignificar a la mujer.

Aunque Jesús no vino a proponer justicia social; si fue un personaje revolucionario; pues Él vino a restaurar la dignidad de todas las personas, hombres y mujeres. En el pasaje de Lucas 4:18,19 Jesús revela su misión en este mundo: Dar libertad a los cautivos.

La humanidad entera (hombres y mujeres) estaba oprimida, esclavizada y sin esperanza a razón del pecado; pero Cristo viene a liberarnos a todos, mujeres y hombres. Y Jesús favoreció de alguna manera la libertad de la mujeres y restauró su dignidad ante sus propios ojos y de los hombres, aprendamos hoy esta importante verdad

I. Jesús y la dos mujeres enfermas de flujo (Mateo 9:18-26, Lucas 13:10-17)

Posiblemente al escuchar el nombre de Mohammed Atte, muchos de los aquí presentes les diga nada este nombre; pues este hombre fue uno de los suicidas que estrello los aviones en las torres gemelas en Nueva York en el 2002.

Pues este hombre musulmán dejo su testamento escrito el 11 de abril de 1996 para que se cumpliera al pie de la letra y llama la atención dos puntos del testamento referente a las mujeres: “No quiero que me despidan mujeres embarazadas ni personas impuras. Lo rechazó. Y A mi muerte, que ninguna mujer pida perdón por mí”. Dentro de la religión Islámica.

Las mujeres no juegan ningún papel importante; dentro de la cultura islámica un hombre vale el equivalente a dos mujeres; y aún en nuestra cultura occidental, para algunos las mujeres solo son objetos de diversión sexual.

Dentro de los judíos existía un dicho que rezaba así “Gracias Dios por que no me hiciste perro, ni mujer”. Pero Cristo trató de manera diferente a las mujeres; su ejemplo está muy lejos de estas manifestaciones de soberbia y odio hacia las mujeres.

Se nos dice que una mujer que hacía doce años estaba enferma de flujo de sangre buscó de manera persistente la sanidad al tocar el manto del Señor Jesús (vers. 20). Esta mujer había gastado todo lo que tenía en médicos y charlatanes que abusando de su condición de enfermedad y de ser mujer la empobrecieron hasta hacerla un mendiga que buscaba la sanidad por las calles.

Pero llego el día tan anhelado en el que Jesús pasó a su lado y esta mujer Social y religiosamente impura lo toca (vers. 21). Inmediatamente el Señor Jesús se percata de que poder ha salido de Él y busca quién le ha tocado.

La mujer temerosa; pues se decía que las mujeres de su tipo eran impuras y nadie podía tocarlas debido a su impureza; pero la reacción del Señor es contraria a lo establecido por los HOMBRES religiosos; le dice al verla tan temerosa: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (vers. 22). El Señor en lugar de reprenderla o rechazarla, le afirma su fe y la recompensa son la sanidad.

Deja un comentario