Más que vencedores – Parte II

Los creyentes debemos buscar saber en que momento debemos dejar actuar a Dios y es precisamente en esos asuntos que nosotros no tenemos control sobre los que la fuerza de Dios debe manifestarse.

Es importante saber que fuera de Dios nada podemos hacer (Juan 15:5) o al menos nada que tenga que ver con éxito en nuestras vidas. Pablo no invita a que acojamos la fuerza que proviene de Dios y que ese poder se manifiesta en todo momento.

En el libro Fuerza para Vivir, narran una historia de una madre que perdió a un hijo y sin embargo en medio de ese dolor, esta mujer parecía sostenida por una fuerza incomprensible por quienes le rodeaban, ella se limitaba a decir que Dios era su fortaleza y en él confiaba.

II. Somos más que vencedores cuando luchamos contra el enemigo correcto (vers. 12)

Porque no tenemos lucha contra carne y sangre (seres humanos), sino contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes

En una convención en Massachussett en E.U.A. se observo que personas que asistieron a esta reunión presentaban signos y síntomas de enfermedad respiratoria (neuminitis), la respuesta fue pensar que por condiciones climáticas habían favorecido la presentación de esta enfermedad.

Se realizó el ataque de lo que se creía en microbio responsable; sin embargo las cosas no mejoraban; al hacer una profunda investigación se determino que el causante de la enfermedad no era una bacteria, sino esporas de hongos y que el contagio se debió a que estos hongos crecían en los ductos de aire acondicionado del lugar en donde se hacían las reuniones.

Una vez visto eso se implemento el tratamiento adecuado y sanaron. Al igual que los médicos de esta época podemos estar luchando contra enemigos equivocados o inexistentes, tendemos a luchar contra las personas, creyendo que es contra de ellos nuestra labor, pero Pablo nos dice que no son los seres humanos, estos pueden ser instrumentos o reflejo del mover de verdadero enemigo: el diablo, y es contra este personaje a donde debemos dirigir nuestro ataque.

Y los golpes más certeros y poderoso que le podemos acertar es que seamos lo que Dios quiere que seamos hacedores de su voluntad. Usted puede golpear a Satanás y su reino cuando ora a Dios, lee su Palabra, sirve en su congregación y fomenta la unidad con sus hermanos; además cuando comparte de Cristo a otros.

III. Somos más que vencedores cuando utilizamos la armadura de Dios (verss. 13, 14-17)

“…Tomad la armadura de Dios…”

Dios no solo nos da de su fuerza, son nos provee de herramientas prácticas para ser vencedores:

  • a) Cinturón de la verdad,
  • b) Coraza de una vida recta,
  • c) Sandalias de anunciar el evangelio de salvación,
  • d) Escudo de la fe,
  • e) Casco protector de la salvación y
  • f) Espada de la Palabra de Dios.

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