¿Qué nos enseñan los niños?

¿Cómo son los niños?

Los niños son humildes; un pequeño no se avergüenza por no saber algo; esto podemos verlo en esta etapa cuando su pregunta más habitual es ¿Por qué? Y admiten su ignorancia, pero con la visión de saber la respuesta; sin embargo los adultos nos volvemos en soberbios creyendo saber todas las respuestas; más cuando se es padre; pues hay quienes consideran que llegar a ser padres los hace infalibles; pero tenemos que reconocer que si bien nadie nos enseña a ser padres, muy pocos, hacen algo al respecto.

Prefieren esconder su ignorancia de la vida tras la mascara soberbia “de todo lo sé”; pero además nos ensordecemos cuando vivimos independientes de Dios, creyendo que somos nosotros quienes determinamos las cosas; un niño e s humilde pues se deja guiar, reconocer sus limitaciones y nunca busca avergonzar a nadie.

Tiempo y espacio nos falta para seguir describiendo la actitud de un niño; pues lo niños además son espontáneos sinceros, divertidos, etc. Sin embargo lo que ya hemos descrito nos lleva a saber que es lo que Jesús decía a sus discípulos cuando les dice con un niño en el centro “si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al Reino de los Cielos” (vers. 3 BLA). Aprenda de un niño y cambie; porque solo así entrará en el reino de Jesús.

III. Nos enseñan la verdadera grandeza (vers. 4)

“…ése es el mayor en el reino de los cielos.”

Un hombre llevó a su pequeña hija a un parque de diversiones y ella inmediatamente corrió a un quiosco y pidió un algodón de azúcar. Cuando  el dependiente le entregó una inmensa bola de algodón, el padre le preguntó: «Cariño ¿Estás segura que puedes comértelo todo?» «No te preocupes, papá» le respondió ella. «Soy mucho más grande por dentro que por fuera».

Los unos de los discípulos de Jesús estaban convencidos de que eran grandes, por el simple hecho de haber presenciado la transfiguración; a sus ojos Pedro, Juan y Jacobo, se sentían con el derecho de decirles a los 9 apóstoles restantes que ellos eran inferiores.

Pero Jesús les dio una sopa de su propio chocolate, al responder, tomando a un pequeño niño en su brazos y colocándolo en el centro de la discusión y afirmar que “cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos” (vers. 4).  Jesús les esta diciendo a estos soberbios adultos, que tiene que ser como un niño, que deben que tener la grandeza de un niño.

Tenemos que saber que aunque en la cultura hebrea, los niños eran considerados bendiciones, dones y herencia de Dios (Salmo 127) en la praxis de su vida, los niños como las mujeres eran estimados por muy poco; tan es así que cuando se pensaba en términos de contar, las mujeres y los niños no contaban en sus listas.

En nuestros días la voz de los niños todavía no es escuchada por muchos, algunos sueñan con el día que el niño diga sus primeras palabras, pero cuando ya habla queremos que se quede calladito. Si, Jesús les dice que los niños son más grandes que los adultos, su actitud y su posición delante de Dios es aún más grande que la de cualquier adulto.

¿Qué debemos aprender de los niños?

Su grandeza; si porque como lo dice la niña de la historia, son más grandes por dentro que por fuera; esas personitas que a veces menospreciamos en sus comentarios, y opiniones, tienen más grandeza que muchos de nosotros.

Los niños son grandes porque aman sin medida, los niños son grandes porque creen sin medida, los niños son grandes por que su corazón guarda grandes y preciosos recuerdos, los niños son grandes porque saben perdonar, son grandes porque saben vivir, son grandes por así los hizo Dios.

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