Inicio » Predicas Cristianas » La invitación de la gracia

La invitación de la gracia

En esta poderosa predicación, exploramos el Salmo 100 como una invitación de la gracia, destacando cómo la actitud de agradecimiento nos lleva a adorar, servir y confiar en Dios con regocijo. Reconocemos que la gratitud es esencial para una relación íntima con Dios, ya que nos lleva a valorar su bondad, misericordia y verdad eterna. Aceptemos esta invitación a vivir con gratitud y regocijo en la presencia del Señor, reconociendo su soberanía y amor incondicional en nuestras vidas.

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: La invitación de la gracia

Predica Cristiana Texto Bíblico: Salmo 100

INTRODUCCIÓN:

Este salmo es toda una invitación llena de imperativos. Hay un total de siete con los que se exhorta al pueblo de Dios para reconocer y venir ante la presencia de Dios con un espíritu alegre, pero sobre todo agradecido. Las quejas son enemigas de la gratitud.

Sabido es que muchas de ellas se han convertido en murmuraciones contra Dios. El ejemplo más recordado es el de Israel quien en no pocas oportunidades fue castigado por esto. Pero, ¿cómo quejarnos de un Dios que nos ha dado todo? Contrario a esto, la gratitud es una fuerza poderosa que hace alegrar el alma y el espíritu y traduce nuestra alabanza a Dios en el más grande culto con el que se honra su nombre.

Lo contrario a la gratitud es la ingratitud.

Ella es, como alguien dijo, una serpiente ardiente que muerde cuando se menosprecian las bendiciones de Dios. Israel despreció el maná con el que Dios le alimentó, así como el mundo desprecia al pan vivo que descendió del cielo en la persona de Cristo.

La gratitud es una actitud del corazón que consiste en apreciar lo que el Señor nos da. Por otro lado, la gratitud está íntimamente ligada a la humildad, pues para recibir algo debo reconocer que estoy necesitado. Es por eso que cuando las bendiciones ocupan el lugar de Dios son un tropiezo.

Nos acostumbramos tanto a recibir que llegamos al punto de creer que nos lo merecemos. Pero cuando nos acostumbramos a dar gracias por las cosas pequeñas, llegamos a tener un corazón abierto para dar gracias por las cosas grandes. Esta actitud nos recordará que tenemos dádivas porque hay un dador de ellas.

La invitación del Salmo 100 es para que entremos por sus puertas con acción de gracias, pues con frecuencia nos olvidamos de los beneficios divinos (Salmo 103). Vengamos, pues, y entremos con acción de gracias delante de Señor. Aceptemos la invitación de este salmo para venir ante él con regocijo. Hagamos de la gratitud nuestro mas grande regocijo.

I. LA GRATITUD NOS INVITA ADORAR A DIOS CON REGOCIJO

a. Adorarlo porque solo él es Dios (vers. 3)

El hombre se ha enfrentado durante toda su vida a admitir la existencia o no de Dios. Entre aceptarlo y adorarlo, o rechazarlo y vivir a espaldas de él. Los tiempos no han cambiado, y hoy el hombre sigue viviendo en una actitud de indiferencia pasiva hacia Aquel que siempre ha querido lo mejor para él. El ser humano le ha costado “reconocer que Jehová es Dios”.

Es una contradicción pensar que es más fácil para el hombre reconocer a otros dioses, algunos hechos por la mano del él mismo, que el Dios que se nos ha revelado de tantas maneras. De allí que el salmista nos emplaza a escrutar quién es el verdadero Dios para entrar por sus “puertas con acción de gracias”. “Reconoced que Jehová es Dios” es saber que cualquier ídolo que el hombre adore es vano.

Ellos no reclaman adoración como lo hace nuestro Dios. Un corazón agradecido dejará un especial lugar para reconocer que Dios es la fuente de su existencia.

b. Adorarlo porque él es el Creador (vers. 3b)

Esto se confirma por la declaración que “él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos”. Esta palabra no deja dudas sobre el origen de nuestra existencia. Los escritores sagrados no se complicaron sobre el origen del hombre por medio de teorías que no han podido comprobarse. La experiencia que cada uno de ellos tuvo les hacía confesar quién era su Creador.

Es una maravilla pensar que Dios nos hizo de donde no existía antes nada. Por otro lado, el texto es enfático cuando nos dice que es imposible que nosotros mismos nos hayamos creados por nosotros mismos. El hombre podrá clonar seres parecidos, partiendo de las mismas células humanas, pero jamás podrá crear a otro ser humano que salga de la nada. Eso es un derecho divino.

Él tiene los originales de nuestra creación. Además nos dice que “pueblo suyo somos, y ovejas de su prado”. Nos da mucho gozo saber que somos el pueblo de Dios. Esto no es cualquier cosa. Si esto no nos hacer ser agradecidos qué otra cosa podrá hacerlo. Nacimos para él.

c. Adorarlo con ferviente regocijo (vers. 2b)

La primera cosa que viene a nuestra mente cuando vemos esta clase de invitación es que no podemos venir ante la presencia del Señor de la misma manera que entramos a un culto fúnebre. La invitación del salmista es para entrar ante él con regocijo. Eso significa que las tristezas y las preocupaciones deben disiparse delante de él.

El entrar en su presencia haciendo realidad el imperativo: “cantad alegres a Dios” revelará cuánto significa Dios para nosotros y qué tan agradecidos estamos por lo que él ha hecho por nosotros. Así que la entrada por sus atrios debiera ser con alabanza (vers. 4b).

El otro imperativo que nos habla de esto dice: “alabadle, bendecid su nombre” (vers. 4c). La alabanza en la Biblia está muy relacionada con la acción de gracias. El culto que le brindamos debe ser nuestro continuo reconocimiento a su obra. El escritor a los Hebreos nos exhortó a traer ofrendas de alabanza (Hebreos 13:15) ¿Cómo venimos delante del Señor? ¿Cómo entramos por sus puertas? ¿Lo hacemos con gratitud expresada en el canto alegre?

II. LA GRATITUD NOS INVITA A SERVIR A DIOS CON REGOCIJO

a. Servid a Jehová con alegría (vers. 2ª)

La mayoría de los servicios que se prestan no siempre se hacen de buena gana y con el mayor de los gozos. Es más, a veces podemos calcular el costo y los beneficios de algún servicio prestado. Más no es esta la actitud de un adorador. El servicio que ofrecemos a nuestro Dios debiera tener el sello distintivo de nuestro gozo.

Nosotros no servimos al Señor con un temor de esclavos. No servimos al Señor buscando alguna recompensa; no servimos al Señor por temor a su castigo. No servimos al Señor para competir con otros. No le servimos por compulsión o por la fuerza; no le servimos por renuencia y pesimismo.

Nosotros servimos al Señor porque eso forma parte de nuestra adoración a él, y eso trae regocijo a nuestra alma. Este imperativo plantea la posibilidad de servir a Dios sin alegría. Por ejemplo, servir a Dios con un corazón lleno de amargura, enojo, cansancio o como si fuera una carga. El asunto es que usted tiene que saber que hay una diferencia entre ¨servir a Dios¨ o ¨servir a Dios con alegría¨. ¿Cómo es su servicio?

b. Las razones para darle nuestro servicio (vers. 5)

Un resumen de este salmo nos va hablar de las razones por las que debemos servir al Señor. Son siete razones poderosas con las que debiéramos constituirnos en auténticos siervos del Maestro. La primera es que Jehová es Dios. Nadie puede ser comparado con él.

La otra es que él nos hizo. No somos el producto de la nada. En todo caso fuimos hechos con algo que salió de la nada. La otra razón es que somos su pueblo. No sabemos si hay vida en otros planetas, pero lo que si sabemos es que nosotros somos el pueblo de Dios. La otra razón es que podemos estar en su presencia como ningún otro Dios lo demandaría.

Las ultimas razones es porque Dios es bueno, misericordioso y su verdad permanece para siempre. No si podrían haber mejores razones que estas para nuestro servicio a Dios. ¿Qué razones le dan los demás dioses a los hombres para servirles?

A parte de las razones expuestas, el servicio a Dios es lo único que tendrá implicaciones eternas, por cuanto cualquier otra cosa que hagamos solamente dura lo que duremos vivos, pero el servicio a Dios perdurará para siempre.

Frente a tan grande demostración de amor por parte de Dios nos toca decir: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12:28-29).

III. LA GRATITUD NOS INVITA A CONFIAR EN DIOS CON REGOCIJO

a. Porque Jehová es bueno (vers. 5ª)

Cuando decimos que ¨Jehová es bueno¨ no estamos hablando de alguien que tiene un mero poder. No es meramente el Creador. Él es bueno porque jamás podrá ser malo. Satanás y el pecado es la antítesis de lo bueno. El hombre también es malo. Sólo Dios es absolutamente bueno.

Como Dios bueno es digno de toda adoración. El Señor Jesucristo queriendo describir este atributo de su Padre, y haciendo referencia a las actitudes de los seres humanos, dijo: “Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos cuánto más vuestro Padre…“.

Y uno de esos pasajes que nos hacen pensar tanto en este atributo lo presentó el mismo Cristo cuando fue calificado por el joven rico, quien viniendo con la pregunta acerca de la salvación, le dijo: ¨Maestro bueno, ¿qué hare para heredar la vida eterna?”. Ante esta petición Jesús sorprendió con otra pregunta: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, si no sólo Dios” (Lucas 18:18-19). Y la verdad es que solo Dios puede llamarse Bueno. Ningún otro.

b. Para siempre son sus misericordias (vers. 5b)

Esta es la mejor noticia que oído humano podría escuchar. La Biblia nos dice que “por sus misericordias no hemos sido consumidos”. Que “nunca decayeron sus misericordias”, sino que “son nuevas cada mañana” (Lamentaciones 3:22-23).

Las misericordias de los hombres son temporales, no pasan la prueba de los años. Las de nuestro Dios son eternas. La incidencia más grande de su misericordia es en nuestra salvación, así lo expreso el profeta (Mq. 7:18). Sobre la misericordia el predicador Charley Finney ha dicho:

“La misericordia es una disposición para indultar al culpable. Su ejercicio consiste en suspender y poner a un lado la pena de la ley, cuando aquella pena ha sido incurrida por transgresión. Está, como se ha dicho, directamente opuesta a la justicia. Ésta última trata a cada individuo según sus merecimientos; la misericordia trata al criminal muy diferente de lo que merece ser tratado. El merecimiento nunca es la regla por la que la misericordia es guiada, mientras que es precisamente la regla de la justicia”.

c. Y su verdad por todas las generaciones (vers. 5c)

Nuestro Dios no cambia nunca. Lo mismo fue ayer, lo es hoy y lo será mañana. Su verdad ni cambia ni es negociable con el tiempo. Él envió del cielo a su único Hijo para mostrarnos y perpetuar esa verdad. Fue por eso que Jesucristo mismo dijo: “Yo soy la verdad…”. No es que él nos mostró alguna forma de conocer la verdad, él es la verdad misma de Dios. Cada generación ha comprobado que sólo Dios es poseedor de la verdad.

No está en una religión, sectas filosofías, Nueva Era, etc. Dios es la verdad que permanece y la que debemos creer para conocer la salvación y la vida eterna. Cuántas generaciones han pasado hasta ahora y no por eso la verdad de Dios ha cambiado.

Ciertamente los hombres han tratado de ignorar, destruir y no saber nada acerca de la verdad de Dios, expresada en su palabra, pero ella permanece para siempre. Su verdad ha confirmado todo lo que vemos hasta ahora, pero sobre todo, su verdad nos confirma lo que vendrá detrás de todo lo que ahora vemos. ¿Cuántas generaciones ya han pasado desde que escribió este salmo? Esta verdad permanece hasta el siglo XXI.

CONCLUSIÓN

Todo esto nos da suficientes razones para “entrar por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanzas”. Bienaventurado la nación, pueblo, y gente que sabe detenerse para agradecerle a Dios por lo que él es y lo que él hace.

No seamos como el hijo de Homero, en la película animada de los Simpsons, cuando se le pidió que dirigiera la oración de acción de gracias, y al momento de hacerlo dijo lo que vino a su mente, y luego preguntó: “¿Por qué debemos darte gracias Dios si lo que tenemos lo hemos comprado nosotros?”. Esa es una actitud de una sociedad en decadencia.

De Dios recibimos todo por eso debemos agradecerle, reconociendo lo que él es; viniendo ante su presencia con regocijo; sirviéndole con regocijo y destacando sus atributos con regocijo también. Y cuando pensamos en la obra mas grande, la de nuestra salvación, concluimos, diciendo: ¡Gracias a Dios por su don inefable! (2 Corintios 9:15).

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

Central de Sermones.. Predicas Cristianas

1 comentario en «La invitación de la gracia»

Deja un comentario