La unción de Jesús

¿Qué nos dice esto de Jesús y su misión?

Así igual el corazón de Jesús sería quebrado por los pecados de las personas del mundo. El fundador de Visión Mundial Dijo: “Que mi corazón sea quebrantado por las mismas cosas que quebrantan el corazón de Dios”. ¿Que rompió el corazón de Dios? ¿Tu pecado? ¿Tu maldad? Si, pero también tu dolor, tu tristeza, tu desesperanza, tu soledad, tus lagrimas, tu perdición eterna.

Pablo nos dice “Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6: 23) la ley de Dios exigía el pago por nuestros pecados, de lo contrario la muerte eterna sería nuestro futuro.

En el A.T. se nos dice que la única forma de acercase a Dios era por medio del sacrificios, se ofrecían sustitutos idóneos para poder cumplir con las exigencias de la ley de Dios; sin embargo esos sustitutos (corderos) eran imperfectos en su duración, ya que cada año debían repetirse para mantener pagada la cuota de justicia de parte de un Dios santo y perfecto; pero al mismo tiempo amoroso.

El pueblo hebreo fue el comisionado para ofrecer los sacrificios para el perdón de los pecados; pero se desvió de sus caminos y Dios por amor tuvo que intervenir con un sustituto perfecto que no solo cubriera la maldad de nuestros corazones, sino los borrará para siempre.

Jesús fue el elegido; las palabras el Mesías (A. T.) y/o el Cristo (N.T.) significan el ungido, el escogido de Dios para saldar la cuenta; pero en el cumplimiento de su misión su corazón sería quebrantado, seria roto, sería duramente lastimado; en muchos aspectos; pues el primer lugar fue rechazado por los suyos “…y los suyos no le recibieron” (Juan 1: 11).

El pueblo Judío eran los suyos, pero los expertos, los religiosos, los hombres “piadosos”, le rechazaron, al grado de poner en riesgo su vida; más adelante los mismos que le recibirían en Jerusalén gritando “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Juan 12:13). Tal vez serían los mismos que en el palacio de Pilato le gritarán: “¡Fuera, fuera!, crucifícale!” (Juan 19:15).

Así mismo alguien muy cercano lo traicionaría, entregándolo “…y estaba también con ellos, Judas el que le entregaba” (Juan. 18: 5). También sus más fieles seguidores lo abandonarían “…Entonces todos los discípulos, dejándole huyeron” (Mateo 26:56).

Esto lastimaría hondamente el corazón de Jesús. Aunado a esto el dolor físico por la flagelación tan brutal a la que fue sometido, y la crucifixión en sí; acabaron por dañar más su corazón. Ya en la cruz vería a su madre y con dolor la encargaría a uno de sus amigos.

Es el salmista quien nos dice “…mi corazón se ha vuelto como cera, derritiéndose en mis entrañas” (Salmos 22:14). Un estudio forense realizado nos dice que la muerte física de Jesús fue multifactorial; pero una de las cosas que más sorprendió fue que su corazón fue literalmente roto, quebrado y fue por nosotros.

No sé si María sabía eso cuando quebró el frasco de Alabastro con el perfume de Nardo; pero Jesús si lo sabía, y aún sabiendo hacía donde iba, acepto el camino a la cruz, el camino a la muerte, a ser el sacrifico demandado por Dios para nuestra salvación, para acercarnos a Él, ya no solo por un tiempo limitado, sino para siempre, por la eternidad. ¿Qué nos dice la unción de Jesús acerca de su corazón? Que fue quebrantado por amor para acercarnos a Dios.

II. La unción de Jesús nos habla de su sangre

(Mateo 26:7) “vino a Él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramo…

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