La unción de Jesús por María de Betania nos habla de su corazón; pero además nos habla del derramamiento de su sangre. La unción era hecha principalmente con aceites, que en ocasiones era combinado con otras sustancias para enriquecerlo o darle un significado especial; recordemos que a los reyes se les ungía por la cabeza, mientras que a los muertos en los pies con especies aromáticas.
El perfume de Nardo que María derramo en Jesús no era un perfume barato, o sin importancia; se nos dice que era de un costosísimo precio “…perfume de gran precio…” (Mateo 26:7) el costo del perfume fue reconocido por los discípulos de Jesús, pero fue Judas Iscariote el que mejor había calculado el precio de dicho perfume “¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios…” (Juan 12:5) la cantidad derramada era entre 350 y 500 ml., lo que equivalía en dinero a 300 denarios, es decir al pago de un año de trabajo; eso era muchísimo dinero.
Estos perfumes son originarios de los Himalayas, se extraen de la flor Nardostachys jatamansi, hoy en día todavía se usan para el cuidado del cabello, y su precio sigue siendo muy alto. Pero para María el precio no importaba, es más nos atreveríamos a pensar que lo considero barato en comparación de lo recibido.
Los historiadores bíblicos nos dicen que Marta María y Lázaro muy seguramente habían quedados huérfanos, pero sus padres los habrían asegurado en lo económico para vivir sin preocupaciones (esto en relación a que no se menciona su oficio u ocupación) digo esto porque aún así María no era una mujer adinerada, contaba con lo justo para sobrevivir, y derramar un perfume tan caro, a los ojos de los demás representaba un desperdicio, pero lo que nos enseña es que cuando de Jesús se trata no hay que escatimar. Cuanto debió amar esta familia a Cristo como para ofrecerle lo mejor que tenía. De esta misma manera
¿Cuánto nos ama Dios, como para derramar la sangre de su unigénito hijo?; pues hace un rato hablaba de los sacrificios demandados en la ley de Dios como sustitutos por el perdón de los pecados. Pero dichos sustitutos no eran lo primero que se encontraba, sino que eran cuidadosamente seleccionados para cumplir con las exigencias de la ley divina. Ya que los sustitutos eran sacrificados derramando su sangre.
La sangre era muy importante para Dios, por eso dio instrucciones muy precisas acerca de ella: “Porque la sangre de todo ser viviente contiene su vida…” (Levítico 17:14 BLA) y más adelante afirma “…porque la sangre es la vida…” (Deuteronomio 12:23 BLA).
La sangre era sangrada para Dios, tal vez para nosotros los occidentales esta idea de la sangre y su derramamiento nos resulte hasta cierto punto desagradable; pero por encima de estos prejuicios, Dios la consideraba valiosa e importante.
Por eso cuando Caín derrama la sangre de su hermano Abel, dice que “La voz de la sangre de tu hermano grita desde la tierra hasta mí” (Génesis 4:10 BLA). Como podemos ver la sangre era más que un líquido rojo, pegajoso y desagradable, para Dios es signo de la vida misma; pero además era necesaria, indispensable para obtener su perdón “…y sin sangre derramada no hay perdón de pecados” (Hebreos 9:22 BLA).
Anteriormente hable del sacrificio como necesario para acercarnos a Dios, en dicho sacrificio debía haber derramamiento de sangre; por que la paga del pecado es muerte; el pecador debía morir por sus desobediencia.
Pero Dios ofreció la alternativa en sustitutos que derramarán su sangre para ser liberado temporalmente de la justicia divina; corderos, becerros, machos cabríos, palomas y tórtolas eran la victimas propiciatorias (adecuadas), eran llevadas ante el sacerdote, quien colocaba sus manos y decía más o menos lo siguiente: “La persona (o pueblo) a quien represento hubiera debido morir a causa de su pecado. Pero la sangre aquí presentada demuestra que una victima ha sido ofrecida en su lugar.
Tu ley queda satisfecha. Otorga tu perdón según tu promesa” posteriormente el animal era degollado, la sangre derramada o rociada en el altar (Levítico 17: 1-14) los pecados eran cubiertos (expiados) y gozaban de un tiempo por el perdón y bendición de Dios; algo así como abonos chiquitos para pagar poquito.
Dios valoraba grandemente la sangre, pero la sangre de becerro, corderos y machos cabríos no era suficiente, la constante repetición de estos rituales llevo a un fastidio a Dios (Isaías 1: 11) Esto conllevo a que era necesario un sacrificio mejor y el derramamiento de una sangre mejor, más valiosa, más efectiva y más preciosa.
María derrama el costoso perfume de nardo, simbolizando que la costosísima, valiosa, preciosa y poderosa sangre de Jesús era la sangre indicada para el perdón total de los pecados. Juan el Bautista, identifico a Jesús al decir: “He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1: 29).