UNA FE DIGNA DE IMITAR

David N. Zamora

Siete fundamentos de una fe dinámica

UNA FE DIGNA DE IMITAR

4.3
(3)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Una fe digna de imitar

Prédica Cristiana Lectura Bíblica: Marcos 2:1-12

Introducción                                                  

La mayoría de nosotros somos afortunados de usar nuestras propias piernas e ir adonde queremos ir. Pero otros tienen discapacidad, ya sea por nacimiento, lesión o enfermedad, y se vuelven dependientes de familiares y amigos para movilizarse.[1]

Las personas que sufren parálisis, de cualquier tipo, particularmente presentan problemas de ansiedad y depresión. Se pueden amargar, retraerse, llenarse de culpa, ser sarcásticos y casi imposibles de soportar. Y las personas que se vuelven así, tienen pocos amigos.

Pero hoy les quiero hablar de un paralítico, que a pesar de sus sufrimientos, tenía muchos amigos que estaban dispuestos a ayudarlo en medio de su situación.

Así que una de las primeras cosas que aprendo de esta historia, es que no debo permitir que el sufrimiento me amargue y me aísle de la gente. Debo ser el tipo de persona, que como este paralítico, se rodea de amigos. Porque los voy a necesitar para que me carguen, espiritual, emocional y físicamente.

Según los evangelios, este paralítico vivía en la ciudad de Capernaum. Y algunos comentaristas bíblicos estiman que fuera cuadripléjico. La cuadriplejia o tetraplejia es una parálisis total o parcial de brazos, piernas y el tronco, causada por un daño en la médula espinal o el cerebro, que afecta a los nervios que controlan los músculos.

Dicen los evangelios que cuando Jesús regresó a Capernaum, donde vivía este paralitico, se reunió tanta gente en la casa donde enseñaba y predicaba, que ya no cabían ni aun a la puerta de entrada de la casa. (Marcos 2:2). Hasta llegaron fariseos y doctores de la ley, que vinieron de todas las aldeas de Galilea, y de Judea, y de Jerusalén (Lucas 5:17). Ya la popularidad de Jesús era evidente.

La multitud estaba compuesta de espectadores, que sencillamente habían venido para ver; pero otros querían oír la Palabra de Dios; y algunos estaban allí para escuchar y criticar. Pero a Jesús no le importó la razón por la que vino la gente, Él aprovechó el momento y la ocasión para predicarles la palabra de Dios. Aprendemos de Jesús, que no hay lugar impropio ni tiempo inoportuno, para predicar el evangelio a las almas necesitadas. (2 Timoteo 4:2 TLA).

Marcos en su evangelio especifica, que cuatro de los amigos del paralítico de Capernaum, cuando se enteraron de que Jesús estaba en la ciudad, agarraron la camilla donde estaba postrado, y vinieron hasta la casa donde estaba Jesús, con la seguridad de que saldría sano. Alguien nombró a estos cuatro amigos como: Empatía, Cooperación, Generosidad y Perseverancia. Cada uno de nosotros deberíamos esforzarnos en ser amigos que exhiben estas cuatro cualidades.

Cuando estos cuatro hombres llegaron a la casa, se encontraron con una multitud que bloqueaba la puerta. Pero la fe de estos hombres no admitía derrota. Ellos no se amedrentaron, sino que usando la escalera exterior, que daba acceso a la azotea de la casa, “…se las arreglaron para subir al techo y hacer una abertura exactamente encima de donde estaba Jesús, y entre los cuatro fueron bajando la camilla.” (Marcos 2:4 NTBAD).

Y generalmente podemos encontrar muchísimos estorbos para llevar a otros a Jesús. Pero si confiamos en el Señor, Él nos dará las estrategias para guiar a la gente a encontrarse con Jesús, porque la fe está llena de ingenio. Ejemplos: Felipe y el eunuco etíope (Hechos 8:26-40); Pedro en la casa de Cornelio, el centurión romano (Hechos 10); Pablo en Atenas (Hechos 17:16-34).

Estos cuatro amigos cuando lograron bajar al paralítico hasta donde estaba Jesús, se llevaron la gran sorpresa, de que en vez de sanarlo de inmediato, le dice que sus pecados le son perdonados. “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.” (Marcos 2:5).

El Señor prefirió atender lo más urgente del paralítico, que era el perdón de sus pecados, porque él ve más allá de lo que nosotros vemos. Nosotros vemos efecto, él ve causa.

Los amigos del paralítico sólo podían ver su parálisis, el efecto de la enfermedad; pero Jesús veía más que la enfermedad física, el veía la enfermedad del alma. Por eso se ocupó primero de la necesidad interior antes que de la exterior.

La Biblia dice que el Señor escudriña la mente y el corazón de los hombres, conoce y evalúa sus pensamientos, sus emociones, incluso, hasta las intenciones del corazón. (Jeremías 17:10; Lucas 8:17; Apocalipsis 2:23).

Haya sido o no esta enfermedad un resultado directo del pecado, Jesús fue al corazón del asunto. No podía sanar el cuerpo y descuidar el alma. Él no iba a remediar una condición temporal sin ocuparse de la condición eterna de aquel hombre. [2] Algo tenía que cambiar primero dentro de su vida.

Y esta historia ratifica que el mayor problema de la humanidad es el pecado. El pecado es la causa principal de todo el sufrimiento humano, incluyendo la muerte. Todos los hombres mueren, todos los animales mueren, toda la vida vegetal muere. (Romanos 6:23).

El pecado es también la causa de toda la depravación que hoy experimenta la humanidad. La Biblia dice en Romanos 3:10-12, que “no hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”. (Co. Jeremías 17:9). Quitas a Dios del escenario y reina el caos y la confusión.

El mayor beneficio al que invita el evangelio, es a recibir el perdón de los pecados. Un perdón que no está basado en méritos o esfuerzos humanos, sino en la gracia abundante de Dios, manifestada en Jesucristo.

Otro detalle interesante que observo en la historia, es que Jesús le dice al paralítico hijo”. Mateo dice: “Ten ánimo, hijo;” (Mateo 9:2). Imagínese la sorpresa que se llevaría aquel paralítico. La misma sorpresa que se llevó la mujer del flujo de sangre cuando el Señor le dijo: “Ten ánimo, hija…” (Mateo 9:22).

A saber desde cuando no escuchaban que se les tratara con tanto cariño y amor. Pero este trato tan familiar e íntimo de Jesús, eliminó toda distancia, y de esta forma le daba la bienvenida a la familia de la fe.

Y dice la Biblia que “a todos los que reciben a Cristo, y creen en su nombre, él les concede el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” (Juan 1:12 Paráfrasis) (Co. Romanos 8:14-17).

Es que Dios sabe cómo tratar con vidas hechas pedazos por el pecado, marginadas por la gente, ignoradas por la sociedad, rechazadas por la familia y la religión.

Así que lo primero que hizo Jesús, fue liberar la conciencia culpable del paralítico, al decirle: «Hijo, Dios no está enfadado [molesto] contigo. Te trajeron al lugar correcto. La religión te condena, pero la gracia de Dios te alcanza y tu deuda queda hoy cancelada». (Marcos 2:5 Paráfrasis).

La Biblia dice que “la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,” (Tito 2:11). No importa cuán pecador te consideres, la gracia y la misericordia del Señor te alcanzan, y por medio de esa gracia Dios te llama hijo, con todos los derechos legales de un hijo.

Cristo premia la fe atrevida

Cuando el comando teológico compuesto de fariseos y doctores de la ley, oyeron lo que Jesús le dijo al paralítico se escandalizaron. Y dijeron despectivamente: “¿Cómo se atreve este a hablar así? ¡Lo que dice es una ofensa contra Dios! Sólo Dios puede perdonar pecados.” (Marcos 2:6-7 TLA).

Y ellos tenían razón, sólo Dios puede perdonar pecados, ya que todo pecado es en última instancia un acto de rebelión contra Dios. (Salmos 51:4; Isaías 43:25). El derecho de perdonar, así como el derecho de condenar, le pertenece solo a Dios. Pero ellos ignoraban que Jesucristo es Dios. Mucho conocimiento pero poco discernimiento.

Podemos estar en un lugar donde la presencia de Dios se esté manifestando poderosamente, pero no la percibimos. Tengamos cuidado de volvernos tan profesionales y pragmáticos, que no percibamos la presencia del Espíritu Santo.

Marcos dice que Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les hizo una pregunta: “¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate: toma tu lecho y anda?” (Marcos 2:9).

Ninguna de las dos es fácil, si la evaluamos desde el punto de vista de Dios, porque ambas son imposibles para los hombres. Sin embargo, Jesús planteó la pregunta desde lo que es medible por el testigo humano.[3] Así que si la evaluamos desde esta perspectiva, podríamos responder “que es más fácil decir, tus pecados te son perdonados, que no se puede comprobar que así sea; que decirle al paralítico, delante de todos, levántate: toma tu lecho y anda.”

Y es entonces cuando Jesús le dice al paralítico con toda autoridad: “A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos…” (Marcos 2:11-12a). Notemos que Jesús NO dijo: “A ti te digo, en el nombre de Dios”.

Este milagro no sólo fue un acto de misericordia de parte del Señor con el paralítico, a quien primero perdonó los pecados, para que creyera que podía ser sano, también fue un milagro que dio evidencia indiscutible, de que Jesús era y es Dios; y como Dios, tiene toda autoridad para perdonar pecados y sanar cualquier enfermedad.

Jesucristo sigue ofreciendo ese perdón a todos aquellos que estén dispuestos a arrepentirse de sus pecados y creer en su Nombre, porque Él lo hizo posible por medio de su muerte en la cruz y al resucitar corporalmente de entre los muertos. (Juan 3:16; 6:35; Romanos 10:9-10).

CONCLUSIONES

Esta historia revela la importancia de una fe intercesora, DIGNA DE IMITAR. Jesucristo perdonó y sanó al paralítico, al ver la fe emprendedora de sus amigos. Hagamos lo mismo con nuestra familia, amigos y compañeros de trabajo.

Esta historia nos enseña que nuestra fe debe estar puesta sólo en Jesucristo. Los cuatro hombres creyeron que sólo Jesús podía sanar a su amigo el paralítico. Y así fue.

Esta historia nos confirma que Jesucristo conoce nuestros más íntimos pensamientos. Nada hay oculto a sus ojos.

Esta historia demuestra que un encuentro con Jesús puede cambiar la vida de cualquier persona para toda la vida.

Pensamiento final: La fe no es creer que Dios puede hacerlo, sino que lo hará. Es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”

[1] Wood, G. O. (2015). Intrépido: Cómo es que Jesús lo cambia todo (M. Gallardo, Trad.; p. 55). Vital Resources.

[2] Morris, C. A. (1992). Comentario bíblico del continente nuevo: San Marcos (p. 57). Miami, FL: Editorial Unilit.

[3] Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Martínez L., M., eds. (2012). Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 15: Marcos (p. 46). Editorial Mundo Hispano.

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.

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David N. Zamora
Autor

David N. Zamora

Ministro Ordenado de las Asambleas de Dios y Pastor Principal de la Iglesia Misionera de Tampa. Con títulos en Teología y Biblia de EDISUB e ISUM. Casado con Raquel Gonzalez

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