Predicas Cristianas
Predicas cristianas predica de hoy: Guardar la Palabra de Dios
Predica cristiana lectura bíblica de hoy: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.” Salmo 119:11
Introducción
Vivir rectamente y guardar la Palabra de Dios es esencial para nuestra vida cristiana. En un mundo lleno de distracciones y tentaciones, es crucial que nos mantengamos firmes en los caminos de Dios. La Biblia nos enseña repetidamente la importancia de meditar en la Palabra de Dios. Observar Sus decretos y aplicarlos a nuestras vidas según Su voluntad, no acomodándolos a nuestra conveniencia.
El Salmo 119:105 dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino“. Este versículo nos recuerda que la Palabra de Dios es nuestra guía en cada paso que damos. Meditar en ella y aplicarla correctamente a nuestras vidas nos permite vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y no según nuestros propios deseos.
Guardar la Palabra de Dios implica más que solo leerla; significa atesorarla en nuestros corazones y vivir de acuerdo con ella. En Santiago 1:22 se nos exhorta diciendo: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos“. Este llamado a la acción nos recuerda que debemos vivir conforme a las enseñanzas de la Biblia y permitir que transforme nuestras vidas. La meditación constante en la Palabra de Dios nos permite internalizar Sus enseñanzas y vivir conforme a ellas.
En este estudio, exploraremos la importancia de guardar la Palabra de Dios, vivir rectamente andando en Sus caminos, meditar en Su Palabra, observar Sus decretos y aplicarlos a nuestra vida según Su voluntad. Utilizaremos versículos bíblicos y citas de teólogos reconocidos para ilustrar estos puntos, asegurando una comprensión clara y accesible.
I. Guardar la Palabra de Dios
a. Meditar en la Palabra de Dios
Meditar en la Palabra de Dios nos ayuda a internalizar Sus enseñanzas y aplicarlas en nuestra vida diaria. En Josué 1:8, se nos instruye: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien“. Meditar en la Palabra de Dios nos permite entender Su voluntad y vivir conforme a ella.
Además, en el Salmo 1:2, leemos: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche“. La meditación constante en la Palabra de Dios nos permite mantener nuestra mente y corazón enfocados en Sus caminos. Es un acto de dedicación diaria que fortalece nuestra relación con Dios y nos guía en nuestras decisiones.
John Stott, un conocido teólogo, señaló: “La meditación en la Palabra de Dios es una disciplina esencial para el crecimiento espiritual”. Al dedicar tiempo a reflexionar sobre las Escrituras, permitimos que la verdad de Dios penetre en nuestras vidas y nos transforme desde adentro. Este proceso de meditación nos ayuda a discernir la voluntad de Dios y a vivir conforme a Sus principios.
b. Observar los decretos de Dios
Observar los decretos de Dios significa obedecer Sus mandamientos y vivir según Sus preceptos. En Deuteronomio 11:1, se nos dice: “Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días“. La obediencia a los mandamientos de Dios es una expresión de nuestro amor y compromiso hacia Él.
Además, en Juan 14:15, el Señor nos dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos“. La obediencia a los mandamientos de Dios es una manifestación tangible de nuestro amor por Él. Al observar Sus decretos, demostramos nuestra devoción y nuestro deseo de vivir conforme a Su voluntad.
Charles Spurgeon dijo: “La verdadera obediencia es la prueba más alta de nuestro amor a Dios”. Observar los decretos de Dios no es solo una cuestión de conformidad externa, sino una expresión sincera de nuestro compromiso con Él. Al obedecer a Dios, mostramos que valoramos Su sabiduría y Su guía en nuestras vidas.
c. Aplicar la Palabra a nuestra vida
Aplicar la Palabra de Dios a nuestra vida implica vivir de acuerdo con Sus enseñanzas y no adaptarlas a nuestra conveniencia. En Santiago 1:22 se nos exhorta diciendo: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos“. Así que como podemos apreciar, no basta con conocer la Palabra de Dios; debemos vivir conforme a ella y permitir que transforme nuestras vidas.
En Colosenses 3:16, Pablo nos exhorta diciendo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales“. Hermanos, la aplicación de la Palabra de Dios a nuestra vida diaria nos capacita para vivir vidas que glorifican a Dios y para edificar a los demás.
A.W. Tozer dijo: “La Palabra de Dios debe ser la autoridad final en nuestras vidas”. Al aplicar las enseñanzas de la Biblia, permitimos que la verdad de Dios guíe nuestras decisiones y acciones. Esto requiere un compromiso continuo de vivir según los principios de Dios y no según nuestros propios deseos.
Al guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones, nos preparamos para vivir rectamente y andar en Sus caminos.
II. Vivir Rectamente Andando en los Caminos de Dios
a. Caminando en la verdad
Caminar en la verdad implica vivir de acuerdo con la Palabra de Dios y ser un testimonio de Su amor y justicia. En 3 Juan 1:4, leemos: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad“. Vivir en la verdad de Dios nos permite ser ejemplos de Su amor y justicia en el mundo.
Además, en Efesios 4:1, el apóstol Pablo nos exhorta diciendo: “Yo, pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados“. Caminar en la verdad es una llamado a vivir de manera digna del llamado que hemos recibido como hijos de Dios. Nuestra vida debe reflejar los principios y valores del Reino de Dios.
John Stott escribió: “La verdad de Dios no es solo para ser conocida, sino para ser vivida”. Caminar en la verdad significa aplicar las enseñanzas de la Biblia a nuestra vida diaria y ser testigos fieles del amor y la justicia de Dios en todas nuestras interacciones.
b. Dependiendo de la guía de Dios
Dependemos de la guía de Dios para vivir rectamente y tomar decisiones que honren Su nombre. En Proverbios 3:5-6, se nos aconseja: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas“. Confiar en Dios y seguir Su guía nos asegura que estamos viviendo conforme a Su voluntad.
Además, en el Salmo 32:8, Dios promete: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos“. Esta promesa nos asegura que Dios nos guiará y nos mostrará el camino correcto. Dependiendo de Su guía, podemos tomar decisiones que honren Su nombre y reflejen Su carácter.
A.W. Tozer dijo: “La fe verdadera no es pasiva; siempre lleva a la acción”. Dependemos de la guía de Dios no solo para recibir dirección, sino para actuar conforme a Su voluntad. Esta dependencia activa nos permite vivir vidas que glorifican a Dios y que impactan positivamente a quienes nos rodean.
c. Renunciando a nuestros propios caminos
Vivir rectamente significa renunciar a nuestros propios caminos y deseos para seguir los caminos de Dios. En Isaías 55:8-9, Dios nos recuerda: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos“. Reconocer la superioridad de los caminos de Dios nos ayuda a someternos a Su voluntad y vivir conforme a ella.
Además, en Mateo 16:24, Jesús nos llama a tomar nuestra cruz y seguirle: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame“. Renunciar a nuestros propios caminos implica sacrificio y una entrega total a los propósitos de Dios.
John Piper escribió: “La vida cristiana no es solo difícil; es imposible sin la ayuda del Espíritu Santo”. Renunciar a nuestros propios caminos y seguir los de Dios requiere la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Solo con Su ayuda podemos vivir conforme a la voluntad de Dios y experimentar la plenitud de Su propósito para nosotros.
Al vivir rectamente según los caminos de Dios, debemos meditar constantemente en Su Palabra para mantenernos firmes en Su verdad.
III. Meditar en la Palabra de Dios
a. La importancia de la meditación diaria
La meditación diaria en la Palabra de Dios nos ayuda a mantenernos enfocados en Sus enseñanzas y a fortalecer nuestra relación con Él. El Salmo 1:2 nos dice: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche“. Esta práctica nos ayuda a mantener nuestra mente y corazón alineados con la voluntad de Dios.
Además, en Filipenses 4:8, el apóstol Pablo nos exhorta diciendo: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad“. Meditar en estas cosas nos ayuda a enfocarnos en la verdad y la pureza de Dios y a vivir conforme a Sus principios.
John Stott dijo: “La meditación en la Palabra de Dios es una disciplina esencial para el crecimiento espiritual“. Al dedicar tiempo a reflexionar sobre las Escrituras, permitimos que la verdad de Dios penetre en nuestras vidas y nos transforme desde adentro. Este proceso de meditación nos ayuda a discernir la voluntad de Dios y a vivir conforme a Sus principios.
b. Encontrando dirección y consuelo
La meditación en la Palabra de Dios nos proporciona dirección y consuelo en tiempos de dificultad. En el Salmo 119:50, leemos: “Este es mi consuelo en mi aflicción, que tu palabra me ha vivificado“. La Palabra de Dios nos da esperanza y nos guía en cada situación que enfrentamos.
Además, en Romanos 15:4, se nos dice: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza“. La meditación en las Escrituras nos da esperanza y consuelo, recordándonos las promesas y la fidelidad de Dios.
Charles Spurgeon escribió: “Una Biblia que está cayendo a pedazos generalmente pertenece a alguien que no lo está”. La meditación constante en la Palabra de Dios nos fortalece y nos da la resiliencia para enfrentar las pruebas y tribulaciones de la vida. Encontramos consuelo y dirección en las Escrituras, sabiendo que Dios es fiel y que Su Palabra es verdadera.
c. Aplicando la meditación a nuestra vida diaria
Aplicar la meditación en la Palabra de Dios a nuestra vida diaria implica reflexionar sobre Sus enseñanzas y buscar maneras de vivir conforme a ellas. En Colosenses 3:16, el apóstol Pablo nos exhorta diciendo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales“. La meditación en la Palabra de Dios nos transforma y nos capacita para vivir vidas que glorifican a Dios.
Además, en Santiago 1:25, se nos anima a ser hacedores de la Palabra: “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace“. La meditación en la Palabra de Dios nos lleva a la acción y a vivir conforme a Sus enseñanzas.
A.W. Tozer dijo: “La Palabra de Dios debe ser la autoridad final en nuestras vidas”. Al aplicar las enseñanzas de la Biblia, permitimos que la verdad de Dios guíe nuestras decisiones y acciones. Esto requiere un compromiso continuo de vivir según los principios de Dios y no según nuestros propios deseos.
Al meditar en la Palabra de Dios, también debemos observar Sus decretos y aplicarlos a nuestra vida, asegurándonos de no adaptarlos a nuestra conveniencia.
IV. Observando Sus Decretos y Aplicándolos a Nuestra Vida
Observar los decretos de Dios y aplicarlos a nuestra vida es esencial para vivir conforme a Su voluntad y no según nuestros propios deseos.
a. La obediencia a los mandamientos de Dios
La obediencia a los mandamientos de Dios es una demostración de nuestro amor y compromiso hacia Él. En Juan 14:15, Jesús dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos“. Obedecer los mandamientos de Dios muestra nuestra devoción y nuestra disposición a seguir Sus caminos.
Además, en Deuteronomio 11:1, se nos dice: “Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días“. La obediencia a los mandamientos de Dios es una expresión de nuestro amor y compromiso hacia Él.
Charles Spurgeon dijo: “La verdadera obediencia es la prueba más alta de nuestro amor a Dios”. Observar los decretos de Dios no es solo una cuestión de conformidad externa, sino una expresión sincera de nuestro compromiso con Él. Al obedecer a Dios, mostramos que valoramos Su sabiduría y Su guía en nuestras vidas.
b. No adaptar la Palabra de Dios a nuestra conveniencia
Es crucial que no adaptemos la Palabra de Dios a nuestra conveniencia, sino que vivamos conforme a Su verdad. En Deuteronomio 4:2, se nos advierte: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene“. La integridad en nuestra obediencia a la Palabra de Dios es fundamental para una vida recta.
Además, en Apocalipsis 22:18-19, se nos advierte sobre alterar la Palabra de Dios: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro“. La fidelidad a la Palabra de Dios es crucial para nuestra vida espiritual.
John Stott dijo: “La Palabra de Dios es la norma final de verdad”. No debemos adaptar las enseñanzas de la Biblia a nuestros propios deseos, sino vivir conforme a su verdad inmutable. Esta fidelidad nos permite vivir vidas que honran a Dios y que reflejan Su carácter.
c. Vivir según la manera de Dios
Vivir según la manera de Dios implica renunciar a nuestros propios deseos y seguir Sus caminos. En Romanos 12:2, Pablo nos exhorta: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta“. La renovación de nuestra mente a través de la Palabra de Dios nos permite vivir según Su voluntad y no la nuestra.
Además, en Mateo 6:33, el Señor nos llama a buscar primero el Reino de Dios: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas“. Vivir según la manera de Dios significa poner Su Reino y Su justicia en primer lugar en nuestras vidas.
A.W. Tozer dijo: “La voluntad de Dios es la verdadera medida de todas las cosas”. Vivir conforme a la manera de Dios implica una entrega total a Su voluntad y una renuncia a nuestros propios deseos. Al hacerlo, encontramos verdadera satisfacción y propósito en nuestra vida.
Aplicando estos principios a nuestra vida diaria, podemos asegurarnos de vivir conforme a la voluntad de Dios y no según nuestros propios deseos.
Aplicación Práctica
Para vivir conforme a la Palabra de Dios y no a nuestra manera, debemos aplicar estos principios de manera práctica en nuestra vida diaria.
a. Compromiso diario con la Palabra de Dios
Comprometámonos a leer y meditar en la Palabra de Dios diariamente. Este hábito nos ayudará a mantenernos enfocados en Sus enseñanzas y a vivir conforme a Su voluntad. Al dedicar tiempo cada día para estudiar la Biblia, fortalecemos nuestra relación con Dios y nos equipamos para enfrentar los desafíos de la vida.
Además, en el Salmo 119:11, el salmista declara: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti“. Guardar la Palabra de Dios en nuestro corazón nos protege del pecado y nos guía en la rectitud.
b. Oración por sabiduría y discernimiento
Oremos diariamente por sabiduría y discernimiento para entender y aplicar correctamente la Palabra de Dios. En Santiago 1:5, se nos dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada“. La oración nos conecta con Dios y nos ayuda a comprender Su voluntad.
Además, en Efesios 1:17, Pablo ora para que los creyentes reciban sabiduría y revelación: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él“. La oración por sabiduría nos ayuda a discernir la voluntad de Dios y a vivir conforme a Sus enseñanzas.
c. Obediencia incondicional a la Palabra de Dios
Decidamos obedecer la Palabra de Dios incondicionalmente, sin adaptarla a nuestra conveniencia. La obediencia a Dios debe ser nuestra prioridad, y debemos buscar vivir conforme a Sus mandamientos en todas las áreas de nuestra vida. Al hacerlo, demostramos nuestro amor y compromiso hacia Él.
En Juan 15:10, el Señor dice: “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor“. La obediencia a la Palabra de Dios nos permite permanecer en Su amor y experimentar Su presencia.
d. Reflexión y autoexamen
Reflexionemos regularmente sobre nuestras acciones y pensamientos, asegurándonos de que estén alineados con la Palabra de Dios. El autoexamen nos ayuda a identificar áreas en las que necesitamos crecer y a corregir cualquier desviación de los caminos de Dios. Al ser honestos con nosotros mismos, permitimos que Dios trabaje en nuestras vidas y nos transforme.
En 2 Corintios 13:5, Pablo nos exhorta diciendo: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?“. El autoexamen nos ayuda a mantenernos firmes en la fe y a vivir conforme a los principios de Dios.
e. Participación en la comunidad de fe
Involucrémonos activamente en nuestra comunidad de fe, buscando apoyo y rendición de cuentas. La comunidad cristiana nos brinda la oportunidad de crecer juntos en la fe, de animarnos unos a otros y de vivir conforme a los principios de la Palabra de Dios. Al compartir nuestras experiencias y aprendizajes, fortalecemos nuestra relación con Dios y con los demás.
En Hebreos 10:24-25, se nos exhorta: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca“. La comunidad de fe nos ayuda a mantenernos enfocados en Dios y a perseverar en nuestro caminar cristiano.
Conclusión
Guardar la Palabra de Dios y vivir rectamente según Sus caminos es fundamental para nuestra vida cristiana. Meditar en Su Palabra, observar Sus decretos y aplicarlos a nuestra vida nos permite vivir conforme a Su voluntad y no según nuestros propios deseos.
El Salmo 119:105 nos recuerda: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino“. Al seguir la guía de la Palabra de Dios, encontramos dirección y fortaleza para vivir de manera que honra a Dios.
Recordemos las palabras de Josué 1:8: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien“. Al meditar y obedecer la Palabra de Dios, experimentamos la bendición de Su guía y Su presencia en nuestras vidas.
Que nuestra oración sea siempre por sabiduría, fortaleza y discernimiento para vivir conforme a la voluntad de Dios. Confiemos en Su Palabra y busquemos Su guía en cada aspecto de nuestra vida, sabiendo que Sus caminos son perfectos y que Su voluntad es buena, agradable y perfecta.
© Ramón López. Todos los derechos reservados.
Exelente predica hermano muy poderosa y edificante siga así siendo un instrumento poderoso de Dios Todopoderoso