El camino de la tentación

Franklin Riera

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El camino de la tentación

El camino de la tentación

4.7
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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: El camino de la tentación

Tema: Desviandonos del propósito de Dios

INTRODUCCIÓN

Hoy exploraremos cómo las tentaciones cotidianas pueden desviarnos del propósito que Dios tiene para nuestras vidas. A menudo, lo que parece inofensivo o incluso gratificante a corto plazo puede alejarnos silenciosamente de la voluntad divina. A través del relato de las tentaciones de Jesús en el desierto, descubriremos cómo el pan, la gloria de los hombres y la ostentación pueden desviar nuestros corazones de Dios.

I. EL PAN Y EL PLACER (Mateo 4:1-4)

Jesús después de 40 días sin comer tenía mucha hambre al igual que él cuando más necesidad tenemos llega Satanás para decirnos que lo merecemos ya que te has esforzado tanto y mereces un poco de placer, en ese momento algo tan sencillo como un pan puede ser la herramienta para alejarnos de los propósitos de Dios.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, permítanme compartir con ustedes un momento crucial en la vida de nuestro Señor Jesucristo, que nos enseña una lección profunda sobre las tentaciones que enfrentamos en nuestras propias vidas.

Imaginen a Jesús, después de cuarenta días de ayuno en el desierto, enfrentando una intensa hambre física. En ese momento de vulnerabilidad extrema, Satanás se acerca para tentarlo. La Escritura nos relata en Mateo 4:1-4 cómo Satanás sugiere a Jesús que convierta las piedras en pan para satisfacer su necesidad inmediata de alimento. Parece una sugerencia inocente, ¿verdad? Después de todo, Jesús estaba hambriento y tenía el poder para realizar ese milagro.

Sin embargo, Jesús nos enseña una lección invaluable en su respuesta: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Esta respuesta no es simplemente una negativa a satisfacer su hambre física de manera inmediata, sino una afirmación de que la verdadera satisfacción no proviene de los placeres materiales, sino de la comunión con Dios y de seguir su voluntad.

Esta afirmación de Jesús está basada en una cita del Antiguo Testamento, específicamente en Deuteronomio 8:3, donde Moisés le recuerda al pueblo de Israel que Dios los sustentó en el desierto durante cuarenta años, no solo con alimento físico, sino también con su Palabra. Jesús, al citar este pasaje, nos está mostrando que, así como el pueblo de Israel dependía de Dios para su sustento físico y espiritual en el desierto, nosotros también debemos depender de Él en todas las áreas de nuestras vidas, incluso cuando enfrentamos necesidades inmediatas y tentaciones apremiantes.

LA TENTACIÓN

Entonces, ¿Cómo podemos aplicar esto a nuestras vidas diarias? Los animo a que reflexionemos juntos. ¿En qué áreas de nuestras vidas estamos buscando satisfacción inmediata en lugar de buscar la voluntad de Dios? ¿Qué placeres temporales nos están apartando de una relación más profunda con Él?

Que este pasaje nos sirva de recordatorio para priorizar la búsqueda de la voluntad de Dios sobre nuestras propias necesidades y deseos inmediatos. Que podamos encontrar verdadera satisfacción y plenitud al buscar primero Su reino y Su justicia.

Por lo tanto, aprendamos de Jesús en el desierto. Recordemos que la verdadera satisfacción y plenitud no se encuentran en la búsqueda de placeres momentáneos y materiales, sino en buscar la voluntad de Dios y depender de Él en todo momento. Que podamos alimentarnos no solo del pan físico, sino también de cada palabra que sale de la boca de Dios, encontrando así la verdadera satisfacción y el propósito en nuestras vidas.

II. LA GLORIA DE LOS HOMBRES (Mateo 4:5-7)

Satanás llevó a Jesús al pináculo del templo y le ofreció la oportunidad de ganar reconocimiento y gloria ante los hombres. Pero Jesús rechazó esta oferta, recordándonos que la verdadera grandeza proviene de servir a Dios y no de buscar el aplauso de otros. Buscar la gloria de los hombres nos aleja de la humildad y nos lleva por caminos de orgullo y egoísmo.

Queridos hermanos y hermanas, ahora nos sumergiremos en otro episodio crucial en la vida de nuestro Señor Jesucristo, donde enfrentó la tentación de buscar la gloria de los hombres en lugar de seguir la voluntad de Dios.

Imaginen a Jesús en la cima del templo, con Satanás a su lado, ofreciéndole la oportunidad de realizar un acto espectacular que seguramente le ganaría la admiración y el reconocimiento de todos. Satanás sugirió que Jesús se lanzara desde el pináculo del templo y que los ángeles lo sostendrían, demostrando así su divinidad de una manera impactante. Para muchos, este acto habría asegurado la aclamación pública como el Mesías esperado.

Sin embargo, Jesús rechaza esta oferta tentadora con una respuesta basada en la Palabra de Dios: “Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4:7). En esta respuesta, Jesús nos enseña que la verdadera grandeza no proviene de buscar el aplauso y la admiración de los hombres, sino de obedecer fielmente a Dios y servirle con humildad.

La cita que Jesús emplea proviene de Deuteronomio 6:16, donde Moisés advierte al pueblo de Israel que no pongan a prueba al Señor, como lo hicieron en el desierto cuando demandaron señales milagrosas en lugar de confiar en su fidelidad. Jesús nos recuerda que buscar la gloria de los hombres mediante acciones espectaculares es poner a prueba a Dios y desviar nuestra lealtad de Él hacia el reconocimiento humano.

Imagina a alguien que constantemente busca el reconocimiento y la admiración de sus colegas y superiores, siempre buscando destacar mediante acciones espectaculares o buscando ascensos y reconocimientos a toda costa.

Este profesional puede sacrificar principios éticos y valores morales en su afán de destacar y ser admirado por los demás. Podría incluso llegar al extremo de poner a prueba la paciencia y la gracia de Dios, buscando resultados inmediatos y espectaculares en lugar de confiar en la fidelidad y el tiempo perfecto de Dios.

Sin embargo, este enfoque podría llevarlo por un camino de orgullo, egoísmo y vacío espiritual. Aunque pueda obtener reconocimiento humano y alcanzar ciertos niveles de éxito, la verdadera grandeza y satisfacción duradera provienen de servir a Dios con humildad y fidelidad en todas las áreas de su vida.

Por lo tanto, insto a cada uno de ustedes a reflexionar sobre sus propias actitudes y motivaciones en su lugar de trabajo o en cualquier otro aspecto de sus vidas. ¿Están buscando constantemente el reconocimiento y la admiración de los demás, incluso si eso significa sacrificar principios y valores fundamentales? ¿O están priorizando obedecer fielmente a Dios y servirle con humildad, confiando en que su recompensa es mucho mayor que cualquier reconocimiento humano?

Por lo tanto, aprendamos de Jesús en el templo. Recordemos que la verdadera grandeza yace en obedecer a Dios con humildad y fidelidad, en lugar de buscar el aplauso y la admiración de los demás. Que podamos renunciar al orgullo y al egoísmo que nos llevan por caminos de vanidad, y en su lugar, buscar la gloria de Dios en todas nuestras acciones y decisiones. Que nuestra mayor aspiración sea servirle fielmente, sabiendo que en Él encontramos verdadera grandeza y satisfacción.

III. LA OSTENTACIÓN (Mateo 4:8-11)

Finalmente, Satanás intentó seducir a Jesús ofreciéndole todos los reinos del mundo. A menudo, nos enfrentamos a la tentación de buscar el éxito material y la riqueza sin tener en cuenta los valores del Reino de Dios. Sin embargo, Jesús nos muestra que el verdadero tesoro radica en una relación íntima con Dios, y que cualquier atajo que nos aparte de este camino es una ilusión que nos aleja de Su propósito.

Hermanos y hermanas, reflexionemos juntos sobre un momento crucial en la vida de nuestro Salvador, Jesucristo, donde enfrentó la tentación de buscar el éxito material y la riqueza a expensas de los valores del Reino de Dios.

Imaginen a Jesús en el desierto, con Satanás ofreciéndole todos los reinos del mundo y su gloria. ¿No sería tentador para cualquiera tener poder, riqueza y dominio sobre todas las naciones? Sin embargo, Jesús rechazó esta oferta con determinación, reconociendo que el verdadero tesoro no reside en las posesiones terrenales, sino en una relación íntima con Dios.

Jesús nos enseña una lección profunda al responder: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mateo 4:10). En esta respuesta, Jesús nos recuerda que nuestra prioridad debe ser adorar y servir a Dios, en lugar de buscar la gratificación egoísta de nuestros deseos terrenales.

La cita que Jesús emplea proviene de Deuteronomio 6:13, donde Moisés instruye al pueblo de Israel a adorar y servir solo a Dios, y a no inclinarse ante otros dioses. Jesús nos muestra que la verdadera riqueza y satisfacción se encuentran en una relación íntima con el Creador, y que cualquier atajo que nos aleje de esta comunión es una ilusión que nos aparta del propósito de Dios.

Por lo tanto, aprendamos de la sabiduría de Jesús en el desierto. Reconozcamos que el verdadero tesoro no se encuentra en la acumulación de riquezas materiales o en la búsqueda del éxito según los estándares del mundo, sino en una relación íntima con Dios. Que nuestras vidas estén centradas en adorar y servir a Dios, y en buscar su voluntad en todas las cosas. Que rechacemos las tentaciones de buscar atajos y gratificaciones egoístas, y que nos entreguemos por completo al propósito eterno de nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

En nuestras vidas diarias, nos enfrentamos a numerosas tentaciones que nos alejan del propósito de Dios. Ya sea el deseo de placer inmediato, la búsqueda de reconocimiento humano o la seducción de la riqueza y la ostentación, debemos recordar el ejemplo de Jesús en el desierto. Al mantener nuestros ojos fijos en Dios y en su voluntad para nuestras vidas, podemos resistir las tentaciones que amenazan con desviarnos del camino que Él ha trazado para nosotros. Que podamos encontrar fortaleza en la oración, la Palabra de Dios y la comunidad de creyentes mientras perseveramos en seguir su voluntad en todo momento.

© Franklin Riera. Todos los derechos reservados.

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Franklin Riera
Autor

Franklin Riera

Magister en Teologia y Estudios Biblicos, Lic. en Teología Pastoral y Estudios Transculturales. Pastor de la Iglesia del Pacto Evangélico del Ecuador por 20 años.

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