Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Predica de Hoy: Jesús – En los negocios de mi Padre
Lectura Bíblica Principal: Lucas 2:39–52
Serie: Certidumbre en medio de Incertidumbre
INTRODUCCIÓN
Esta es otra historia preciosa de este libro. Nadie como Lucas para dibujar la infancia de Jesús, el único escritor que la ha narrado tan detalladamente. ¿Dejó alguna vez a su hijo en algún sitio olvidado después de estar en alguna fiesta? ¿Cómo fue su reacción?
¿Qué pensamientos vinieron a su mente cuando eso ocurrió? Pues imagínese a José y a María con su angustia, regresando de camino de un día, y no fue sino hasta el tercer día cuando lo encontraron. La niñez de Jesús levanta varias preguntas de esa etapa respecto a algunos relatos increíbles que surgieron.
Según el libro apócrifo de Tomás, a los 5 años Jesús se encontró con otros niños jugando en el vado de un riachuelo, recogió agua sucia y la puso en un lugar y luego la purificó con una sola palabra.
Después tomó arcilla de barro e hizo 12 gorriones; era sábado aquel día. Un niño judío vio lo que Jesús hizo y salió corriendo para decirle a su padre José, y José lo reprendió. Acto seguido, el Jesús de 5 años les dio una palmada a los gorriones, diciendo: “Id, volad como seres vivos”. Y los gorriones echaron a volar en presencia de todos. Esta y otras historias son narradas en libros no inspirados, por consiguiente, no son historias reales, son apócrifas. Lo que sí sabemos es la historia de Lucas contada hasta los 12 años.
¿Cómo nos imaginamos la infancia de Jesús? ¿Qué clase de niño fue Jesús? ¿Era perfecto en todo lo que hacía? ¿Nunca lloró cuando era un bebé? Por cierto, hay un himno de navidad que dice eso: “El pequeño Señor Jesús no llora”. ¿De verdad? ¡¿Nunca lloró?! ¡No!
Jesús lloró como bebé y después lloró como adulto. Ese concepto del “niño milagroso” no es bíblico. Jesús fue un niño normal y los versículos 40 y 52 lo confirman. La única diferencia de Jesús con los demás niños de su edad fue su vida sin pecados. Entonces, ¿qué significó la presencia de Jesús en el templo cuando lo visitó a los doce años?
I. CONOCER LA CASA DE SU VERDADERO PADRE
a. Los padres de Jesús eran fieles a la casa de Dios (vers. 41)
Este es un texto singular. Nada produce hijos más apegados al Señor que la consagración de sus padres en la casa del Señor, y esto pasó con José y María. Había tres fiestas anuales a las que los hombres judíos debían asistir: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos.
José era un hombre devoto y se tomaba muy en serio la adoración a Dios, siendo ejemplo para toda su familia. Siempre es así. Si el esposo y padre toma la iniciativa en la familia, su familia lo seguirá. El texto nos dice que ellos iban al templo todos los años, especialmente para la fiesta de la pascua judía. Como quiera que haya sido, Jesús comenzó a visitar a Jerusalén en su niñez, y especialmente para la fiesta de la Pascua.
Para un niño judío, la costumbre ir a la Pascua a los 12 años era como la preparación para convertirse en un “hijo de la ley” lo cual sucedería a los 13 años. Así que esto fue un gran rito de iniciación para un niño judío. Los padres responsables se aseguran de cultivar en sus hijos el apego a la Palabra. Era la fiesta más importante para recordar, como ahora recordamos la navidad y la semana santa.
b. La importancia de la fiesta de la pascua para Jesús (vers. 42)
Si Jesús vio por primera vez la celebración de la Pascua, aquella experiencia debió quedarse grabada en su corazón. ¿Por qué decimos esto? Porque la pascua es el más completo símbolo que tipifica la vida de Jesús como Mesías. Fue Pablo quien nos dejó esta verdad: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado” (1 Corintios 5:7).
La primera pascua fue celebrada la noche antes que Israel saliera de Egipto (Éxodo 12). Cada familia judía debería sacrificar un cordero sin mancha, y poner la sangre en el dintel de su casa y al pasar el ángel destructor, aquella casa quedaría a salvo. ¿Cuál era el significado de aquella ceremonia? Que Dios perdonó a los hijos de Israel no porque fueron mejores, sino porque un cordero sin mancha murió en su lugar, y su sangre cubrió la casa.
Pero la sangre de aquel cordero en la puerta de las casas era la sombra de una verdad más grande, porque el “cordero pascual” fue sacrificado para los pecados temporales, pero vendría más adelante “el Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo, según el anuncio Juan el Bautista anunció. Jesucristo a los 12 años seguramente vio cómo el sacerdote degollaba al cordero, y un día él sería degollado ofreciendo su propia vida en la cruz. Cristo fue el Cordero de la pascua para el perdón de pecado.
II. QUEDARSE PARA INDAGAR EN LA CASA DE SU PADRE
a. La única “desobediencia” de Jesús a sus padres (vers. 44)
Este texto nos pudiera hacer pensar en la única “desobediencia” de Jesús en toda su vida, y se la hizo a sus padres terrenales. Pero, ¿por qué Jesús hizo esto? Lo hizo sin ninguna intención deliberada, pero si para indagar en la casa de su Padre.
La pascua duraba siete días, y aquel debió ser un buen tiempo para conocer los pormenores de la fiesta, los umbrales del templo, la casa de su Padre, pero también por la oportunidad de conocer a los maestros de la ley. Tres días “extraviado” en el templo le sirvió a Jesús para entender la importancia de la casa de su Padre, y la conexión con ella por el resto de su vida.
Lo que va a hacer Jesús después, especialmente en su encuentro con los maestros de la ley es mostrarnos todo, menos a un niño de 12 años extraviado. Sin embargo, y pensando en la juventud de ahora, hay muchos jovencitos “extraviados” en la casa del Señor, sobre todo cuando vienen al templo por una costumbre, descuidados, irreverentes, sin ninguna motivación por las cosas del Señor. Pero si alguien sabia del significado de estar en aquel lugar era Jesús, porque esa era la casa de su Padre. Esta es una buena desobediencia.
b. Camino de un día… buscando… Jesús está perdido (verss. 44-45)
Si Lucas escuchó este relato de María, aquí se deleitó en dibujar para nosotros aquella escena. La desesperación de los padres debió ser muy grande. Imagínese la escena. María viene y le pregunta a José “¿has visto a Jesús?”. José le responde: “No, yo pensé que estaba contigo”. María le dice: “Yo te lo confié a ti”, y José le responde: “Seguramente está con sus amigos en la caravana”. Pero ¡no! Jesús no estaba por allí. Ahora comenzó el desespero.
María y José entraron en pánico porque no solo estaban perdiendo a su hijo, sino también la salvación del mundo. Hay algo aquí de mayor significado: los tres días de ausencia de Jesús prefiguraban los tres días de dolor de María después de la cruz. Terriblemente asustados y ansiosos, María y José emprendieron solos el viaje de regreso a Jerusalén que duraría todo el día, y durante todo el camino gritaban por Jesús y lo buscaban.
No pudieron encontrar a su hijo. ¿Se imagina cuántos lugares visitaron y a cuánta gente le preguntaron? Tres días de angustias porque perdieron a Jesús. Aquí hay una lección: no perdamos a Jesús como les pasó a María y a José. Busquémosle hasta encontrarlo, porque llegará el día cuando ya no lo encontraremos más.
III. ENSEÑANDO EN LA CASA DE SU PADRE
a. Enseñó a los maestros de aquella casa (verss. 46-47)
Una de las cosas intrigantes de esta historia es imaginarse a un niño de 12 años en una franca conversación y argumentación con los doctores en teología que al venir a Jerusalén se quedaban después de la pascua para tratar temas teológicos de interés; y ¡sorpresa! María y José encontraron a su hijo en medio de esos hombres, quienes estaban maravillados de “su inteligencia y respuestas”.
¿Cuáles serían las preguntas? ¿Cuáles serían las respuestas? No lo sabemos. Por la reacción de aquellos doctores, los más cultos y letrados del mundo profético, y de la ley, las respuestas de Jesús produjeron en ellos la pregunta que más adelante algunos dijeron: “¿de dónde sacó este toda esta sabiduría y poder? (Mateo 13:55-57). Y en estas mismas preguntas, la gente se refería a Jesús como el hijo del carpintero, con otros hermanos y hermanas más, y hasta menospreciando su procedencia al decir que era de Nazaret.
¿No fue Natanael, quien llegó a ser su discípulo después que preguntó “y de Nazaret puede salir algo bueno?”. Y la pregunta aquí va a ser la misma ¿de dónde sacó éste tanta sabiduría capaz de enseñar a estos doctores? Jesús comenzó aquí a revelar su naturaleza divina a la vez.
b. Enseñó a los padres de su primera casa (vers. 48)
Si los doctores se asombraron del muchacho de 12 años, más asombrados estuvieron sus padres al verlo hablar en medio de ellos. Lo habían buscado por todas partes, y vieron el lugar donde lo encontraron. Esta puede ser la primera vez en sus doce años que María tuvo que corregir a Jesús, preguntando: “¿Por qué nos has hecho esto? ¿No sabías que estaríamos muertos de preocupación? Mira, tu padre y yo te hemos buscado angustiados”.
Por cierto, se da cuenta que es María quien enfrenta a su hijo. ¿Porque no lo haría José? Ahora observe cómo responde Jesús a la pregunta de María con otra pregunta. Les preguntó: “¿Por qué me buscaban? ¿Por qué están tan preocupados? ¿Por qué les fue tan difícil encontrarme? ¿No sabían que debo estar en la casa de mi Padre? No estoy hablando de la casa de José; estoy hablando de la casa de Dios. Madre me quedé atendiendo los “negocios de mi Padre”.
¿Desobedeció Jesús a sus padres? ¡No! Pero le dejó claro quién era su prioridad. Más adelante, y cuando Jesús comenzó su ministerio (Juan 2), María siguió aprendiendo de Jesús. Pero observe cómo concluye esta historia “Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos.”.
IV. TRAYENDO LA GLORIA A LA CASA DEL PADRE
a. Los umbrales del templo debieron templar cuando Jesús entró (Isaías 6:4)
El templo tuvo el lugar santísimo reservado para la gloria de Dios a través del arca del pacto. Pero cuando se dio el exilio esa gloria dejó al templo (Ezequiel 10). Con la destrucción del templo se perdió el arca, y aunque el pueblo que regresó del exilio reconstruyó el templo, no tuvo otra vez aquella gloria del pasado. El templo mantuvo su majestuosidad, pero sin la gloria antigua. ¿Qué paso cuando Jesús entró al templo a los 12 años?
Que los cimientos del templo se volvieron a conmover. A esa edad está entrando otra vez la gloria de Dios al templo. Bien podemos afirmar que, después de muchos años de silencio (más de 400 años) desde que la gloria de Dios abandonó el templo, ahora regresa por medio de Cristo cuando Él dijo a sus padres: “en los negocios de mi Padre me es necesario estar”. Entre esos “negocios” estaba la manifestación de la gloria suspendida.
No fue, pues, raro después leer a Juan, diciendo: “… (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Por supuesto que José y María no entendieron aquellas Palabras, porque al final Jesús tenía su hogar y era con sus padres donde debería estar.
b. El templo fue totalmente destruido por la profecía hecha (Mateo 24:2).
¿Se ha puesto a pensar por qué Jesús profetizó la destrucción del templo de Jerusalén? Veamos esto así. Si bien Él echó a los mercaderes fuera del templo, y allí dijo lo que opinaba de la casa de su Padre (Mateo 21:13), los discípulos al ponderar la belleza de aquel templo, Jesús dio su sentencia final (Mateo 24:2).
Esa profecía se cumplió, porque en el año 70 d. C. el templo fue destruido. Esa profecía iba a dar lugar a las palabras de Juan 4:23, cuando Jesús le dijo a la mujer samaritana que, “los verdaderos adoradores, adorarán en espíritu y en verdad”. ¿Qué quiso decir Jesús con esto?
Que vendría el día cuando el Señor habitaría en un templo, no hecho de piedras, sino el de corazón, como en efecto ha sido confirmado después: “Vosotros, pues, sois templos del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19-20), pero, además, vosotros “sois piedras vivas… y casa espiritual” (1 Pedro 2:5).
Volviendo a la infancia de Jesús, y su significado y valor de ir a la casa de su Padre, Jesús sabía que ese edificio era símbolo de cosas mayores. Los “negocios de su Padre” iban más allá de una casa física, porque ahora Cristo está a Su mano derecha, completando el plan de los “negocios de su Padre”.
CONCLUSIÓN
¿Sabía usted que la pregunta de Jesús aquí fueron sus primeras palabras? Entonces, ¿qué se esconde detrás de esas palabras? Jesús les enseñó a sus padres terrenales que su prioridad eran los negocios de su Padre celestial. No siempre mis negocios son los de Dios.
No siempre los negocios del Padre son nuestros negocios. La frase “me es necesario” resume cuál debe ser mi primer lugar. No hay lugar mejor para un creyente que estar en la casa del Señor. Cuántas veces decimos “yo me alegré con lo que me decían: a la casa de Jehová iremos” (Salmo 122:1); pero, ¿en verdad deseo la casa de Dios?
Entonces ¿qué significaron aquellas primeras palabras de Jesús? Que si vengo a la casa de Dios debo estar ocupado en su casa. Cuántas veces estamos en la iglesia, pero nuestro corazón y atención están en otras cosas. Por último, hay una verdad final con la pregunta de Jesús: que aun estando en la casa del Señor podría olvidar al Señor de la Casa, y usted viene a la casa para tener un encuentro con el Señor de la casa.
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Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.