Juan el Bautista

Julio Ruiz

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Juan el Bautista - Uno más grande que yo

Juan el Bautista

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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Juan el Bautista – Uno más grande que yo

Predica Cristiana Lectura Bíblica: Lucas 3:1-18

Serie: Certidumbres en Tiempos de Incertidumbre

INTRODUCCIÓN

He escuchado pocos sermones acerca de Juan el Bautista, pero si he escuchado y he predicado muchos acerca de Pablo, Pedro y otros hombres destacados en la Biblia. Tengo la impresión de que Juan el Bautista es una persona ignorada por muchos de los que exponemos las Escrituras.

Espero hacer mi aporte en la vida de un hombre singular y extraordinario, profetizado desde el Antiguo Testamento, y con quien realmente comienza el Nuevo Testamento. Jesús todavía no está en la escena pública, porque lo único que hasta ahora sabemos fue aparición a los 12 años. Juan es el personaje principal de esta primera parte de Lucas. Su misión fue preparar el lugar para la llegada del Mesías.

¡Qué privilegio tuvo Juan el Bautista! Pero al hacer un análisis de la vida del último de los profetas, desde el punto de vista del mundo, Juan podría juzgarse como un fracasado. Juan no tuvo una carrera muy exitosa. Él estuvo aislado, viviendo en el desierto, sin tener mucha vida social. Su ministerio fue breve, doloroso y terminó preso donde le cortaron la cabeza.

Pero fue en medio de esa brevedad de su vida, y consciente de cuál era su llamado y ministerio, que reveló su
carácter y la grandeza de su humildad, cuando dijo: “… pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado…” (vers. 16).

Cuando Juan habló de “uno más grande que yo” sentía que el Hijo de Dios era infinitamente superior a él y su mayor honra sería ser el más humilde de los siervos al usar la metáfora de la correa del calzado. Y de esta declaración tomamos nuestro texto para hablar de la poderosa vida de Juan, vista en toda su vida y ministerio.

Ningún ejemplo nos hará más bien para aprender de la humildad, considerada una de las más grandes virtudes como la vida de aquel hombre solitario. Veámosla esto en el carácter de Juan.

I. SIENDO EL MISMO A PESAR DE SU ELECCIÓN ANTICIPADA

a. Profetizado antes de su aparición (Isaías 40:3-5; Malaquías 4:5)

Con la llegada de Juan, Dios tuvo su plan maestro en acción. Jesús no vendría sino hasta la llegada del embajador que anunciaría su venida, profetizada previamente por Isaías y por Malaquías. Isaías describió perfectamente el ministerio de quien iba estar presente antes que Cristo apareciera, y años después lo hizo Malaquías. En esto hay algo interesante. ¿Hubiera venido Cristo sin el anuncio previo de Juan? ¡Seguramente que sí!

Pero la presencia de Juan el Bautista en el escenario público fue el anticipo de la llegada de uno “más grande”. Ya hemos hablado del milagro de su nacimiento. Juan el Bautista nació de dos padres que pudieron ser sus bisabuelos, y desde la profecía de Malaquías hasta su aparición, pasaron 400 años de silencio.

Juan pudo haber adoptado una actitud de presunción, porque de acuerdo con las expectativas mesiánicas él pudo asumir la misma actitud de Satanás cuando vivió cerca de la gloria de Dios, pretendiendo ser igual a Dios. Juan pudo atribuirse la manera cómo fue profetizado, y decir: “sí, yo soy el Cristo”, pero no lo hizo. Juan nos muestra lo que Pablo va a decir después: “Prefiriendo a los demás como superiores a sí mismo”

b. Comparado con Elías el que había de venir (Lucas 1:7; Mateo 11:14)

Estos textos son extraordinarios, porque el primero en profetizar de lo grande que sería ese niño fue Gabriel, quien habló del espíritu que reposaría en Juan, visto exactamente en la manera como vino del desierto predicando poderosamente la Palabra de Dios. Y aunque Juan no era Elías, en sí mismo, Jesús lo identificó como un tipo de Elías. ¿Qué pudo haber en un hombre como Juan para comparársele con Elías? ¿Sabes usted quien fue Elías?

El más grande de los profetas que no vio muerte; y fue Elías, junto con Moisés, a quien Dios escogió para aparecer con Jesús en la transfiguración. Jesús identificó a Juan como Elías en base a la expectativa de la gente, quienes sabían que, antes de llegar el Mesías, aparecería aquel profeta anunciado.

Sin embargo, así como Juan rechazó identificarse como el Mesías, lo mismo debió hacer cuando lo comparaban con Elías. ¿Tiene la gente de nuestro tiempo esta clase de humildad? ¡No, ciertamente, no! El espíritu de nuestra época es de quién quiere ser el más grande, el más visto y el más popular. No queremos ser inferiores y la actitud de Juan no siempre es parte de nuestro carácter.

II. SIENDO EL MISMO AL HACER LA TAREA ENCOMENDADA

a. “Preparad el camino al Señor” (vers. 4b)

Esta profecía dicha por Isaías muchos años atrás ahora se cumple en el ministerio encomendado a Juan. Cuando vino el cumplimiento del tiempo “vino palabra de Dios a Juan”, como en los tiempos antiguos, y fue con este llamado cuando Juan salió del desierto para hacer su aparición pública en el río Jordán, como lo haría Jesucristo después en la sinagoga.

Juan entendió que su tarea era preparar el pueblo para la venida del Mesías, limpiando el camino espiritual para que Jesús pudiera comenzar su ministerio. ¡Qué privilegio tuvo hombre alguno como el hijo de Zacarías y Elisabet!

Juan supo desde el principio que su papel era de mensajero, heraldo o de embajador del Mesías, el esperado por Israel. Preparar el camino significó también su misión como parte del plan de salvación de Dios dándole a su vida un sentido de propósito y dignidad.

Sin embargo, nada de esto levantó el orgullo de este siervo. La Biblia nos dice que el hombre más manso del AT fue Moisés, pero no se dice que era el más humilde. En el NT el único hombre que se define como manso y humilde es Cristo. Pero a mi manera de ver, Juan el Bautista fue muy humilde, aunque no tan manso. Pero somos llamados para vivir ambas cosas.

b. Siendo el amigo del esposo (Juan 3:29)

La metáfora de Juan como el “amigo del esposo” siempre me ha parecido hermosa. La figura viene del AT donde Israel era comparada con la esposa, y Jehová su Esposo, según Isaías 54:5; 62:4-5. Entre los judíos, al amigo del esposo le correspondía realizar los arreglos de la boda y reunir al novio con la novia.

Su trabajo iba desde enviar las invitaciones de los novios a sus invitados, hasta chequear la habitación donde estaría la pareja por si había algún intruso. La misión terminaba cuando él escuchaba la voz de júbilo del novio anunciado la llegada de la novia. En ese momento el “amigo del esposo” abría la puerta, luego la cerraba, y una vez la pareja adentro se perdía en las penumbras de la noche, gozoso de haber cumplido con su tarea.

Juan tuvo el privilegio de unir a Cristo con su iglesia, en la llamada dispensación de la gracia. Cuando sus discípulos sintieron celos del trabajo de Jesús, y se acercaron para traerle el “chisme” de su popularidad, él dijo: “el que tiene la esposa, es el esposo”.

Juan vino para esta unión, y al oír a sus preocupados discípulos, los calmó, diciendo: “así pues, este mi gozo está cumplido”. ¿Se goza usted por el triunfo de los demás?

III. SIENDO EL MISMO EVITANDO SER COMPARADO

a. “Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo” (Juan 1:20)

¿Alguna vez quiso ser como otra persona? ¿Qué fue lo que más le gustó de esa persona? ¿Con quién se compara un jovencito que está jugando fútbol? ¿Sabía usted que Juan el Bautista tuvo todas las características del Mesías? Escúchelo con esa voz del que clama en el desierto. Obsérvelo atrayendo grandes multitudes por su verbo encendido como profeta.

Escúchelo llamando a los fariseos “generación de víboras”, y hacer “frutos dignos de arrepentimientos”. Escúchelo decirles que no confiarán que por ser “hijos de Abraham” se salvarán. Cuando los sacerdotes y levitas vinieron y le preguntaron si él era el Cristo, o Elías o uno de los profetas, Juan dijo respondió categóricamente, diciendo: “Yo no soy el Cristo”.

Juan sabía cuál era su misión, y lo último que pensaría fue ocupar el puesto que le correspondía a Cristo. La grandeza de Juan fue su humildad. No fue fácil para él mantener la presión de la sociedad, y dar el salto, y ser proclamado como Mesías. Eso estaba a un paso. No dudo que esta pudo ser su tentación. La gente estaba lista para eso. Pero no lo hizo, porque Juan amó profundamente a Cristo a quien él mismo bautizó y lo reconoció como el Cordero de Dios.

b. “… de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado” (vers. 16)

He aquí una de las más hermosas metáforas para recordarnos el valor de la grandeza de la humildad. Si bien Juan tuvo todo para ser un hombre grande, y el más famoso de su tiempo, él prefirió ocupar el lugar de un siervo. Cuando vinieron los aduladores para animarlo a “levantarse” y ser más grande, dijo: “…viene uno más poderoso que yo” (vers. 16b).

En estas palabras Juan reconoce su liderazgo, pero evitó creerse el más grande. Cuando habló de no ser “digno de desatar” el calzado de su Señor, estaba revelando una de las más necesarias características de un creyente. Los rabinos de la época enseñaban que un profesor podía requerir cualquier cosa de sus discípulos, menos que ellos tomaran sus sandalias. Esto era algo demasiado humillante para demandar de los seguidores.

Pero, observe la actitud de Juan. Él afirmó no ser ni siquiera digno de desatar el calzado de Cristo, menos ponerse sus sandalias. Frente a la popularidad de Jesús, más que la de él, Juan prefirió ser un siervo no digno de hacer el más humilde de los servicios, con esto nos enseñó que no hay nada deshonroso en un acto si Jesús es honrado. Cada servicio, aun el más humilde, honra a Dios.

IV. SIENDO EL MISMO HASTA EL FINAL DE SUS DÍAS

a. Con su determinación de menguar (Juan 3:30)

Estas palabras revelan el tipo de corazón de Juan. Hubo un profundo celo entre los discípulos de Juan y el creciente ministerio de Jesús. Para ellos la popularidad de Jesús estaba opacando la de su maestro Juan, y eso no lo podían tolerar. Su queja era que Jesús estaba bautizando más gente que Juan (aunque no era Jesús, sino sus discípulos); pero, además, decían ellos: “todos vienen a él”.

⁠Con esto se ponía de manifiesto que Jesús era el centro de la atención para todos, y esto molestaba a los seguidores de Juan. Sin embargo, desde el principio todos ellos sabían que Juan se veía a sí mismo como un siervo, no como el protagonista.

Es muy probable que desde el punto de vista político, algunos entre ellos vieron a Juan como un firme candidato para liderar a Israel hacia un alzamiento armado en contra de Roma. Juan tenía todas las características para hacer eso, porque hasta ahora ha denunciado hasta los mismos soldados, y los ha increpado para ser justos en todo (vers. 14). En este texto vemos la grandeza de la humildad, porque no se trata de mí, sino de Cristo. Él debe crecer siempre.

b. Con su valentía hasta el final (Lucas 4:3)

A pesar de tener una personalidad humilde, Juan tuvo un carácter lleno de coraje también. Su voz fue vehemente para anunciar el evangelio, denunciar las injusticias, y reprender el pecado en su corta vida. Juan fue una amenaza para los líderes de su tiempo, como lo fue Elías con los profetas de baal. Juan fue valiente hasta el final.

No titubeó en denunciar el pecado de Herodes al estar viviendo con la esposa de su hermano (Marcos 6:18). Su mensaje de arrepentimiento fue el más grande de todo su ministerio. Juan llamó al arrepentimiento a todos los hombres, como nadie más lo ha hecho, y eso, en lugar de tener un rechazo entre la gente, los atraía más (Mateo 3:5).

Nada lo hizo cambiar de su mensaje, y por haber denunciado el pecado de Herodes, lo puso preso, y después del baile de Salomé, la hija de Herodía, esta le pidió a Herodes entregarle la cabeza de Juan el Bautista en un plato.

De esta manera, entre los platos servidos de aquella fiesta de cumpleaños (y con todo respeto), estaba la cabeza de Juan el Bautista. Y con su final de su breve de esa vida se comprobó su papel secundario en la obra de Dios, aceptando la soberanía de Dios en todo esto, y su atención siempre enfocada en Cristo.

CONCLUSIÓN

Juan terminó preso por Herodes y sentenciado a morir. Estando en prisión Juan tuvo una crisis de fe, porque mandó a sus discípulos a preguntar si Jesús era el verdadero Mesías o esperaban a otro (Lucas 7:20). Ante esa duda momentánea, Jesús le mandó esta respuesta según Lucas 7:22.

Pero una vez ido los discípulos, Jesús calificó a Juan, diciendo: “Os digo que entre los nacidos de mujer, no hay nadie mayor que Juan…”. (Lucas 7:28). ¿Por qué dijo Jesús esto de este hombre? Porque Jesús supo que a Juan se le dio la misión de preparar su propio camino, y lo hizo con el mensaje de arrepentimiento, pero demandando frutos que es la cara visible del auténtico arrepentimiento.

Observe la manera cómo Juan demandó esto de quienes venían a él (Lucas 3:11-14). También porque Juan no buscó una gloria personal, y nunca se sintió amenazado por la popularidad de Jesús. La grandeza de la humildad de Juan estuvo en el profundo amor por su Maestro, poniéndolo siempre en primer lugar.

La otra parte del texto dice: “… pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él”. Juan no vio todo lo que Jesús hizo porque estaba preso, y hasta allí terminó su obra en la tierra. Pero en la visión del reino celestial, el más pequeño será más grande que Juan el Bautista, y eso no es un motivo de jactarnos, sino mantenernos humildes.

En el ministerio de la gracia los miembros del reino gozarán de privilegios mayores, y todo eso, porque “uno más poderoso que yo”, está con nosotros, según Juan.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

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Julio Ruiz
Autor

Julio Ruiz

Pastor en Virginia en los Estados Unidos, con 42 años de experiencia de los cuales 22 los dedicó en Venezuela, su país de origen. Otros 9 años los dedicó a pastorear en Vancouver, Canadá y los últimos 9 años en Columbia Baptist Church en su ministerio hispano, donde estuvo hasta agosto del (2015). A partir de octubre del mismo año (2015) comenzó una nueva obra que llegó a constituirse en iglesia el 22 de mayo de 2016 bajo el nombre de Iglesia Bautista Ambiente de Gracia en la ciudad de Burke, Virginia. El pastor Julio es Licenciado en Teología y ha estudiado algunas cursos para su maestría en Canadá. Además de haber sido presidente de la convención bautista venezolana en tres ocasiones, también fue profesor del seminario teológico bautista. El pastor Julio por espacio de unos 18 años publica sus sermones y artículos por estos medios. Es casado con Carmen Almera Ruiz y tiene tres hijas y una nieta: Laura, Oly, Sara e Isabella. Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251-6590.

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