El Verdadero Espíritu de la Navidad

Jose R. Hernandez

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El Verdadero Espíritu de la Navidad

El Verdadero Espíritu de la Navidad

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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El Verdadero Espíritu de la Navidad

Predica Cristiana Lectura Bíblica:Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.Lucas 2:11

Introducción

Hermanos, al llegar esta época del año, ¿quién de nosotros no ha sentido el caos que trae consigo? Las compras, las decoraciones, las reuniones… ¡y ni hablemos del tráfico! Pero me pregunto: ¿nos hemos detenido a reflexionar sobre lo que realmente significa la Navidad? ¿Estamos celebrando el nacimiento de nuestro Salvador o simplemente participando en tradiciones que, aunque hermosas, pueden alejarnos del propósito original?

Hoy quiero que nos tomemos un momento para desentrañar el verdadero espíritu de la Navidad. No se trata solo de luces, regalos o incluso la figura de Santa Claus. Se trata de algo mucho más profundo y eterno: la llegada de Cristo al mundo, un acto que cambió la historia para siempre.

Esto es algo que queda bien reflejado en Lucas 2:11. Este versículo encapsula el motivo por el cual celebramos: la buena nueva de gran gozo de que el Mesías, nuestro Salvador, nació para darnos vida eterna. Así que, mientras exploramos esta verdad, quiero que pensemos en cómo podemos vivir esta Navidad de manera que glorifique a Dios.

Esto nos lleva al primer punto: ¿Cómo comenzó todo esto?

I. Historia de la Navidad

Origen y Significado

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. La Navidad, tal como la celebramos actualmente, no siempre existió. De hecho, ha pasado por muchas transformaciones a lo largo de los siglos. Para entenderla mejor, exploraremos sus orígenes, el verdadero espíritu detrás de ella y su impacto en las primeras generaciones de cristianos.

a. Los Orígenes de la Navidad

La Navidad tiene raíces que se remontan a celebraciones culturales y paganas, como las Saturnales romanas. Estas festividades, dedicadas al dios Saturno, incluían banquetes, intercambios de regalos y un ambiente de alegría general. Se celebraban a mediados de diciembre, culminando alrededor del 23 de diciembre.

Según los historiadores, la Iglesia primitiva observó estas festividades culturales y decidió redimirlas, transformando el 25 de diciembre en una celebración del nacimiento de Cristo. Este acto no fue arbitrario, sino una estrategia intencional para dar un significado cristocéntrico a una fecha con gran importancia cultural. Como lo explica el artículo de la Biblical Archaeology Society:

“The pagan festival of the ‘Birth of the Unconquered Sun’ (Natalis Solis Invicti) on December 25 was instituted by the emperor Aurelian in 274, and some have argued that the date of Christmas was chosen to correspond with this festival.”

Traducción: “La fiesta pagana del ‘Nacimiento del Sol Invicto’ (Natalis Solis Invicti) del 25 de diciembre fue instituida por el emperador Aureliano en 274, y algunos han argumentado que la fecha de Navidad fue elegida para corresponder con esta fiesta.”

Este hecho histórico nos muestra cómo la Iglesia, desde sus comienzos, buscó redimir las costumbres del mundo, transformándolas para glorificar a Dios. Esta acción nos señala hacia Cristo como la verdadera luz que ilumina al mundo.

Así como la Iglesia tomó lo profano y lo transformó en algo santo, Dios también tiene el poder de redimir lo que el mundo ha usado para sus propios fines, llevándolo a cumplir Su propósito. Esto es evidente en 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

b. El Verdadero Espíritu de la Navidad

El verdadero espíritu de la Navidad no está en las luces, los regalos o incluso las reuniones familiares. Aunque esas cosas son agradables, no son el centro. La Navidad es una celebración de la esperanza que llegó al mundo cuando Cristo nació. En Isaías 9:6 encontramos: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro.” Este versículo nos recuerda que Jesús vino al mundo como el cumplimiento de las promesas de Dios, trayendo consigo paz y salvación.

En nuestros días, el espíritu de la Navidad puede parecer eclipsado por el materialismo. Pero, como creyentes, somos llamados a recordar que lo más importante no es lo que damos o recibimos, sino lo que ya hemos recibido en Cristo: la salvación. Este pensamiento nos invita a reflexionar si nuestras acciones durante esta temporada reflejan ese amor.

¿Estamos compartiendo el mensaje de esperanza con los demás? ¿O nos hemos dejado atrapar por las distracciones del mundo? Este es un buen momento para recordar que celebrar la Navidad no se trata de añadir más estrés a nuestras vidas, sino de detenernos y reconocer el regalo incomparable que hemos recibido.

c. El Impacto de la Navidad en las Primeras Generaciones de Cristianos

Para entender completamente el significado de la Navidad, debemos analizar cómo las primeras generaciones de cristianos respondieron a la llegada del Salvador. Aunque el término “Navidad” como lo entendemos hoy no existía, los primeros cristianos vivieron con un espíritu de constante adoración y gratitud por el nacimiento de Cristo.

Según documentos históricos, estas comunidades cristianas destacaban la importancia de las profecías mesiánicas cumplidas en Jesús. Miqueas 5:2 dice: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel.” Este cumplimiento de la profecía fortalecía su fe y alimentaba su esperanza en el plan perfecto de Dios.

Es importante mencionar que las reuniones cristianas en ese tiempo no se enfocaban solo en el nacimiento de Cristo, sino en todo su ministerio, Su muerte y Su resurrección. Estas comunidades vivían con un enfoque eterno, reconociendo que la Navidad no era simplemente una fecha en el calendario, sino el inicio del cumplimiento de la salvación.

El impacto de este evento histórico no solo unificó a los creyentes, sino que les dio una misión: compartir esta buena nueva con el mundo. Esto sigue siendo un desafío para nosotros hoy. ¿Estamos proclamando con nuestras palabras y nuestras vidas que Cristo ha venido al mundo? ¿Estamos reflejando el gozo y la gratitud que las primeras generaciones vivieron?

Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo algunas figuras culturales, como Santa Claus, han influido en la manera en que celebramos la Navidad hoy.

II. Santa Claus y Su Significado Cultural

Hermanos, ahora hablaremos de un personaje icónico que muchos asocian con la Navidad: Santa Claus. A pesar de ser una figura muy conocida, pocas personas entienden completamente su origen o cómo encaja en esta época especial. ¿Es Santa Claus una distracción que nos aleja de glorificar al Señor, o puede ser un ejemplo de virtudes cristianas como la generosidad?

a. Los Orígenes de Santa Claus

Santa Claus no es un personaje inventado recientemente, sino que tiene raíces profundas en la historia cristiana. Este personaje se origina en San Nicolás, un obispo cristiano del siglo IV, conocido por su generosidad hacia los pobres y su ferviente amor por Cristo. Según registros históricos, San Nicolás dedicó su vida a ayudar a los necesitados, actuando en secreto para reflejar la humildad que el Señor nos pide en Mateo 6:3: “Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha.

Su historia evolucionó con el tiempo. En Europa, especialmente en países como Holanda, la figura de San Nicolás se transformó en “Sinterklaas,” quien eventualmente llegó a ser conocido como Santa Claus en América. Aunque hoy día lo asociamos con regalos y renos, el legado de San Nicolás nos recuerda algo esencial: dar es una expresión de amor que refleja el regalo más grande que Dios nos dio en Su Nacimiento.

Este punto histórico nos invita a reflexionar: ¿Estamos dando con generosidad para glorificar a Dios o simplemente cumpliendo con una tradición cultural?

b. La Generosidad Como Reflejo del Señor

Santa Claus, en su esencia original, ejemplifica una virtud cristiana: la generosidad. Dar a otros, especialmente a los que no pueden devolvernos el favor, es un acto que agrada a Dios. En Proverbios 19:17 leemos: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

Sin embargo, el enfoque en regalos materiales durante la temporada navideña puede alejarnos del mensaje principal. La generosidad que vemos en la vida de San Nicolás y, más importante, en la obra redentora del Señor, no se limita a cosas materiales. Cuando recordamos que Cristo se dio a sí mismo por nosotros, somos llamados a imitar Su ejemplo dando no solo de nuestras posesiones, sino también de nuestro tiempo, amor y servicio.

El teólogo británico John Stott escribió: “Giving is a natural outflow of grace received.” (The Grace of Giving, 1967).

Traducción: “Dar es un flujo natural de la gracia recibida.” Este pensamiento nos recuerda que nuestra generosidad debe ser una respuesta al regalo inmerecido de la salvación que el Señor nos ofrece.

c. Distracciones y Oportunidades: Cómo Redimir a Santa Claus

Aunque muchas personas asocian a Santa Claus con el materialismo o las fantasías infantiles, su origen como San Nicolás nos ofrece un ejemplo poderoso de virtudes cristianas. Este personaje histórico dedicó su vida a ayudar a los necesitados, reflejando el amor de Cristo en actos de humildad y generosidad. Sin embargo, es importante establecer un marco claro para diferenciar el enfoque secular de esta figura del verdadero mensaje de la Navidad.

En lugar de centrar la atención en la idea moderna de Santa Claus como un dispensador de regalos materiales, podemos redimir su historia para glorificar a Dios. Esto se hace al destacar su generosidad y servicio como un reflejo del carácter de Cristo. En Mateo 6:3 el Señor nos dice: “Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha.” Así como San Nicolás dio en secreto para ayudar a otros, nosotros también somos llamados a dar, no para nuestra gloria, sino para apuntar hacia el Señor.

Cuando hablamos de Santa Claus con nuestros hijos o comunidades, podemos explicar que su ejemplo original no está en competir con Cristo, sino en reflejar Su amor. De esta manera, redimimos esta figura cultural, usándola como una herramienta para compartir el Evangelio y recordar que el mayor regalo de todos es Jesucristo.

Esto nos lleva al siguiente punto, donde reflexionaremos sobre por qué el Nacimiento del Señor tiene un significado tan profundo para nuestras vidas como cristianos.

III. ¿Por Qué Es Importante la Navidad?

Hermanos, hemos hablado de los orígenes históricos de la Navidad y de cómo figuras como Santa Claus han influido en nuestra percepción de esta temporada. Ahora, reflexionemos sobre por qué este momento es tan crucial para nuestras vidas como creyentes. El nacimiento de nuestro Salvador no solo marcó el cumplimiento de las promesas de Dios, sino que también cambió la historia de la humanidad. La Navidad es más que una fecha en el calendario; es una proclamación de esperanza, salvación y la fidelidad de Dios.

a. La Navidad y el Cumplimiento de las Profecías

Desde el principio, Dios prometió enviar un Salvador al mundo. La Navidad es el cumplimiento de esa promesa. En Isaías 7:14 encontramos: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” Este nombre, que significa “Dios con nosotros,” nos recuerda que Jesús no solo vino a salvarnos, sino a caminar entre nosotros.

El nacimiento de Cristo en Belén, anunciado en Lucas, no fue un evento aislado, sino el cumplimiento de muchas profecías a lo largo de las Escrituras. Cada detalle, desde el lugar de Su nacimiento hasta la manera en que sería recibido, fue orquestado por Dios para mostrar Su poder y fidelidad.

Esto nos invita a reflexionar: si Dios cumplió Su promesa más grande enviando a Su Hijo, ¿cómo no confiar en que también cumplirá las promesas que ha hecho para nuestras vidas? ¿Estamos viviendo con la confianza de que Él es fiel?

b. La Navidad y Nuestra Salvación

El nacimiento del Señor tiene un significado eterno porque nos señala directamente hacia la cruz. Aunque celebramos Su llegada al mundo, no podemos olvidar que vino con un propósito: salvarnos de nuestros pecados.

Esto es algo que se nos dice claramente en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Este versículo encapsula el verdadero mensaje de la Navidad.

La salvación que recibimos a través de Él no es algo que podamos ganar por nuestras obras; es un regalo inmerecido, dado por amor. La Navidad es un recordatorio tangible de ese regalo. Al mirar el pesebre, debemos recordar la cruz, porque ambos son inseparables en el plan de redención de Dios.

El pastor y escritor Max Lucado lo expresó de esta manera: “Christmas begins what Easter celebrates. The child in the cradle became the King on the cross.” (libquotes.com)

Traducción: “La Navidad comienza lo que celebra la Pascua. El niño en el pesebre se convirtió en el Rey en la cruz.”

Este pensamiento nos lleva a preguntarnos: ¿Estamos viviendo nuestras vidas como un reflejo de la gratitud que sentimos por este regalo?

c. La Navidad Como Un Llamado a Compartir el Evangelio

Finalmente, hermanos, la Navidad no es solo un tiempo para reflexionar personalmente; es una oportunidad para proclamar el mensaje del Evangelio. Cuando celebramos el nacimiento de Cristo, estamos declarando al mundo que la esperanza ha llegado. En Mateo 28:19, el Señor nos da este mandato: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones.” ¿Qué mejor momento para cumplir este llamado que durante la Navidad?

El Nacimiento del Señor es una puerta abierta para compartir con otros lo que Él ha hecho por nosotros. Las decoraciones, las canciones y hasta las reuniones familiares pueden ser usadas como herramientas para hablar del amor de Dios. Cuando alguien nos pregunte por qué celebramos la Navidad, aprovechemos para compartirles que la verdadera razón no son los regalos ni las tradiciones, sino el regalo eterno de la salvación.

En nuestras palabras y acciones, debemos reflejar el gozo y la esperanza que solo vienen de Él. ¿Estamos dispuestos a vivir esta verdad? ¿Estamos dispuestos a compartirla con los demás?

Conclusión

Hermanos, al reflexionar sobre el verdadero espíritu de Navidad, hemos explorado su origen histórico, cómo figuras culturales como Santa Claus pueden redirigirnos a las virtudes cristianas, y por qué esta temporada es crucial para nuestra fe. No estamos celebrando solo un evento del pasado, sino una realidad eterna: que Dios envió a Su Hijo al mundo para salvarnos.

La Navidad no es solo una fiesta; es un recordatorio del amor incondicional de Dios y de Su fidelidad para cumplir Sus promesas. En Lucas 2:11 leemos: “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.” Este versículo nos llama a poner nuestra mirada en Él, no en las tradiciones ni en las distracciones, sino en la obra redentora que comenzó con Su nacimiento.

Preguntémonos: ¿Cómo estamos reflejando esta verdad en nuestras vidas? ¿Estamos viviendo con gratitud, compartiendo el amor de Cristo con los demás, y proclamando el Evangelio como se nos ha mandado? La Navidad es un tiempo para evaluar nuestro compromiso con el llamado que Él nos ha dado.

Hermanos, que esta Navidad sea diferente. Dejemos de lado las distracciones y enfoquémonos en lo eterno. Vivamos con el gozo de saber que Jesús nació, murió y resucitó para darnos vida eterna. Celebremos con gratitud, amor y servicio, reflejando el verdadero espíritu de Su nacimiento en todo lo que hacemos.

Que nuestras palabras y acciones durante esta temporada glorifiquen a Dios, apuntando siempre hacia la esperanza y la salvación que encontramos en Él. Que la luz de Cristo brille a través de nosotros, no solo en Navidad, sino cada día de nuestras vidas.

­¡Feliz Navidad!

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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Jose R. Hernandez
Autor

Jose R. Hernandez

Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto. José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández y su esposa nacieron en Cuba, y son ciudadanos de los Estados Unidos de América.

1 comentario en «El Verdadero Espíritu de la Navidad»

  1. Aleluya aleluya pastor José que gran predica tan poderosa muchas muchas gracias yo y dos IGLEISAS y dos centros de rehabilitación le damos las gracias por sus temas tan poderosos que nos llenan de poder llevándonos a Cristo gracias siga así se lo pedimos el mundo necesita pastores como usted

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