Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La gratitud es más que decir gracias
INTRODUCCIÓN
Los historiadores consideran que en EUA la primera Acción de Gracias tuvo lugar en el año 1621 en la villa de Plymonth, en lo que hoy es el estado de Massachusetts. Pero no fue hasta diciembre de 1941, que el Congreso de EUA estableció por ley, que el día de Acción de Gracias se celebrara en todos los estados de la Unión, el cuarto jueves del mes de noviembre de cada año, bajo la presidencia Franklin Roosevelt.
Originalmente, el Día de Acción de Gracias era una celebración para agradecer por la cosecha y el año anterior. Sin embargo, hoy en día es un momento especial en el que no solo expresamos nuestra gratitud a Dios por sus bendiciones, sino también a nuestra familia y amistades por su amor y apoyo.
Al volverme a la Biblia, encuentro que el concepto de acción de gracias tiene un significado mucho más profundo. La Biblia me enseña que la acción de gracias forma parte integral de toda nuestra vida devocional. Debe expresarse por medio de la oración, del culto público, de la alabanza, del testimonio de nuestra fe y de la obediencia a los mandamientos del Señor.
Para el pueblo cristiano, la acción de gracias es más que solo decir “gracias”. También implica un compromiso de vivir de acuerdo con los principios bíblicos y de seguir la voluntad de Dios para nuestras vidas diarias. Es un recordatorio de que nuestras acciones y decisiones deben reflejar nuestra fe y devoción.
La Biblia dice que Dios le pidió a su pueblo Israel: “Cuando me presenten una ofrenda de acción de gracias, háganlo de tal manera que yo la reciba con agrado.” (Levítico 22:29 TLA).
Es que el Señor desea que la acción de gracias de su pueblo sea más que un simple formalismo o un cumplido. Él anhela que sea la expresión sincera y genuina de un corazón lleno de gratitud y amor hacia Él.
Que sea ese momento especial donde su pueblo (la iglesia) reconozca su bondad infinita, su amor incondicional, su gracia incomprensible y su eterna misericordia para con nosotros.
Creo que cuando cultivamos un corazón agradecido, no solo honramos a Dios, sino que también fortalecemos nuestra relación con Él, y con las demás personas.
A penas te significo tres grandes verdades asociadas con la acción de gracias que encuentro en la Biblia.
I. LA GRATITUD FORMA PARTE DE LA FE QUE PROFESAMOS
En el evangelio de Lucas encontramos la historia que nos muestra la más cruda realidad de la ingratitud. La ingratitud es una actitud negativa que afecta nuestra relación con Dios, así como nuestras relaciones personales y profesionales. No valora ni aprecia la gracia de Dios ni los esfuerzos de los demás. (Romanos 1:21ss).
Lucas dice que, en una ocasión, diez leprosos clamaron a Jesús para que tuviera misericordia de ellos. Quedando sobreentendido que creían que Jesús les podía limpiar de la lepra. Jesús probó la fe de ellos enviándolos a los sacerdotes cuando aún estaban enfermos. Y ellos mostraron su fe en Jesús obedeciendo su orden de ir a los sacerdotes cuando aún no habían visto el milagro. Dice Lucas que mientras iban, fueron limpiados (sanados). (Lucas 17:14).
Aprendo que “Si hacemos lo que Dios nos manda, Él no dejará de hacer por nosotros lo que nosotros no podemos hacer por nosotros mismos.” [1]
Pero lo triste de la historia es que sólo uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra, a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano. (Lucas 17:15-16).
Al ver Jesús que sólo el samaritano regresó a dar gracias dijo: “—Diez hombres fueron sanados, ¿dónde están los otros nueve? ¿Ninguno regresó a darle gracias a Dios sino este extranjero?” (Lucas 17:17, 18 PDT).
La pregunta de Jesús evidencia que esperaba que los diez (no uno) regresaran a darle las gracias por el milagro que ocurrió en sus cuerpos. Los diez mostraron fe y fueron sanados, pero sólo uno (el samaritano) vino a dar gracias y a glorificar a Dios.
Mientras que la ingratitud ofende a Dios, siendo un peligro exponencial para la vida cristiana; la gratitud, no solo es la respuesta adecuada a las bendiciones de Dios, sino que atrae más bendiciones del Señor para nuestras vidas.
Dice Lucas que Jesús animó y confirmó la fe del samaritano agradecido diciéndole: “Tu fe te ha salvado (sanado)” (Lucas 17:19; Cf. Mateo 9:22).
La gratitud debe ser una parte integral de la fe que profesamos. No damos gracias a Dios por cortesía o educación, sino como una expresión profunda y sincera de nuestra fe y relación con Él.
II. LA GRATITUD FORMA PARTE INSEPARABLE DE LA ORACIÓN
Según nos enseña la Biblia, la gratitud a Dios forma parte inseparable de la oración. Me atrevería a decir que nuestras oraciones no están completas si no incluyen expresiones de acción de gracias. Ambas nos hablan de comunión e intimidad con Dios, de cuánto amamos y apreciamos al Señor por lo que Él es, y de cuánta seguridad tenemos de que Dios escuchará y responderá nuestras oraciones.[2]
Para el apóstol Pablo la acción de gracias debe ser el acompañamiento universal de la oración. Notemos como escribe a los filipenses “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6). (Cf. 2 Timoteo 2:1-4).
Creo que, basándose en su experiencia, Pablo había comprobado que, para enfrentar y vencer el afán y la ansiedad, así como los diferentes desafíos y retos de la vida y el ministerio, es fundamental practicar la oración y la gratitud.
Cuando adoptamos una actitud de oración y ruego con acciones de gracias, no solo nos acercamos más a Dios, sino que también experimentamos la paz de Dios que supera todo entendimiento humano (Filipenses 4:7). Esta actitud nos permite reconocer y agradecer las bendiciones que provienen del Señor, fortaleciendo nuestra fe y confianza en su provisión y cuidado continuo.
Es que la oración y la gratitud, al formar parte de nuestra vida devocional, nos recuerdan constantemente que Dios nos ama profundamente y que siempre desea lo mejor para sus hijos. En su infinita sabiduría, solo Dios sabe lo que es mejor para nosotros y nuestras familias, y con su poder, puede hacer que suceda lo que es mejor para nosotros. [3]
Cuando estamos plenamente convencidos de que Dios hace todas las cosas bien y para el bien de quienes lo aman, podemos experimentar una gratitud perfecta hacia Él, la cual debemos expresar en nuestras oraciones. (Romanos 8:28).
El Señor Jesucristo nos dio el ejemplo perfecto al incluir en sus oraciones acciones de gracias. Antes de multiplicar los panes y los peces Cristo habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos (Juan 6:11). Delante del sepulcro de Lázaro dijo Padre, gracias te doy por haberme oído. (Juan 11:41). Le agradece al Padre por la resurrección de Lázaro.
III. LA GRATITUD FORMA PARTE DE LA ALABANZA A DIOS
La Biblia nos enseña que la acción de gracias es un componente esencial que enriquece y profundiza nuestra alabanza y adoración a Dios. La gratitud nos ayuda a reconocer las bendiciones y la bondad de Dios, fortaleciendo nuestra relación personal con Él.
El Salmo 100 es considerado una poderosa exhortación a la gratitud, y nos invita a reconocer y agradecer las bendiciones y la bondad de Dios en nuestras vidas.
Este es un salmo que convoca a los habitantes de toda la tierra a cantar con júbilo al Señor y a venir ante su presencia con regocijo. Nos llama a que le expresemos a Dios nuestro agradecimiento, reconociendo que el Señor merece toda la honra, la gloria y la alabanza. (Salmos 100:1-2).
El salmo también nos recuerda que la base de nuestro agradecimiento es reconocer nuestra dependencia y pertenencia a Dios. Del Señor Todopoderoso recibimos la vida; Él es nuestro Creador y nos debemos a Él. (Salmos 100:3).
El salmista también nos enseña que al entrar en la presencia de Dios para celebrar Su fidelidad y bondad infinita, debemos hacerlo con acciones de gracias y con himnos de alabanza
“Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.” (Salmos 100:4 NVI).
Esta es una convocatoria para que quienes vinieran al templo a adorar a Dios no solo se centraran en lo que necesitaban recibir de Él, sino que llegaran ante Su presencia con himnos de alabanza y gratitud.
Finalmente, el salmista nos recuerda que entre los motivos que tenemos para estar agradecidos a Dios, está el hecho de que el Señor es bueno, su misericordia es eterna y su fidelidad perdura por todas las generaciones. (Salmos 100:5).
Cómo no estar agradecido de Dios, si Él nunca cambia. No envejece, no crece ni mengua. No adquiere nuevos poderes, ni pierde los que tiene. No madura ni se desarrolla. No aumenta en sabiduría ni en fuerza, ni se debilita con el paso del tiempo. Dios ha sido, es y será el mismo por la eternidad.
Las circunstancias cambian, la gente cambia, los amigos cambian, los gobiernos cambian, e incluso nosotros cambiamos, pero Dios siempre será el mismo por los siglos de los siglos. El carácter de Dios es hoy, y será siempre, exactamente lo que fue en los tiempos bíblicos.
CONCLUSIONES
Seamos agradecidos no solo en el Día de Acción de Gracias, sino todos los días de nuestra vida. Que nuestro agradecimiento a Dios sea la expresión más sincera de nuestra fe; que nuestras oraciones estén llenas de acciones de gracias y que nuestra gratitud sea la forma más profunda de alabanza y adoración.
Pablo consideraba que una vida llena del Espíritu Santo se manifiesta “dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:20). Y que la voluntad de Dios es que seamos agradecidos. “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18).
Es bueno recordar que la verdadera felicidad y contentamiento no provienen de acumular más cosas, sino de apreciar y agradecerle a Dios por lo que ya tenemos. “No necesitamos más cosas por las que dar gracias, sino dar más gracias por las que ya tenemos.”
[1] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1323). Editorial CLIE.
[2] Zapata, R. (1994). Estudios Bíblicos ELA: El gozo de vivir en Cristo (Filipenses) (p. 139). Ediciones Las Américas, A. C.
[3] Barclay, W. (2006). Comentario Al Nuevo Testamento (p. 752). Editorial CLIE.
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