Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El día de mañana
Predica Cristiana Lectura Bíblica: Santiago 4:13-17
Introducción
El día de mañana, un tiempo que asumimos como que verdaderamente es nuestro y podemos tomar de él para programarlo o disponerlo conforme a nuestra voluntad; pero, ¿Alguna vez nos preguntamos seriamente si estamos en condiciones de decir lo que haremos o de programar nuestro “Día de mañana” sin consultar previamente al Señor para conocer su voluntad y actuar conforme a ella?.
Leamos la Palabra de Dios en Santiago 4:13-17 “¡Vamos ahora! Los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.
Cuando venimos a la casa del Señor y escuchamos el mensaje, debemos hacerlo creyendo que Él nos está hablando a cada uno de nosotros, por lo tanto, debemos establecerla en el corazón sabiendo que “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres” (Tito 3:8).
¿Dueños absolutos de nuestros tiempos?
Cuantas veces pensamos y actuamos en la forma que habla este pasaje, nos creemos dueños absolutos de nuestros tiempos y pareciera que allí ya no debiera intervenir el Señor, pareciera que allí dejáramos de ser creyentes cristo céntricos para transformarnos en humanos ególatras dueños de todo lo que poseemos, incluyendo nuestra vida y nuestro tiempo.
Cuando estamos en nuestra casa, en el trabajo o aún en la iglesia programamos nuestro tiempo futuro y disponemos de él sin pensar que “Ciertamente como una sombra es el hombre; Ciertamente en vano se afana; Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá” (Salmo 39:6); en vano nos preocupamos por las cosas vanas de la vida terrenal sin pensar si verdaderamente existirá ese “mañana”, si existiremos en la tierra o ya habremos sido llamados por el Señor a su presencia.
La advertencia del Señor no pasa por la planificación de nuestra vida sino en el hecho de hacerlo sin su guía; debemos tener en cuenta que si hacemos una planificación por nuestra cuenta, estamos basando nuestro futuro en nuestras propias habilidades y fuerzas sin tener para nada en cuenta los pensamientos de Dios, de ese Dios que nos da la vida, Juan 10:28, y permite que disfrutemos de un nuevo día lleno de sus misericordias, Lamentaciones 3:23.
Deberíamos pensar que cuando desechamos la guía o sabiduría de Dios para conducir nuestra vida, en realidad le estamos desechando a Él mismo y pecamos al sacarlo del primer lugar, pecamos al disponer y organizar nuestra vida sin la intervención del Señor en esa planificación “Así que, no os afanéis por el día de mañana; porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su mal” (Mateo 6:34).
Que el mundo, sumido por la incredulidad, planifique y disponga de su vida en el marco de auto-suficiencia e independencia que le impone su propio pensamiento, es admisible, pues su vida se encuentra al margen de las cosas del Señor, pero para los cristianos esta situación resulta inconcebible y sin sentido, estarían actuando como el rico de la parábola de Lucas 12:13-21 quien se preocupaba por acumular bienes y planificar descanso sin siquiera saber si los podría disfrutar realmente.
“Por lo tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo mas que el vestido?” (Mateo 6:25).
Nos preocupamos por planear lo que haremos mañana y en ese afán descuidamos “el mañana” que realmente debe importarnos como creyentes, el mañana que involucra nuestros dones, talentos y ministerios; el mañana que involucra nuestra vida espiritual y nuestra relación con el Señor; nos preocupamos por los afanes de este mundo y las riquezas terrenales a costa de descuidar el hacer riquezas en donde realmente debemos hacerlo, que es en los cielos, Mateo 6:19-21.
Así como estos comerciantes planeaban: “Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos”, muchos cristianos también pasan la vida planificando el futuro terrenal y también espiritual sin tener en cuenta los pensamientos del Señor para esto, Isaías 55:8-9; es así que se vuelven sabios en sus propios pensamientos, Proverbios 3:7, permitiendo que el enemigo los mantenga transitando los caminos que al Señor le desagradan, siguen caminando en tinieblas cuando creen que están en luz.
“¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”, éste es el pensamiento correcto de todos quienes nos sentimos verdaderos hijos de Dios; la dirección del Señor es solamente para aquellos que se han entregado para hacer lo que Él escoja, sabiendo que eso es lo mejor para nuestro futuro.
Sabemos que estamos de paso por esta vida terrenal pero no sabemos cuánto será el tiempo de nuestro peregrinar y por eso es que debemos emplearlo de la mejor forma posible. Que por supuesto es la que Dios nos propone a cada uno de nosotros “Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría” (Salmo 30:5).
Tendremos momentos de pruebas que el Señor permite por nuestras desobediencias, pero su gracia la tendremos toda la vida; un momento durará nuestro llanto, pero pronto llegará el amanecer de nuestra felicidad, debemos saber que por duras que sean las luchas, éstas no serán eternas, Hebreos 12:5-7.
Buscar la voluntad de Dios
Es tiempo de buscar la voluntad de Dios para programar nuestro futuro, es la mejor opción pues la voluntad de Dios es “Buena, agradable y perfecta”, Romanos 12:2, y así debemos asumirla; el Padre no puede tolerar la rebelión en su familia ni puede llevar adelante sus deseos de bendición a menos que aceptemos su voluntad y guía como la mejor; cuando hay entrega para el Señor todo comienza a funcionar correctamente “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13), de tal manera que cuando ingresamos a la voluntad de Dios nuestros caminos se hacen llanos y sin tropiezos.
“Evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho” (Tito 3:9), solo rinde tu voluntad al Señor y deja que sea Él quien te guíe en la planificación, en elaborar las actividades del “día de mañana”; ten algo en cuenta, cuando rindas tu voluntad, no lo hagas simplemente por lograr una vida de triunfos, o para obtener poder o para tener bendiciones y prosperidad; no rindas tu voluntad como una obligación o por necesidad pues Dios ama a quien le da con alegría, 2 Corintios 9:6-7.
La entrega, el rendir nuestra voluntad al Padre implica el sacrificio, “Haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo” (Hebreos 13:21).
Es así que el Señor nos hará aptos para este sacrificio que de ninguna manera significa dolor sino seguir un camino en el cual el gozo es dominante, y la paz del corazón una bendición; nuestro deber, como hijos de Dios es que sea Él quien planifique “el día de mañana”.
Y para esto es necesario que nos sometamos a Su voluntad, no por el problema de cada día sino como una actitud constante y permanente hacia el Señor, “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día” (Proverbios 27:1); si te sientes un verdadero hijo de Dios, deja ya de planificar por ti mismo y sométete a la guía del Señor para que todo te salga bien, Josué 1:8.
CONCLUSIÓN:
El Señor nos habla sobre la necesidad de que su Palabra permanezca en nuestra vida y no seamos como el sembrado entre espinos pues “El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” (Mateo 13:34).
La permanencia de la Palabra en nuestra vida significa rendir nuestra voluntad al Señor para que sea Él quien guíe nuestros pasos y quien planifique nuestro “día de mañana”; que la Palabra se establezca en nosotros para cambiar nuestra vida debe ser causa de gozo para el cristiano, de ese gozo que nos lleva a cumplir con lo que el Señor nos manda sin tener en cuenta nuestros deseos o pensamientos pues sabemos que el Señor siempre nos dará lo mejor.
Que permanezca la Palabra significa que nos dejamos guiar hacia nuestro ministerio y nos preparamos para cumplirlo; significa que no miramos el sacrificio sino el trabajo que hacemos para la obra del Señor, las almas que ganamos para Cristo y establecemos en la congregación; establecer la Palabra es dejar de mirar cuanto hacen los demás o qué hacen los demás para hacer nosotros mismos.
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquél día” (Lucas 21:34), cuidemos nuestros pensamientos y sometámoslos a la voluntad del Señor para no caer en el juego del enemigo, pensando y haciendo lo que hacen los inconversos, planificando por nosotros mismos “el día de mañana” y dejando de lado al Señor de nuestra vida.
Para terminar este mensaje y que comiences una semana de perfecta comunión con el Señor, Él te dice: “Ocúpate de estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” (1 Timoteo 4:15); cuando te ocupes de las cosas del Señor por sobre todas las cosas, cuando tus afanes sean para el Señor, tú y el mundo entero podrá ver la gloria de Dios sobre tu vida.
© Luís A. Coria. Todos los derechos reservados.
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