Más allá del brillante envoltorio

David Lopez

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La Navidad

Más allá del brillante envoltorio

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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Diferencias entre la navidad comercial y la temporada de Adviento

Predica Cristiana Lectura Bíblica: Lucas 2:8-14

Estamos en esa época del año que emociona a muchas personas. Una temporada con mucha luz, brillos, regalos, comida, abrazos y buenos deseos. Los niños reciben regalos, mientras los adultos observan como los abren. Las cocinas se llenan de aromas exquisitos por las recetas navideñas que se preparan, las calles están llenas de música alusiva. En muchos lugares hay celebraciones especiales, con show navideños, musicales, obras de teatro, show de fuegos artificiales, muchas familias viajando hacia distintos lugares para reunirse con sus seres queridos que quizás no ven desde la navidad pasada.

En Lucas 2:8-14 narra la historia de los ángeles y los pastores. Los pastores estaban cuidando de sus ovejas durante la noche cuando repentinamente un ángel del Señor se les apareció. Ellos se asustaron mucho, pero el ángel les dijo no tengan miedo porque vengo con noticias de gran gozo para todo el pueblo (Lucas 2:10). Dicha noticia, era el anuncio que había nacido, en la ciudad de David (Belén), un Salvador, el Cristo (el ungido de Dios). Y cuando el anuncio fue dado, una gran multitud de ángeles aparecieron alabando a Dios diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14).

La temporada navideña, se tiñe de gran emoción y festividad, es una época llena de mucho movimiento, risas, alegría, y expectación. Pero esta solo es una cara de la moneda. Al otro lado, están aquellas personas y familias que no tienen motivos para celebrar, aquellos a quienes no les renovaron el contrato laboral, o quienes acaban de ser despedidos. Como es el caso de muchos salvadoreños empleados del ministerio de salud que fueron despedidos sin previo aviso porque el gobierno quiere ahorrar dinero, personas que tienen familias y deudas que pagar, quienes ante tan amargo regalo navideño no pudieron hacer más que llorar y lamentar.

¿Cómo pueden ellos celebrar la navidad?

O como una familia hondureña, miembros de la Iglesia quienes la semana pasada fueron acribillados, una mujer murió y otra está en cuidados intensivos. ¿De qué forma van a pasar los últimos días de este año estas personas? Y qué sucede con aquellos que debido a la manipulación indebida de pólvora tendrán que pasar los últimos días del año en una unidad de quemados en un hospital, con extremidades mutiladas, o con la perdida de la visión u oído.

¿Cómo pueden ellos celebrar la navidad? Por otra parte, los miles de hogares que sufren a causa de la violencia intrafamiliar, y que estas fechas se llenan de mucho dolor porque cuando el consumo excesivo de bebidas alcohólicas hace su efecto, genera un ambiente de violencia física, psicológica y sexual. ¿Cómo podemos celebrar la Navidad cuando el corazón está roto?

La navidad, tal como se vende en las publicidades, películas, series y redes sociales es una imagen idealizada, porque rara vez la realidad coincide con lo que vemos detrás de una pantalla. La temporada navideña está orientada hacia el comercio, fiestas, comidas, despilfarros y excesos. Aunque es difícil no emocionarse por tantas luces, y por los anuncios comerciales que tocan las fibras de nuestros corazones, lo que la navidad promueve es una alegría y esperanza efímera. Porque cuando llega el dos de enero, todo el mundo olvida el emocionalismo vivido durante las últimas dos semanas del año y dan paso nuevamente a la realidad.

La naturaleza comercial de la temporada festiva nos impulsa a centrarnos en lo que nos falta, promoviendo el consumismo, los excesos y el materialismo. Como consecuencia, las personas terminan endeudadas, con un considerable aumento de peso, con remordimiento y ansiedad por haber gastado más de lo debido y luego tienen que enfrentarse a una economía más apretada. Muchos sufren en esta época porque no reciben ni dan regalos, muchas familias no tienen una cena especial como las que se ven en la televisión, muchos incluso se van a la cama sin haber comido nada. 

El mundo comercial promueve la temporada navideña desde una perspectiva consumista y materialista, pero en el mundo religioso, esta época es conocida como la temporada de Adviento que representa un tiempo de preparación, reflexión, oración, arrepentimiento, perdón y alegría por el reconocimiento que el hijo de Dios vino a este mundo y quién también ha nacido en nuestros corazones (aunque históricamente el nacimiento de Jesús no coincide con esta época).

El relato de Lucas 2 es fascinante y hermoso, pero a la vez intrigante y triste. Fascinante porque representa el cumplimiento de una promesa poco comprendida por los judíos de la época. En Isaías 7:14 se había profetizado que una virgen daría a luz un hijo a quien llamarían Emanuel, que significa Dios con nosotros (Mateo 1:18-24).

El relato es hermoso porque muestra como el hijo unigénito de Dios (quien es Dios mismo) se encarna y viene a habitar entre nosotros. Intrigante porque no comprendemos la profundidad y hermosura de todo esto, y triste porque se da en medio de un ambiente social, económico y político muy difícil, pero a la vez es triste por las condiciones en que nace el hijo de Dios, en medio de la pobreza y escases. 

Cristo nació en un ambiente de incertidumbre, similar al que estamos viviendo nosotros. Vivimos con la tensión de no saber cómo será el año siguiente, con un sistema de salud en crisis, con la incertidumbre financiera de saber si el aumento al sueldo mínimo nos permitirá seguir a flote un año más, o si finalmente encontraremos soluciones a los problemas de inseguridad y delincuencia que hay a nuestro alrededor.

Aun así, la temporada de adviento vuelve y nos recuerda que Dios está con nosotros, nos ha hecho renacer a una nueva vida, que el Espíritu de Dios mora en nosotros, que Cristo camina a nuestro lado y estará con nosotros hasta el final de los tiempos (Mateo 28:20). 

Durante la temporada de Adviento, el anhelo de Dios es que nos concentremos en lo que hemos recibido, no en lo que nos falta. También desea en que seamos agradecidos por lo que nos ha dado, y fomentar en nosotros un espíritu de generosidad hacia nuestro prójimo.

Por esa razón es que Pablo en Filipenses 4:4-7 escribe a la iglesia en Filipos que estén siempre gozosos en el Señor, que sean amables con todos. Y que no se preocupen por nada; antes deben presentar delante de Dios todas sus suplicas por medio de la oración dándole gracias. ¿Por qué hemos de agradecer? Por lo que ya hemos recibido. Las acciones de gracias nos permiten centrarnos en las áreas de alegría de nuestra vida. Cuando damos gracias a Dios en medio de la ansiedad, nos recordamos a nosotros mismos el amor fiel de Dios. 

La práctica de dar gracias profundiza nuestra relación con Dios. Nos lleva de un lugar de simplemente pedir cosas a un lugar de reconocimiento y celebración. Este movimiento profundiza nuestra fe a medida que vemos más claramente cómo Dios ha estado obrando en nuestras vidas, a menudo de maneras que tal vez no hayamos notado antes. En este espacio de acción de gracias, descubrimos que nuestros corazones se reajustan con los propósitos de Dios y que nuestras ansiedades se ven eclipsadas por la paz de Dios. 

Aquí, nuestros corazones encuentran el verdadero gozo. Al vivir en una relación profunda con el Señor, podemos obtener una paz gozosa. Podríamos esperar que esta paz gozosa sea pura e inmutable, pero Pablo nos señala la dirección opuesta. Esta paz gozosa trasciende todo entendimiento. Dios incluso nos bendice con paz mientras caminamos por nuestros valles más oscuros. 

En tiempos de estrés, es fácil esperar una solución rápida. Esto es especialmente cierto durante la temporada de fiestas, cuando los problemas parecen abundar y las soluciones parecen escasas. Las soluciones rápidas son una bendición y nos brindan alivio. Sin embargo, Pablo enseña que nuestro gozo y nuestra paz no pueden depender de ellas. 

En cambio, Pablo nos ofrece un camino mejor. Nuestro gozo y nuestra paz pueden descansar sobre un fundamento firme, uno que siempre se mantiene firme durante los peores problemas. Se trata de nuestra relación con Dios. La temporada de Adviento nos brinda una gran oportunidad de estar agradecidos por todas las obras de Dios. Al participar en esta relación y permanecer en Dios, nuestros corazones cansados pueden encontrar descanso. Es en Cristo que encontramos paz, porque Cristo ha vencido al mundo y sus problemas (Juan 16:33). 

En medio de la algarabía y las dificultades de la vida, la verdadera esencia de la Navidad nos invita a volver nuestros corazones a lo que realmente importa: el amor incondicional de Dios y la paz que solo Él puede brindar. Más allá de los regalos y las luces, está la promesa de un Salvador que camina con nosotros, en los momentos de alegría y en los de mayor necesidad. Este es el tiempo perfecto para cultivar gratitud, compasión y esperanza. Que Cristo, el verdadero regalo, renueve nuestras fuerzas y nos inspire a llevar luz donde más se necesita.

© David Lopez. Todos los derechos reservados.

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Autor

David Lopez

Ministro de la palabra con más de 20 años de experiencia en el servicio de la Iglesia del Señor. Licenciado en Teología, Máster en Teología Práctica. Estudiante de Maestría en Ministerio Cristiano.

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