Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de hoy: Propósitos de Año Nuevo 2025
Lectura Bíblica: Proverbios 19:21
Introducción
El comienzo de un nuevo año trae consigo un aire de esperanza y renovación. Es un momento en el que muchos de nosotros reflexionamos sobre el pasado y nos proponemos metas para el futuro. Queremos mejorar, dejar atrás los errores y alcanzar aquello que siempre hemos soñado. Nos decimos: “Este año será diferente.” Pero, ¿cuántas veces esas resoluciones se quedan en el camino?
Al mirar a nuestro alrededor, es fácil notar cómo esta época está marcada por promesas de cambio. Las redes sociales, los programas de televisión e incluso las conversaciones con amigos están llenas de consejos sobre cómo cumplir nuestras metas. Desde dietas hasta metas financieras, todos parecen tener una fórmula mágica.
Pero, ¿qué ocurre cuando esas metas no se cumplen?
La realidad es que muchas veces confiamos únicamente en nuestras fuerzas para alcanzar estos propósitos, olvidando que hay un plan mucho mayor en acción: el plan de Dios.
En el versículo principal de hoy encontramos una verdad que nos invita a reflexionar: “Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo de Jehová permanecerá.“
Este versículo nos recuerda algo esencial: aunque nuestros planes pueden parecer buenos o incluso necesarios, es el consejo de Dios el que tiene el poder de prevalecer. Su sabiduría es eterna y perfecta, mucho más alta que cualquier resolución humana. Entonces, al comenzar este nuevo año, ¿cómo podemos asegurarnos de que nuestras metas estén alineadas con los propósitos de Dios?
Hoy vamos a explorar esta pregunta, basándonos en la verdad bíblica y reflexionando sobre tres aspectos clave:
- Las limitaciones de nuestros planes humanos.
- La soberanía y sabiduría de los planes de Dios.
- Cómo podemos alinear nuestras metas con Su propósito perfecto.
A medida que profundicemos en este tema, descubriremos que confiar en los planes de Dios no solo transforma nuestras metas, sino también nuestra perspectiva de la vida, llenándonos de paz, esperanza y propósito eterno.
I. Reconociendo Nuestras Limitaciones Humanas
Con el inicio de un nuevo año, muchos de nosotros nos llenamos de entusiasmo al planificar metas. Queremos crecer, superar desafíos y cumplir sueños. Quizás piensas: “Este año sí voy a lograrlo.” Pero, a medida que pasan las semanas, esas metas empiezan a desvanecerse. ¿Por qué sucede esto?
La realidad es que nuestras fuerzas son limitadas. Aunque tengamos las mejores intenciones, enfrentamos obstáculos, distracciones, y, muchas veces, nos encontramos luchando con nuestras propias limitaciones humanas. La Biblia nos lo recuerda en Proverbios 16:9: “El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor.” (NVI).
Este versículo nos enseña que, aunque somos libres de planificar, el resultado final está en manos de Dios. Esto no debe desalentarnos, sino inspirarnos a depender más en Su dirección.
A. La Lucha Contra la Impaciencia
Vivimos en una cultura que constantemente nos presiona a buscar resultados rápidos. Queremos que nuestras metas se cumplan tan rápido como un envío exprés o una descarga digital. Pero la vida no siempre funciona así, y mucho menos cuando se trata de los planes de Dios.
Esto me recuerda una escena clásica de la película “The Karate Kid” (1984). El joven Daniel quería aprender karate de inmediato, ansioso por defenderse de sus acosadores. Sin embargo, el Señor Miyagi lo puso a realizar tareas aparentemente sin sentido, como encerar un coche y pintar una cerca. Daniel se frustraba porque no veía resultados. Pero lo que no entendía era que, en ese proceso, estaba aprendiendo las bases fundamentales del karate, aunque no se daba cuenta en ese momento.
De manera similar, Dios a menudo nos coloca en procesos donde parece que nada sucede, pero en realidad está desarrollando algo importante en nosotros. Eclesiastés 3:1 (DHH) nos recuerda: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo.”
Isaías 40:31 (NVI) también nos ofrece una promesa poderosa: “Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas, correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.” Aunque no vemos resultados inmediatos, podemos confiar en que Dios está obrando detrás de escena, preparándonos para algo mayor.
La lección aquí es clara: no siempre veremos avances de inmediato, pero eso no significa que Dios no esté trabajando. Aprender a esperar con fe nos permite ver Su propósito a Su debido tiempo.
B. Cuando la Vida Toma un Giro Inesperado
Nadie puede prever lo que traerá un nuevo año. Cambios repentinos, desafíos inesperados, o incluso bendiciones inesperadas pueden desviar nuestros planes. Esto nos recuerda cuán poco control tenemos sobre el futuro.
Santiago 4:14 (NBLA) dice: “No saben cómo será su vida mañana. Solo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece.” Este pasaje nos llama a reconocer la fragilidad de nuestros propios planes.
Recuerda la historia de José en el libro de Génesis. Fue vendido como esclavo por sus hermanos, encarcelado injustamente, y parecía que sus sueños habían quedado en el olvido. Pero en cada etapa, Dios estaba obrando en lo oculto, preparando a José para algo mayor. Al final, José pudo decir: “Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo encaminó para bien.” (Génesis 50:20, NBLA).
Así como José, cuando enfrentamos cambios inesperados, podemos confiar en que Dios tiene el control y está trabajando para nuestro bien, incluso cuando no entendemos el camino.
C. Rendición: La Clave Para la Paz
Cuando nuestros planes fallan, podemos frustrarnos o rendirlos a Dios. La rendición no es resignación; es un acto de confianza. En Salmo 55:22 (DHH) encontramos esta promesa: “Pon tus preocupaciones en las manos del Señor, y él te sostendrá; nunca permitirá que el justo caiga.”
Esta rendición nos libera del peso de tratar de controlar todo. Cuando confiamos en Dios, nuestras metas no solo se alinean con Su voluntad, sino que también encontramos paz y dirección. Proverbios 3:5-6 (RVR1960) dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.“
Este nuevo año, la verdadera pregunta no es si nuestras metas son alcanzables, sino si estamos dispuestos a entregarlas al Señor para que Él guíe nuestros pasos.
II. Dios Siempre Sabe lo Que es Mejor
¿Alguna vez has sentido que todo estaba bajo control hasta que un giro inesperado cambió tus planes? Tal vez tenías una idea clara de cómo querías que se desarrollara tu vida, pero las cosas no resultaron como esperabas. En esos momentos, es fácil cuestionar el propósito de Dios y preguntarnos si realmente estamos en el camino correcto.
En esos momentos, la Palabra nos recuerda que Dios no solo conoce el futuro, sino que también tiene un propósito eterno para cada situación que enfrentamos. Esto es algo que vemos claramente en Jeremías 29:11, donde leemos: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (NVI). Este versículo nos da una perspectiva alentadora: aunque nuestros planes sean inciertos, los de Dios siempre están dirigidos hacia el bienestar y la esperanza.
A. Dios Es Nuestro Gran Narrador
Para entender la sabiduría de Dios, imagina que tu vida es un libro y Él es el autor. Como lectores, solo vemos una página a la vez, y a menudo no entendemos cómo los eventos actuales encajan en la trama general. Pero Dios, como el autor, conoce el principio, el desarrollo y el final de nuestra historia.
Un buen ejemplo de esto es la vida de Ester. Desde una posición aparentemente insignificante como una huérfana judía, Ester fue llevada al palacio del rey. Al principio, podría haber parecido que su vida estaba siendo moldeada por casualidades, pero más tarde, Dios la usó para salvar a Su pueblo. Ester 4:14 nos muestra cómo la soberanía de Dios estaba presente: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”
De la misma manera, cuando enfrentamos capítulos difíciles o confusos en nuestras vidas, podemos confiar en que Dios está escribiendo algo hermoso y lleno de propósito.
B. Lecciones de Confianza en Dios: Un Relato Histórico
La historia de George Müller, un evangelista alemán del siglo XIX, nos muestra cómo confiar en Dios puede transformar nuestras vidas. Müller dirigió orfanatos en Inglaterra y decidió depender únicamente de la oración y la fe para suplir las necesidades de los niños a su cargo.
En una ocasión, los niños estaban sentados para desayunar, pero no había comida en la mesa. En lugar de entrar en pánico, Müller oró y agradeció a Dios por lo que proveería. Momentos después, un panadero llegó con suficiente pan para todos, diciendo que había sentido en su corazón que debía ayudar. Luego, un lechero apareció ofreciendo leche fresca porque su carrito se había roto cerca del orfanato. (A Famous Story About Muller’s Faith)
La historia de Müller refleja Jeremías 17:7 (NBLA): “Bendito es el hombre que confía en el Señor, cuya confianza es el Señor.” Aunque no siempre entendamos cómo Dios obrará, podemos estar seguros de que Él nunca falla en cumplir Sus promesas.
C. Paz Que Sobrepasa Todo Entendimiento
Cuando aprendemos a confiar en Dios y rendimos nuestras metas a Él, encontramos una paz que el mundo no puede ofrecer. Filipenses 4:7 (DHH) nos recuerda: “Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esa paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.”
Piensa en Jesús en el barco con Sus discípulos durante la tormenta (Marcos 4:35-41). Mientras los discípulos entraban en pánico, Jesús dormía. Cuando finalmente lo despertaron, Él calmó la tormenta con solo unas palabras: “¡Calla, enmudece!” Aunque las circunstancias alrededor eran caóticas, Jesús mostró que la verdadera paz no depende de la ausencia de problemas, sino de Su presencia en medio de ellos.
Así también en nuestras vidas, cuando confiamos en los planes de Dios, podemos enfrentar cualquier tormenta con la seguridad de que Él está en el control.
III. Cómo Alinear Nuestras Metas con los Planes de Dios
Cuando comienza un nuevo año, es natural que pensemos en metas y resoluciones. Queremos ser mejores, superar desafíos, y alcanzar nuevos logros. Pero si Dios no está en el centro de nuestras metas, corremos el riesgo de perseguir propósitos que, aunque parezcan buenos, pueden dejarnos vacíos al final. Entonces, ¿cómo podemos asegurarnos de que nuestras metas están alineadas con los planes de Dios?
Proverbios 3:5-6 (RVR1960) nos da una clave esencial: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.” Este pasaje nos recuerda tres pasos importantes para alinear nuestras metas con Su voluntad: buscar a Dios en oración, estar dispuestos a soltar nuestros propios planes, y darle un propósito eterno a nuestras metas.
A. Buscar a Dios en Oración
El primer paso para alinear nuestras metas con los planes de Dios es llevarlas delante de Él en oración. ¿Alguna vez has notado cómo nuestras preocupaciones y dudas parecen disminuir cuando las ponemos en las manos del Señor? La oración no solo nos da paz, sino también claridad para discernir si nuestras metas están alineadas con Su voluntad.
Es por eso que, en Filipenses 4:6 (DHH), se nos anima de esta manera: “No se preocupen por nada. Más bien, pídanle a Dios todo lo que necesiten y sean agradecidos.” Este pasaje no solo nos invita a confiar en Dios, sino también a reconocer que Él es nuestra fuente de sabiduría y fortaleza.
Un ejemplo poderoso de esto lo vemos en la vida de Nehemías, un líder que enfrentó la enorme tarea de reconstruir los muros de Jerusalén. En lugar de depender únicamente de su experiencia o estrategias, Nehemías tomó un tiempo para orar y buscar a Dios. En Nehemías 1:4 (RVR1960), leemos: “Cuando oí estas palabras, me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.”
¿Qué lección podemos aprender de Nehemías? Antes de actuar, tomó un momento para someter sus preocupaciones a Dios, y eso transformó el camino que tenía por delante. Su ejemplo nos recuerda que no importa cuán grandes sean nuestros desafíos o metas, siempre podemos encontrar dirección y fortaleza en el Señor.
Al empezar este nuevo año, tomemos el ejemplo de Nehemías como inspiración. Antes de definir nuestras metas o tomar decisiones importantes, dediquemos tiempo a buscar la guía de Dios. En la oración, encontramos la conexión que necesitamos para alinear nuestros planes con Su propósito eterno.
B. Estar Dispuestos a Soltar Nuestros Propios Planes
Alinear nuestras metas con los planes de Dios a veces significa dejar ir aquello que pensamos que era lo mejor para nosotros. Esto puede ser un reto, pero es un acto de fe y obediencia.
Por ejemplo, en Lucas 5:4-6, vemos que el Señor le pide a Pedro que lance las redes después de una noche sin haber pescado nada. Aunque Pedro podría haberse negado, confiando en su experiencia como pescador, él decidió obedecer a Jesús. El resultado fue una pesca milagrosa que superó todas sus expectativas.
Otro ejemplo real que refleja este principio es la historia de Eric Liddell, un atleta olímpico y misionero cristiano conocido como “El Corredor de Dios.” Liddell se preparó durante años para competir en los Juegos Olímpicos de 1924, con la esperanza de ganar una medalla de oro en su carrera favorita, los 100 metros. Sin embargo, al descubrir que la competencia se llevaría a cabo un domingo, Liddell decidió no participar, ya que quería honrar el día del Señor.
Muchos lo criticaron y pensaron que estaba renunciando a su sueño, pero Liddell confió en que Dios tenía un plan mayor. Ajustó sus metas y decidió competir en los 400 metros, una carrera para la que no estaba entrenado. Para sorpresa de todos, ganó la medalla de oro y rompió el récord mundial. Su historia es un recordatorio de que, cuando confiamos en Dios y estamos dispuestos a ajustar nuestros planes, Él puede hacer cosas extraordinarias.
Isaías 30:21 (NVI) lo dice de esta manera: “Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una palabra que dirá: ‘Este es el camino; síguelo.‘” Aunque soltar nuestros propios planes puede ser difícil, siempre podemos confiar en que el camino de Dios es mejor.
C. Darle un Propósito Eterno a Nuestras Metas
Finalmente, nuestras metas deben reflejar valores que glorifiquen a Dios y tengan un impacto eterno. Colosenses 3:23 (RVR1960) nos exhorta diciendo: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” Este versículo nos recuerda que nuestras acciones, incluso las más sencillas, pueden ser transformadas cuando las hacemos con un propósito eterno en mente.
Un ejemplo claro de esto lo encontramos en la vida de Moisés. Al principio, Moisés parecía tener metas claras para su vida. Creció como príncipe en Egipto, con acceso al poder y privilegios, quizás pensando que podría influir desde esa posición. Sin embargo, después de matar a un egipcio, tuvo que huir al desierto, donde pasó cuarenta años como pastor. Desde una perspectiva humana, parecía que su vida había perdido todo propósito.
Pero Dios tenía un plan mayor para Moisés.
Lo llamó desde la zarza ardiente con un propósito divino: liberar a Su pueblo de la esclavitud. En Éxodo 3:10 (RVR1960), Dios le dijo: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.”
Lo que comenzó como un camino personal lleno de incertidumbre fue transformado en un llamado eterno para liderar y guiar a toda una nación. Moisés tuvo que rendir sus propios planes para aceptar el propósito de Dios, y su obediencia dejó un impacto que sigue resonando hoy.
De la misma manera, nuestras metas pueden parecer pequeñas o incluso perdidas en el caos de la vida, pero cuando las entregamos a Dios, Él puede usarlas para Su gloria y para bendecir a otros.
Mateo 5:16 (NVI) lo resume así: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.” Al vivir con un propósito eterno, no solo alcanzamos logros temporales, sino que dejamos un impacto duradero en el Reino de Dios.
Conclusion
Caminando en los Planes de Dios en el Año Nuevo 2025
Al reflexionar sobre nuestras metas para este nuevo año, es importante recordar que nuestros planes, por mejores que sean, tienen límites. Como hemos visto en Proverbios 19:21: “Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el consejo de Jehová permanecerá,” solo los planes de Dios tienen la seguridad de prosperar porque están cimentados en Su perfecta sabiduría y amor.
A lo largo de este mensaje, hemos explorado cómo nuestras fuerzas humanas son insuficientes para garantizar el éxito, pero la soberanía de Dios nos asegura que Su propósito siempre se cumple. También hemos aprendido que al buscar Su guía en oración, estar dispuestos a soltar nuestras metas personales, y darle un propósito eterno a nuestras resoluciones, podemos alinearnos con Sus planes para nuestras vidas.
La verdadera pregunta para este año no es si nuestras metas son lo suficientemente buenas o alcanzables, sino si estamos dispuestos a rendirlas al Señor. Como dice Proverbios 16:3 (NBLA): “Encomienda tus obras al Señor, y tus propósitos se afianzarán.”
Un Llamado a la Acción
Este nuevo año, Dios nos invita a vivir con un propósito que trasciende lo temporal. Antes de planificar, tomemos un momento para buscar Su voluntad en oración, pidiéndole que dirija cada decisión y cada meta. Cuando hacemos esto, podemos caminar con la confianza de que no estamos solos y que Su plan es siempre bueno.
El Salmo 127:1 (RVR1960) nos advierte: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican.” Este versículo nos recuerda que, sin Dios, incluso nuestros mejores esfuerzos pueden ser en vano. Pero cuando confiamos en Él, cada paso que damos está lleno de significado y propósito eterno.
A medida que avancemos en este nuevo año, hagamos de nuestra meta principal buscar primero el Reino de Dios. Mateo 6:33 (RVR1960) dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Este es un recordatorio de que, al poner a Dios en primer lugar, todo lo demás encontrará su lugar.
Imagina cómo sería este año si cada meta que te propusieras estuviera guiada por la mano de Dios. No importa cuán inciertas sean las circunstancias, puedes tener paz sabiendo que estás caminando según Su propósito. Que este año sea diferente, no porque tengamos más metas o mayores logros, sino porque estamos caminando de la mano de Aquel que nunca falla.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.