Jesucristo es la respuesta

David N. Zamora

Jesucristo es la respuesta

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Jesucristo es la respuesta | Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Lucas 17:11-19

Introducción

El evangelista Lucas es el único que incluye en su evangelio la historia de diez hombres leprosos que, excluidos de la familia y la sociedad, le salieron al encuentro a Jesús, esperando recibir una respuesta a su necesidad. (Lucas 17:11).

La historia de estos diez leprosos no solo nos enseña sobre gratitud, sino que también pone de manifiesto cómo el sufrimiento compartido puede unir a las personas más allá de sus diferencias raciales y nacionales para enfrentar juntos su necesidad. Recordemos que entre estos diez leprosos había un samaritano, que fue el único que regresó a Jesús para dar gracias por su sanidad.

Además, esta historia también puede interpretarse como una representación del efecto del pecado en la humanidad. El pecado margina, creando divisiones tanto espirituales como sociales. Pero la intervención de Jesús no solo trae sanación física, sino también restauración espiritual y una invitación al arrepentimiento y la reconciliación.

Precisamente es desde este punto de vista que hoy quiero abordar esta historia. Quiero que juntos valoremos dos grandes verdades de esta historia relacionadas con los efectos del pecado y con la solución que Dios ofrece en Cristo.

I. UNA MISMA ENFERMEDAD LOS MANTENÍA LEJOS DE JESÚS.

“le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos” (Lucas 17:12).

En la Biblia, el término «lepra» se utiliza para describir diversas afecciones cutáneas, que podían ser superficiales o graves, posiblemente incluyendo lo que hoy conocemos como el bacilo de Hansen. Al ser una enfermedad contagiosa, los leprosos eran apartados de sus familias y comunidades, viéndose obligados a vivir en lugares alejados, tal como se estipulaba en las leyes sanitarias de Levítico 13.

En el contexto bíblico la enfermedad de la lepra se usa para ilustrar los tristes y funestos resultados del pecado en el hombre. Así como la lepra aísla al leproso, el pecado separa al pecador de Dios, también puede traer separación en la familia, en la comunión de los hermanos en la fe y hasta en la sociedad.

Seamos honestos, el pecado es la verdadera causa de que muchos matrimonios y familias completas se destruyan [ya sea por infidelidad, vicios, violencia doméstica]; de que adolescentes, jóvenes y adultos sean víctimas de las drogas, el alcohol y el tabaquismo; de que predomine la violencia social, el odio entre los hombres y la injusticia social. El pecado es la raíz del terrorismo, de las guerras que destruyen y cobran vidas inocentes sin piedad. Es el pecado la razón del desenfreno moral con que vive el hombre postmoderno. Quitas a Dios y prevalece el pecado. Apagas la luz y predominan las tinieblas. Quitas al rey e impera la anarquía.

La Biblia dice claramente: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Romanos 3:10-12).

Los diez hombres leprosos padecían la misma enfermedad, de igual forma todos los hombres son reconocidos en la Biblia como pecadores que necesitan conocer a Jesús, porque habiendo pecado, el hombre no ha dado honor a su Creador como debía haberlo hecho.

El pecado infestó (enfermó) a toda la humanidad, y deformó la imagen de Dios en el hombre, por eso todos necesitamos reconciliarnos con Dios por medio de Jesucristo. “Todos pecaron y por eso no pueden participar de la gloria de Dios.” (Romanos 3:23 PDT).

Notemos que los diez leprosos estaban a la misma distancia de Jesús. Esta imagen ilustra de manera poderosa, cómo todos enfrentamos la misma condición espiritual ante Dios debido al pecado, sin importar nuestras diferencias o méritos personales.

Para eliminar esa distancia entre Jesús y nosotros, necesitamos ser reconciliados con Dios. Pero no hay esfuerzo humano que pueda lograr el perdón o el favor de Dios por sí solo. Es solo a través de lo que Dios ha hecho por nosotros que esa distancia puede ser eliminada, trayendo reconciliación y paz espiritual. (Romanos 5:1-2).

Dios, en su inmensa gracia salvadora, tomó la iniciativa de acercarse a nosotros por medio de su Hijo unigénito, Jesucristo. A través de Él, nos reconcilió consigo mismo, sin considerar nuestros pecados. Toda esta obra de reconciliación proviene exclusivamente de Dios. (2 Corintios 5:18-21).

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:10, 19) (Cf. Romanos 5:8).

Él único que puede anular la distancia entre Dios y los hombres, removiendo el obstáculo del pecado que nos separa de Dios, es Jesucristo, no nuestras buenas obras. (Juan 14:6; Efesios 2:8-9).

Puede que nos encontremos con alguien que diga: “No soy tan malo como otros. No he matado, no he robado. Soy una buena persona. Tengo buenos sentimientos. Ayudo al necesitado. Sostengo misioneros. Hago donaciones. Vengo todos los domingos a la iglesia y tengo un carnet de miembro.” ¡Yo merezco la bendición de Dios! No tengo de que arrepentirme.

Pero la Biblia enseña que la salvación es un regalo de Dios, que se recibe únicamente por la fe, y que no depende de nuestras buenas obras. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9). (Cf. Romanos 3:28; Gálatas 2:16). JESUCRISTO ES LA RESPUESTA.

II. AL TENER LA MISMA PETICIÓN JESÚS LES DIO LA MISMA SOLUCIÓN

“¡Jesús, Maestro, ¡ten misericordia de nosotros! Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados” (Lucas 17:13-14).

Notemos que estos diez hombres llaman a Jesús por su nombre y lo reconocieron como Maestro. Habían oído hablar de sus milagros y sanidades, lo que les confirmaba que Dios estaba con él, y no dudaron en clamar por misericordia.[1] ¡Jesús! ¡Maestro, ten misericordia de nosotros! Aunque estos hombres se pararon a distancia, Jesús fue su enfoque central.

La fe de estos diez leprosos se hizo visible en su obediencia a la orden de Cristo. Es que fe y obediencia son inseparables. Los diez salieron rumbo a los sacerdotes antes de verse sanos. El sacerdote no tenía poder para sanarlos, pero si estaba designado para declararlos limpios.[2] Dice Lucas que mientras iban, fueron limpiados. Caminaron en fe (Hebreos 11:1).

¿Cómo actuamos nosotros cuando Dios nos da instrucciones que no entendemos completamente? Aprendo en esta historia que, para recibir las bendiciones de Dios, debo someterme al modo y método que Él establezca. [3] No es a mi manera, sino a la manera de Dios.

Miremos como se ve en el orden espiritual. La Biblia enseña que cada bendición que disfrutamos en nuestra vida cristiana son el resultado de la infinita misericordia y gracia de Dios (Santiago 1:17).

Nada merecemos de Dios, Él no nos debe nada, pero nos lo da todo en Su amor y bondad. En Efesios 2:5 la Biblia dice: “aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”.

La gracia es un favor inmerecido; es la bondad de Dios que se extiende a quienes no la merecemos y que jamás podríamos alcanzarla por nuestros propios medios o méritos. El apóstol Pablo lo entendió perfectamente, cuando le dijo a los corintios: por la gracia de Dios soy lo que soy…pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” (1Corintios 15:10).

Como ya les he dicho, la Biblia dice que todos somos pecadores (Eclesiastés 7:20Romanos 3:23 y 1 Juan 1:8), que merecemos la muerte (Romanos 6:23) y la condenación eterna en el lago de fuego (Apocalipsis 20:12-15). Si Dios nos diera lo que merecemos, todos estaríamos, ahora mismo, condenados por la eternidad. (Salmos 103:10).

Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, recibimos la misericordia de Dios y somos liberados del juicio eterno. En vez del juicio, por gracia obtenemos salvación, el perdón de nuestros pecados, una vida abundante (Juan 10:10) y la promesa de un lugar en el cielo, en la casa de nuestro Padre Celestial, donde viviremos por toda la eternidad (Juan 14:1-3).

Comenta William Barclay: “Lo natural sería decir: Dios es justo; y, por tanto, condena al pecador como a un criminal. Pero la gran paradoja del evangelio es que Dios es justo, y, de alguna manera, con esa Gracia increíble, milagrosa, que Jesús vino a traer al mundo, acepta a los pecadores, no como criminales, sino como hijos a los que sigue amando a pesar de todo.” [4] (Juan 1:12; Romanos 8:14-17).

Podemos asegurar que Jesucristo sigue siendo el único remedio eficaz para el pecado y la única solución para la reconciliación del pecador con Dios (Juan 14:6; Colosenses 1:20).

La Biblia dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.” (1 Timoteo 2:5-6; cf. Juan 14:6; Hechos 4:12).

Dios proveyó en Cristo la solución al pecado de la humanidad, solo resta que la gente acepte a Cristo como la solución a su necesidad espiritual. Jesucristo es el único que cura la lepra espiritual (pecado), cancela el poder del pecado, anula la culpa y justifica al pecador. (Isaías 53:5; Romanos 3:22-26; 1 Juan 1:7).

El apóstol Pedro aseguró que “Sólo Jesús tiene poder para salvar. Sólo él fue enviado por Dios, y en este mundo sólo él tiene poder para salvarnos.” (Hechos 4:12 TLA). JESUCRISTO ES LA RESPUESTA.

Conclusiones

Hoy más que nunca la gente debe saber que está lejos de Dios y que necesita experimentar su amor y su gracia salvadora. No es a través de buenas obras que alcanzamos la gracia y la misericordia de Dios, sólo a través de Jesucristo. Jesucristo vino a reconciliar al hombre con Dios.

  • Si necesitas salvación, Jesucristo es el salvador.
  • Si necesitas sanidad, Jesucristo es el sanador.
  • Si necesitas un amigo, Jesucristo es el mejor amigo.
  • Si necesitas paz, Jesucristo es el príncipe de paz.
  • Si esperas una respuesta, Jesucristo es la respuesta.

Invitación a Salvación…

[1] Cevallos, J. C., & Zorzoli, R. O. (2007). Comentario bíblico mundo hispano, Tomo 16: Lucas (p. 266). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.

[2] MacDonald, W. (2004). Comentario Bíblico de William MacDonald: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento (p. 642). Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE.

[3] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1323). Editorial CLIE.

[4] Barclay, W. (2006). Comentario Al Nuevo Testamento (p. 569). Editorial CLIE.

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David N. Zamora
Autor

David N. Zamora

Ministro Ordenado de las Asambleas de Dios y Pastor Principal de la Iglesia Misionera de Tampa. Con títulos en Teología y Biblia de EDISUB e ISUM. Casado con Raquel Gonzalez

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