Un encuentro con el Cristo Resucitado nos lleva de la tristeza al gozo | Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Texto Bíblico: Lucas 24:13-24
IDEA CENTRAL: La certeza de la resurrección nos mueve de la tristeza al gozo y de la desesperanza a la esperanza.
INTRODUCCIÓN.
En esta mañana amados, estamos celebrando el evento, el hecho histórico más importante de la historia de la humanidad y de la fe cristiana: la resurrección. La cruz es importante, no me mal entienda, pero la obra de la cruz sin la resurrección estaría incompleta.
“Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. 20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1Corintios 15:12-22).
En el pasaje que nos ocupa hoy vemos a dos discípulos de Cristo, en pleno camino a su hogar, enfrascados en una discusión acerca de los acontecimientos que estaban sucediendo en sus días y por demás la tristeza era notable. Si pudiéramos trasladarnos al tiempo del ministerio terrenal de Jesús, un día como hoy, y pudiéramos sentir con el corazón de los discípulos habría un sentimiento que sobresaldría sobre todos los sentimientos y este sentimiento es, la desesperanza.
Amados el mero conocimiento no es suficiente para mantener viva la llama de la esperanza en nuestros corazones en estos tiempos. Aquellos discípulos que iban camino a Emaús sabían que Jesús era profeta, sabían que Jesús hacía milagros, sabían que Jesús tenía enseñanzas profundas, pero no habían entendido el plan de Dios para la redención.
Cuando miro el trasfondo escritural de los tiempos de aquellos discípulos no puedo por menos que pensar en nuestros tiempos. Tiempos de dificultades económicas, tiempos de esclavitud por parte de un gobierno explotador y opresor y tiempos de futuros inciertos. Añadido a lo anterior lo que parecía ser la solución, se había desvanecido ante sus ojos.
“Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? 18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. 21 Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel;” (vers. 17-21)
OT: Es por eso que en esta mañana quiero compartirles amados, en este día tan significativo; como la resurrección de Jesús trae esperanza a nuestros corazones en medio de estos tiempos difíciles que vivimos hoy.
I. La resurrección de Cristo hace que seamos iluminados por la Palabra.
A. Muchas veces permitimos que las circunstancias obnubilen nuestra comprensión espiritual.
“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” (Lucas 24:25).
B. Cuando no tenemos una iluminación de las Escrituras la desesperanza inunda nuestros corazones.
“Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos. 10 Y volvieron los discípulos a los suyos.11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; 12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. 13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.” (Juan 20:9-13).
“¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” (Lucas 24:25-27).
C. El Cristo resucitado vivifica nuestros corazones con la Palabra y nos llena de esperanza.
“Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:32).
II. La resurrección de Cristo hace que seamos ministrados con Su Presencia.
A. Muchas veces la presencia del Señor pasa inadvertida a nuestros ojos porque estamos enfocados en nuestros problemas.
“Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.” (Lucas 24:28-29).
B. La solución a nuestros problemas está a nuestro lado y persistimos en nuestras erradas perspectivas.
“Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21 Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22 as también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25 e dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.” (Juan 11:20-27).
C. El Cristo resucitado llena de esperanza nuestros corazones con Su Presencia.
“Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista…33 Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.” (Lucas 24:31 y 33-35).
III. La resurrección de Cristo hace que seamos impactados con Su mensaje.
A. Aquellos discípulos fueron ministrados con una palabra de bendición de parte del Señor.
“Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.” (Lucas 24:30)
B. Debemos ser portadores del mensaje de Jesús.
“Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). 17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. 18 Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.” (Juan 20:16-18)
Los discípulos no reconocieron a Jesús en el camino ni María reconoció al Maestro en el sepulcro, pero sí el fuego y poder de su mensaje.
C. El Cristo resucitado llena nuestros corazones con Su mensaje.
“Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:26-28).
CONCLUSIÓN
Amados de nuestro corazón, en un día como hoy Jesús resucitó. Su resurrección nos trae esperanza en nuestra vida presente y también para la eternidad. No estemos desesperanzados. ¡Quiero terminar con estas poderosas Escrituras que fortalecerán nuestra esperanza en el Cristo resucitado!
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.” (Efesios 2:4-7).
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 15y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (Hebreos 2:14-15).
© David Gutiérrez. Todos los derechos reservados.