Ser luz en medio de los apagones

Franklin Riera

Ser luz en medio de los apagones

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Ser luz en medio de los apagones | Predicas Cristianas

Introducción

Hermanos, hoy quiero que reflexionemos juntos sobre algo que estamos viviendo a diario: “los apagones de luz”. Todos hemos sentido lo que es estar en la oscuridad física, ¿verdad? Los apagones son un recordatorio constante de lo frágil que es nuestro sistema. De repente, nos quedamos sin electricidad, sin la comodidad del ventilador, del aire acondicionado, del internet, ¡incluso de la luz que nos ayuda a ver por dónde caminamos!

Mateo 5:14-16 “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. 15 Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”.

1. EL MUNDO EN CONSTANTES APAGONES

Cuando la luz se va, nos sentimos incómodos, inseguros, perdidos, ¿cierto? La rutina cambia. Algunos de nosotros buscamos desesperadamente una vela, otros intentan encender el teléfono para usarlo como linterna, ¡hacemos lo que sea para encontrar algo de luz! Pero la verdad es que, en esos momentos de apagones, lo que reina es la incertidumbre. No sabemos cuándo volverá la luz, no sabemos cuánto tiempo estaremos en esa oscuridad, y eso nos llena de inquietud.

Ahora, pensemos en algo más profundo: así como estos apagones nos afectan físicamente, el mundo ha vivido apagones espirituales y morales durante siglos.

Desde el principio, la humanidad ha enfrentado oscuridad espiritual. Pensemos en los tiempos del Antiguo Testamento, cuando el pueblo de Israel cayó en la idolatría. Abandonaron a Dios y comenzaron a adorar ídolos hechos por manos humanas, ¡eso fue un apagón total de su relación con el Señor! El pecado, la corrupción, la falta de valores morales… todo esto trajo consecuencias devastadoras para la nación.

Y qué decir de aquel momento más oscuro en la historia; el día en que Jesús fue crucificado. La Biblia nos dice en Juan 3:19: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” La humanidad, cegada por el pecado, rechazó la luz que era Cristo y prefirió caminar en la oscuridad. ¡Qué tragedia tan grande! Un apagón espiritual que llevó al Hijo de Dios al sacrificio en la cruz.

Pero, hermanos, esos apagones no son cosa del pasado. Hoy seguimos viendo apagones morales y espirituales por todas partes. En un mundo donde la corrupción, la violencia y la falta de valores están tan presentes, parece que las tinieblas están ganando terreno. ¡Pero no es así! Las guerras, la injusticia, el desamor… todas estas son señales de un mundo que sigue prefiriendo vivir en la oscuridad antes que acercarse a la luz de Cristo.

Miremos alrededor: ¿cuántas personas están confundidas, perdidas, sin esperanza? ¿Cuántos de nosotros conocemos a alguien que parece estar en medio de un apagón espiritual? Donde la paz, la justicia y el amor están apagados, prevalece la confusión, el egoísmo, y el odio. Hoy en día, enfrentamos apagones de valores. Se habla menos de la verdad, la honestidad, la familia, y se promueve más lo superficial, lo pasajero, lo que destruye en vez de edificar.

Queridos hermanos, no es casualidad que estemos viviendo estos tiempos. Tal como en los apagones físicos, estos apagones espirituales traen incertidumbre, pero Dios nos ha llamado a algo diferente. ¡Dios nos ha llamado a ser luz en medio de la oscuridad!

2. JESÚS ES LA LUZ

Hermanos, si hay algo que necesitamos en medio de estos apagones, tanto físicos como espirituales, es luz. Y quiero llevarles a un versículo poderoso que nos da la respuesta: Juan 8:12, donde Jesús declara con autoridad: “Yo soy la luz del mundo; El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”

Cuando Jesús dijo esto, no lo dijo como una simple declaración, ¡lo dijo como una realidad transformadora! Este versículo tiene un mensaje profundo, y quiero que lo desmenucemos juntos.

“Yo soy la luz”  ¡Qué poderosa afirmación! Jesús no dijo: “Yo soy una luz”, o “Yo soy como la luz”. ¡No! Él dijo: “Yo soy la luz”. Y no cualquier luz, sino la luz del mundo. En otras palabras, Jesús no es una opción más entre muchas; Él es la única fuente de luz verdadera que puede disipar las tinieblas que rodean nuestra vida.

Pensemos en esto por un momento. ¿Qué hace la luz? La luz tiene el poder de revelar lo que está oculto en la oscuridad. Cuando enciendes una lámpara en una habitación oscura, de repente todo lo que estaba escondido, todo lo que era confuso o peligroso, ¡se vuelve claro! Así es Jesús en nuestras vidas. Él es la claridad en medio de la confusión, la dirección cuando no sabemos hacia dónde ir, la esperanza en medio de la desesperación.

“El que me sigue no andará en tinieblas” Aquí está la promesa: Si seguimos a Jesús, no andaremos en tinieblas. ¿Qué significa esto? No significa que nunca tendremos momentos difíciles o que la oscuridad no intentará rodearnos. Lo que Jesús nos está diciendo es que, aunque el mundo esté lleno de tinieblas —lleno de pecado, corrupción, dolor y desesperanza—, si caminamos con Él, tendremos una guía segura, una luz que nos dirige por el buen camino.

Hermanos, seguir a Jesús es vivir con una nueva perspectiva. Es caminar con confianza, sabiendo que aunque las circunstancias a nuestro alrededor sean difíciles, su luz ilumina nuestro camino. A veces, la vida puede parecer como un túnel oscuro, pero con Jesús, sabemos que hay luz al final del túnel, ¡y no solo al final! Él nos acompaña y nos alumbra paso a paso.

“Tendrá la luz de la vida” ¡Qué declaración tan profunda! Jesús no solo está hablando de luz física, está hablando de la luz de la vida. Y aquí es donde todo cobra sentido. El mundo en el que vivimos está en tinieblas espirituales, y las personas están buscando vida en lugares donde no la encontrarán: en el placer temporal, en la riqueza, en la fama, en relaciones rotas. Pero solo Jesús ofrece la luz de la vida, una vida abundante y eterna.

Esto me recuerda el momento en el que Jesús sanó al ciego de nacimiento en Juan 9. Este hombre vivió en oscuridad toda su vida. No había visto la luz del sol, ni la cara de sus padres, ni las maravillas de la creación. Pero un día, se encontró con Jesús, y todo cambió. Jesús abrió sus ojos, ¡y ese hombre vio la luz por primera vez! No solo la luz física, sino la luz espiritual, porque inmediatamente después, ese hombre creyó en Jesús como el Hijo de Dios.

Hermanos, esto es lo que Jesús hace en nuestras vidas. No importa cuánta oscuridad haya en nuestro pasado, cuántos errores hayamos cometido, o cuán lejos estemos de Dios, ¡Jesús puede traer luz donde antes solo había tinieblas!

A lo largo de Su ministerio, Jesús no solo trajo luz, Él transformó vidas. Miremos algunos ejemplos:

Zaqueo, el recaudador de impuestos, vivía en la oscuridad de la codicia y la avaricia. Cuando Jesús lo encontró, le ofreció Su luz, y Zaqueo fue transformado, devolviendo lo que había robado y ayudando a los pobres. ¡La luz de Jesús cambió completamente su vida!

La mujer samaritana que había tenido una vida llena de rupturas y pecado. Cuando Jesús se sentó con ella junto al pozo, le ofreció una nueva manera de vivir, una luz que transformó su pasado. Esa mujer, que vivía en la oscuridad, se convirtió en testigo de la luz para todo su pueblo.

Jesús no solo alumbra nuestras vidas, Él cambia nuestras vidas. ¡Él restaura relaciones, sana corazones rotos, y nos da una nueva visión de lo que significa vivir en Su verdad!

Entonces, en estos tiempos de apagones físicos, recordemos que Jesús es nuestra luz. Y aunque el mundo esté en un apagón espiritual, su luz sigue brillando. Sigámosle, confiemos en Él, y permitamos que Su luz brille a través de nosotros para que otros también vean la esperanza que solo Cristo puede ofrecer. ¡Amén!

3. SOMOS LLAMADOS A SER LUZ

Hermanos, hasta aquí hemos hablado de los apagones y de cómo Jesús es la luz del mundo. Pero ahora quiero hacerles una pregunta directa: ¿Qué significa para nosotros esta verdad? Jesús no solo nos invita a seguirle como nuestra luz, ¡Él nos llama a ser luz en este mundo!

En Mateo 5:14-16, Jesús nos dice claramente: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”

Hermanos, esto es algo maravilloso y desafiante al mismo tiempo. No se trata de una opción o una sugerencia. “Jesús nos ha llamado a ser luz”, no a vivir escondidos o apagados. Tal como una vela enciende la oscuridad en medio de un apagón, cada uno de nosotros tiene el poder y la responsabilidad de alumbrar en los lugares donde hay tinieblas. 

Pero no es nuestra propia luz lo que brillamos. Reflejamos la luz de Cristo. Es como la luna que refleja la luz del sol. De la misma manera, cuando nos mantenemos conectados a Cristo, Su luz brilla a través de nosotros.

Entonces, ¿cómo podemos ser luz en este mundo tan lleno de tinieblas? Quiero darles algunos ejemplos prácticos y concretos que podemos aplicar en nuestras vidas.

Seamos luz con nuestras palabras: En tiempos de crisis, como los que estamos viviendo, cuando muchos a nuestro alrededor están desanimados y llenos de preocupación, nuestras palabras pueden hacer una gran diferencia. 

En lugar de quejarnos o unirnos a la negatividad, seamos fuente de ánimo y esperanza. ¿Qué tal si en medio de las dificultades, decimos palabras que levanten a los demás? Una palabra de fe, un mensaje de esperanza puede iluminar el día de alguien que está pasando por un momento oscuro.

Seamos luz con nuestras acciones: No basta con hablar, hermanos. Nuestras acciones también deben reflejar esa luz. Jesús no solo habló de amor, Él demostró amor. 

¿Conoces a alguien que está en necesidad? ¿Alguien que está sufriendo o pasando por dificultades? ¡Haz algo por esa persona! Puede ser algo tan simple como llevar una comida, dar un abrazo, o incluso escuchar con atención. 

En medio de tanta indiferencia y egoísmo en el mundo, nuestras acciones de compasión y servicio son como pequeñas velas encendidas que disiparán las tinieblas de la soledad y el dolor.

Seamos luz siendo fieles a los valores cristianos: En un mundo que cada vez rechaza más los valores de Dios, nosotros debemos permanecer firmes. Aunque parezca que todo a nuestro alrededor se está oscureciendo, ¡nuestra fidelidad a la verdad de Dios es un testimonio poderoso! 

  • Cuando elegimos la honestidad sobre la mentira
  • Cuando optamos por el perdón sobre el rencor,
  • Cuando practicamos la humildad en lugar del orgullo, estamos siendo luz.

Este es el tipo de luz que brilla de forma poderosa, porque es diferente, es contracultural. Y la gente lo notará, porque en un mundo lleno de corrupción y pecado, el contraste es inmenso.

Hermanos, piensen en esto: en medio de un apagón eléctrico, una vela o una lámpara se vuelven esenciales. Cuando la luz se va, ¡hasta la luz más pequeña es suficiente para guiarnos! 

Recuerda que la oscuridad no tiene poder sobre la luz. No importa cuán densa sea la tiniebla, una pequeña luz siempre tiene la capacidad de dispersarla. No te menosprecies pensando que tu influencia es pequeña. ¡Cada acto de bondad, cada palabra de esperanza, cada decisión de fidelidad a Dios es un destello de luz en medio de las tinieblas!

4. LA FUENTE DE NUESTRA LUZ ES CRISTO

Hermanos, hasta aquí hemos hablado del llamado que Jesús nos hace para ser luz en el mundo. Pero, quiero ser muy claro: no podemos ser luz por nuestras propias fuerzas. No se trata de intentar brillar con nuestra propia capacidad, porque si lo intentamos por nuestra cuenta, nos agotaremos rápidamente.

Pensemos en una lámpara. Una lámpara puede tener todo lo que necesita: el bombillo, el diseño adecuado, pero si no está conectada a la fuente de energía, ¿qué pasa? No puede dar luz. De la misma manera, nosotros somos incapaces de brillar si no estamos conectados a Cristo, la fuente de nuestra luz.

La Palabra de Dios en Efesios 5:8 dice: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz.”

¡Qué maravilloso es esto, hermanos! Antes de conocer a Cristo, éramos tinieblas. Vivíamos en la oscuridad, sin propósito, sin dirección. Pero cuando Cristo entró en nuestras vidas, todo cambió. Ahora somos luz en el Señor, no por lo que somos, sino porque Su luz está en nosotros.

Este versículo no solo nos recuerda de dónde venimos, sino que también nos da una instrucción clara: “andad como hijos de luz”. Esto significa que debemos vivir de acuerdo con esta nueva identidad que tenemos en Cristo. Ya no podemos conformarnos con las tinieblas, ya no podemos seguir los caminos de este mundo. Ahora, somos llamados a brillar, pero para eso necesitamos estar conectados a la fuente, a Jesús.

Hermanos, una lámpara no puede dar luz si no está enchufada, y nosotros no podemos brillar si no estamos conectados a Cristo. ¿Cómo nos conectamos a Él? A través de la oración, la comunión con Dios, y el estudio de Su Palabra.

La oración es como el cable que conecta nuestra lámpara a la fuente de poder. Sin una vida de oración, nuestro espíritu se apaga. ¿Te has sentido alguna vez agotado espiritualmente? ¿Te has dado cuenta de que cuando descuidas la oración, te sientes más débil? Eso es porque la oración nos mantiene conectados a la presencia de Dios. Jesús mismo se retiraba frecuentemente a orar, a estar con el Padre. ¡Si el Hijo de Dios necesitaba oración, cuánto más nosotros!

La comunión con Dios, implica más que solo hablar con Dios; significa vivir en una relación diaria con Él. Como hijos de luz, debemos caminar con Dios, permitiéndole guiar cada paso que damos. Esta comunión nos fortalece, nos da claridad en medio de la oscuridad y nos recuerda quiénes somos en Cristo.

La Palabra de Dios es como el aceite en una lámpara antigua, es lo que mantiene la luz encendida. Cuando leemos y meditamos en la Palabra, nuestras vidas son alumbradas por la verdad. La Biblia dice que Su Palabra es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino (Salmo 119:105). Si queremos que nuestra luz siga brillando, necesitamos ser llenos de Su Palabra, día tras día.

Así que, sin Cristo, somos como lámparas apagadas, inútiles. No podemos alumbrar al mundo si no estamos conectados a la fuente. ¿Alguna vez has intentado encender una linterna sin baterías? Por mucho que la enciendas, no funcionará. De la misma manera, podemos intentar hacer cosas buenas, podemos hablar de Jesús, pero sin una relación real y profunda con Él, no habrá luz en nuestras vidas.

Pero cuando Cristo está en nosotros, cuando estamos llenos de Su Espíritu, ¡nuestra luz brilla con poder! Nos convertimos en reflejos brillantes de Su amor y verdad. No es nuestra propia luz, es la luz de Cristo que brilla a través de nosotros.

Hermanos, para ser la luz que este mundo necesita, debemos permanecer conectados a Jesús. No podemos ser luz por nuestras propias fuerzas, necesitamos Su poder, Su amor, Su verdad fluyendo a través de nosotros.

Conclusión:

Hermanos, estamos viviendo tiempos de oscuridad física y espiritual, pero Jesús es nuestra luz y nos ha llamado a ser luz en el mundo. No podemos brillar por nuestras propias fuerzas, necesitamos estar conectados a Cristo, nuestra fuente. Solo así reflejaremos Su amor y verdad en medio de las tinieblas.

Esta semana, te animo a ser intencional en tu conexión con Cristo Isaías 60:1: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.”

© Franklin Riera. Todos los derechos reservados.

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Franklin Riera
Autor

Franklin Riera

Magister en Teología y Estudios Bíblicos, Lic. en Teología Pastoral y Estudios Transculturales. Pastor en Ecuador por 20 años.

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