La Redención | Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Biblica: Colosenses 1:13-14
Introducción
Amén. amados hermanos y hermanas, Hoy vamos a hablar de un tema que es el corazón de nuestra fe: La Redención.
¿Qué es la redención? La redención es lo que nuestro amado Señor Jesucristo ha hecho por nosotros. La Palabra de Dios nos lo dice claramente en Colosenses 1:13-14: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.” ¡Sí, iglesia, en Él tenemos redención por Su sangre, el perdón de los pecados!. ¡Aleluya!
Para entender verdaderamente lo profundo de esta obra, tenemos que viajar atrás, al Antiguo Testamento. Allí, la palabra hebrea para “redimir” es Gaal. Y ¿qué significa Gaal? Significa rescatar, pagar el precio para rescatar a alguien. Y el que pagaba, el redentor, era llamado Goel. El Goel era el que pagaba para que un esclavo fuera absuelto, fuera liberado.
La Redención
Pero, ¿por qué necesitábamos ser redimidos? ¿De qué nos ha rescatado Cristo?. Nos ha rescatado del pecado. Y para entenderlo, tenemos que ir al comienzo, al pecado original. ¿Recordáis la historia de Adán y Eva?. Se les prohibió comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero Satanás los engañó, y por su desobediencia, entró la maldición de la muerte.
En aquel momento, aparecieron tres tipos de muerte:
- La muerte física, la que todos conocemos.
- La muerte espiritual: esa relación directa, cara a cara con Dios que Adán tenía, se cortó por el pecado. El pecado mató esa comunión.
- La muerte eterna: esa terrible condenación, estar condenados eternamente en el infierno, sin ninguna esperanza. ¡Ninguno queremos pasar por ella!.
El problema, iglesia, era que el pecado no podía ser pagado ni subsanado por el hombre. En el Antiguo Testamento, sí, había sacrificios de animales, un sacrificio vicario. El animal se daba en lugar de la persona, como diciendo “pago por él”. Pero, ¡oíd bien! Cuando se sacrificaba ese animal, el pecado del hombre no se quitaba. El pecado simplemente era tapado. No había manera para que el pecado fuera quitado, para que el pecado fuera erradicado. Por eso necesitábamos un Goel verdadero, un Redentor.
En aquellos tiempos, la redención se aplicaba a los esclavos que habían adquirido una deuda y no podían pagarla. Se convertían en esclavos de su acreedor. Podían perder sus tierras, sus casas, quedarse sin nada. ¡Pero estaba el Goel, el que podía redimir!. Y la ley era clara: solo un pariente cercano podía ser el Goel que redimiera a alguien. No valía el mejor amigo, ni el vecino, ¡tenía que ser un pariente!.
Requisitos para la redención
Y había cuatro requisitos para que ese Goel pudiera redimir a una persona. Vamos a ver si en Cristo se cumplen estas cuatro características para nosotros:
El primer requisito: Ser pariente cercano.
¿Se cumple esto en Cristo? ¡Amén, sí! La Palabra nos muestra que Él vino a este mundo como uno de nosotros. Juan 1:11 dice: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”, lo cual nos muestra que Él vino verdaderamente como hombre a su propio pueblo. Y Juan 1:14 confirma esta realidad gloriosa: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…” ¡Aleluya!
El Hijo eterno no se quedó distante. Él tomó nuestra humanidad, se hizo carne, se hizo hombre como nosotros. El Dios verdadero vino a la tierra, sufriendo las mismas consecuencias, debilidades y tentaciones que enfrentamos. Por eso, Él es nuestro pariente cercano, al haberse hecho plenamente humano. ¡Este requisito lo cumple perfectamente!
El segundo requisito: No tener ninguna deuda.
Imagina ir a pagar la deuda de otro y tú también tener deudas, ¡no podrías!. El que redimía debía estar libre de deudas. ¿Cumple Cristo esta característica?. ¡Sí, iglesia! Cristo no tenía deudas con el Padre. ¡Él es santo!. ¡Él es perfecto!. Él no fue manchado por el pecado. Él es el único que no tiene deudas, el único sin mancha ni arruga. Él es perfecto para declararnos libres del pecado. ¡Aleluya! ¡Cumple el segundo requisito!
El tercer requisito: Estar dispuesto para redimir.
El pariente cercano, el que no tenía deudas, tenía que querer pagar el precio. Si no quería, no redimía. ¿Se cumple esto en Cristo?. ¡Sí! Él estaba dispuesto a redimirnos. ¡Él quiso!. De hecho, ¡desde antes de la fundación del mundo, Él ya estaba dispuesto a morir por ti!. Antes de decir “Sea la luz”, ¡Él ya dijo “Sea la cruz”!. Él quería ir a la cruz para morir por ti, para pagar la deuda. ¡Cumple el tercer requisito!
El último requisito: Pagar el precio para que la redención se completara.
La persona solo era redimida cuando el redentor pagaba la última moneda. Y en Cristo, ¿dónde se completó el pago?. ¡Se completó en la cruz del Calvario!. Y allí, en Juan 19:30, Él dijo una palabra poderosa: “Consumado es”.
Esa palabra, Consumado es, tiene un significado inmenso. La palabra griega es τετέλεσται (Tetelestai) . Y ¿qué significa Tetelestai? Significa pagar, cumplir, completar. ¡Cristo pagó, cumplió, completó el pago en la cruz!. Él dijo: “Ya he pagado. Ya he hecho mi obra de redención”.
Esta palabra Tetelestai era muy común en aquella época. Se usaba de varias maneras, y cada una nos ayuda a entender lo que Cristo hizo:
Un criado que había terminado la tarea ordenada por su amo, al llegar a él, le decía: “Tetelestai, he acabado mi tarea”. ¿Entendéis? ¡Cristo le dijo al Padre: “Ya he acabado mi tarea, ya he redimido a mi pueblo”!. ¡Aleluya!
Un sacerdote que examinaba un cordero para el sacrificio de la Pascua lo observaba cuidadosamente para ver si tenía alguna mancha, defecto, si cojeaba. Cuando encontraba el cordero perfecto, sin falta, ¡lo levantaba en alto y decía: “Este es el cordero perfecto para el sacrificio”!. ¡El Padre observó a Su Hijo y vio que no había mancha ni arruga, que Su caminar era correcto!. Y en la cruz, elevado, Él era el cordero perfecto que se daba por nosotros, ¡nosotros que merecíamos la condenación!.
Un pintor que terminaba una obra maestra, un cuadro perfecto, al dar la última pincelada, decía: “Tetelestai, he acabado mi obra”. La obra de salvación de Cristo es un cuadro perfecto donde nosotros estamos incluidos. En la cruz dijo: “Tetelestai, he acabado mi tarea, mi obra perfecta”.
¡Pero hay más! ¿Sabéis qué más hizo Cristo en la cruz? ¡Él anuló el acta de los decretos!. ¿Qué era esto? Era un documento legal, como una multa, donde se especificaba todo lo que habíamos hecho mal. Era un documento jurídico que nos condenaba. La ley de Dios es nuestra acta de decretos. Nos dice que somos pecadores, que no podemos salvarnos. Con solo una falta a la ley, ¡ya somos aptos para el infierno!. Realmente, solo merecíamos el infierno.
Históricamente, se descubrieron actas de decretos que habían sido anuladas. ¿Y cómo se anulaban? ¡Literalmente, tachándolas con una gran X!. ¡Iglesia del Señor! Cristo en la cruz hizo esto literalmente con tus pecados, tachándolos con una gran X. La Palabra dice que Él anuló el acta de decretos que había en contra de nosotros, que nos era contraria, quitándola del medio y clavándola en la cruz. ¡Lo que te condenaba, tus pecados, estaba escrito en la cruz!.
Y ahora, cuando el diablo quiera susurrarte, cuando te diga que no vales nada, que mires lo que has hecho mal, ¡alza tu mirada a la cruz!. ¿Sabes qué verá el diablo? Que tus pecados, tu enfermedad, tus crisis, todo lo que has hecho mal, ¡está anulado desde la cruz!. ¡En la cruz está anulado!. Por lo tanto, hay salvación. ¡Él nos ha redimido!.
Conclusión
Amados hermanos, hemos hablado de Cristo, el grande, el poderoso, el único que podía pagar el precio para liberarnos. Su sangre todavía puede actuar como redentor. Pero, ¿podría alguien más haber hecho esto? Vamos a intentar crear un hombre ideal.
Un hombre con las mejores características de grandes figuras bíblicas como Josué, Moisés, Melquisedec, Aarón, Abraham, Sansón, José, Job, Jeremías, Daniel, Gedeón, David, Salomón. Vamos a añadirle las cualidades de grandes hombres de la historia de la iglesia, reformadores, avivadores, predicadores, hombres de fe. Pensemos en Agustín de Hipona, Juan Hus, Martín Lutero, Jacob Arminio, Moody, Carlos Finney, Juan Wesley, George Müller, Spurgeon, Jonathan Edwards, Evan Roberts, pioneros del avivamiento gitano, grandes predicadores contemporáneos.
Hemos creado un hombre extraordinario, ¿verdad?. Pero, si nos quedamos mirando a ese hombre, quiero decirles algo, ¡no llega ni al susurro de las pisadas de Cristo!. ¡Cristo ha sido el único que ha sido capaz de darnos la libertad!. ¡Cristo es el único que nos ha dado la salvación!. ¡Cristo es el único que nos ha redimido!.
¡Él te ha regalado la salvación!. Nosotros no hemos hecho nada por ella. Hoy, la puerta de la gracia y la vida eterna está abierta a través de Él. Si te has alejado, si te sientes indigno, ¡este es tiempo aceptable!. ¡Su sangre poderosa te limpiará!.
¡Aplaudid al Dios Redentor!. ¡Él te ha redimido!. Gloria a Su nombre. Amén y amén.
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