Un nuevo comienzo | Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Jeremías 18:1-6
INTRODUCCIÓN
Hoy nos reunimos para hablar sobre un poderoso tema: el nuevo comienzo. Así como el alfarero toma la arcilla y le da forma, Dios hace lo mismo con nuestras vidas, dándonos la oportunidad de reconstruir y renacer. En el contexto de esta nueva iglesia, este es un momento perfecto para dejar atrás tu pasado personal y ministerial y permitir que Dios nos transforme. Juntos, descubramos cómo el proceso del alfarero puede reflejar nuestra propia jornada espiritual y emocional hacia la renovación.
I. A VECES LAS COSAS NO SALEN COMO PRETENDES (VERSS.1-4)
Hoy quiero que tomemos un momento para reflexionar sobre algo que todos hemos experimentado: los planes que no salen como queremos. Todos hemos estado allí, ¿verdad?
Piensen en un momento reciente en el que pusieron todo su esfuerzo en algo… un proyecto, una relación, un sueño. ¿Cuántos de ustedes se sintieron emocionados, llenos de expectativa, solo para darse cuenta de que las cosas no salieron como esperaban? Quizás ese trabajo que tanto deseaban se fue a otro, o esa relación que parecía prometedora terminó en desilusión. Es frustrante, ¿no?
¡Levante la mano si alguna vez se ha sentido así! (Hazlo con entusiasmo) ¡Veo muchas manos levantadas! ¿Y qué hacemos cuando eso sucede? Surge la frustración, la desilusión. Nos sentimos como si estuviéramos atrapados en un callejón sin salida, creyendo que hemos fallado.
El profeta Jeremías nos trae un mensaje. En el capítulo 18, Dios le muestra que la vida es como la obra de un alfarero. Escuchen esto: Dios le dice a Jeremías que la pieza de barro, que debería ser perfecta, se arruina en sus manos. Y, sin embargo, el alfarero no se rinde. ¡Él toma el barro arruinado y lo vuelve a moldear!
Esto es profundamente revelador. En nuestras vidas, los errores y fracasos son parte del proceso. Todos los días enfrentamos desafíos, pero eso no significa que debamos rendirnos. Así como el alfarero trabaja nuevamente el barro, Dios está en el negocio de hacer nuevas creaciones.
Imaginemos por un momento a un alfarero en su taller. La rueda gira, y el barro se eleva, pero a veces, la pieza se desmorona. El alfarero no se frustra y lanza el barro a la basura; ¡no! Él simplemente lo toma de nuevo, le da forma y comienza de nuevo.
Hoy te invito a que mires tus propias experiencias de desilusión a través de esta lente. Tal vez te sientes marcado por tus fracasos, pero ¡escucha! No eres el barro desechado. Eres un barro valioso en manos de un gran alfarero. Y Él está listo para trabajar en ti, para reconstruir tu vida y tus sueños.
Así que, mientras seguimos hacia lo que viene, recordemos que el hecho de que nuestros planes no salgan como queremos ¡no es el final de la historia! Es solo el comienzo de algo nuevo. ¡Amén!
II. EL ALFARERO COMIENZA TODO DE NUEVO (VERS. 18:5)
Continuamos con lo que Dios quiere hablarnos hoy. En Jeremías 18:5, vemos cómo el alfarero decide generar un nuevo comienzo. ¡Qué hermoso es saber que no estamos atados a nuestros fracasos!
Piensen en esto: ¿cuántas veces hemos querido volver a empezar? Quizás has sentido que tus decisiones te llevaron por un camino equivocado y que ya no hay vuelta atrás. Pero aquí está Dios, con una invitación en su mano. ¡Él nos dice que siempre podemos comenzar de nuevo!
La decisión de volver a empezar requiere humildad. Necesitamos reconocer que, a veces, nuestros caminos no han sido los mejores. ¡Pero eso está bien! A todos nos pasa. En Proverbios 24:16, se nos recuerda que «el justo cae siete veces, y se levanta». Y esa es la actitud que Dios busca en nosotros: la disposición a levantarnos y a seguir adelante.
Imaginemos por un momento al alfarero en su taller, con sus manos cubiertas de barro. Cuando ve que la pieza se arruina, no la deshecha. En lugar de eso, se agacha, toma el barro nuevamente y comienza a moldearlo. ¡Es un acto de amor! Es como si el alfarero dijera: “No has terminado, aún tienes valor. Puedo hacer algo hermoso de ti“.
Así es como Dios actúa en nuestras vidas. A pesar de nuestros errores, nuestras cicatrices y nuestras inseguridades, Él nos ofrece la gracia. La gracia es esa mano amorosa que nos toma del suelo y nos dice: “Tú puedes renacer”. Este proceso de cambio no debe asustarnos. ¿Por qué? Porque estamos en las manos de un maestro experimentado.
Hoy, te invito a que mires en tu corazón. ¿Qué áreas de tu vida necesitas recomenzar? Tal vez se trata de relaciones, de sueños olvidados o de heridas que aún no han sanado. ¡Dios te está llamando a comenzar de nuevo! Su invitación es clara, y requiere que tomemos pasos de fe.
Ahora, quiero que te tomes un momento. Visualiza ese lugar en tu vida donde sientes que te has estancado. Con cada respiración, piensa en dejar eso atrás y en la posibilidad de un nuevo comienzo.
Si sientes que hoy es tu día para volver a empezar, primeramente, acepta Su gracia y luego, comprométete a dar un paso hacia ese nuevo camino¡Amén!
III. USA LA MISMA ARCILLA, NO LA DESECHA (VERS. 6)
¡Continuemos este viaje maravilloso de la transformación! En Jeremías 18:6, Dios nos recuerda algo fundamental: Él usa la misma arcilla, no la desecha. ¡Esto es tan poderoso!
Cuando miramos nuestras vidas, a menudo vemos un collage de experiencias: algunas brillantes y otras difíciles, momentos de alegría y otros de dolor. Y a veces, creemos que nuestras imperfecciones nos descalifican. Pero hoy, quiero recordarles a todos que ser “arcilla” en las manos del alfarero no significa ser desechados. ¡Al contrario! Significa que cada una de nuestras experiencias es parte de nuestra historia.
¡Escúchenme bien, amigos! Dios no desecha tu esencia. Él no te mira y dice: “Este trozo de barro no sirve.” No, Él ve el potencial en ti, en tus fracasos y en tus victorias. Dios nos hace únicos, y cada cicatriz, cada herida, habla de nuestra historia. ¡A veces necesitamos recordar eso!
Imaginen que el alfarero tiene un montón de arcilla. Un trozo puede tener imperfecciones, pero eso no lo lleva a desecharlo. En cambio, lo toma, lo amasa, lo trabaja y, finalmente, lo convierte en una hermosa obra de arte. Así hace Dios con nosotros. Cada error, cada caída, se convierte en parte de Su obra maestra.
Ahora, reflexionemos sobre la promesa de restauración. Dios nos dice que, aunque hemos fallado, Él está dispuesto a trabajar con lo que somos. ¿No es esto increíble? Él no espera que nos pongamos en la mejor forma, o que parecamos perfectos, antes de acercarnos a Su amor. ¡No! Su GRACIA nos encuentra en nuestras imperfecciones y nos ve con AMOR y dice: “Ven, yo puedo hacer algo nuevo contigo“.
Hoy, te ánimo a que no te veas como un error o un trozo de barro descartado. Eres arcilla valiosa en las manos del alfarero. Cada experiencia en tu vida, buena o mala, es un ladrillo en la construcción de la obra que Él está creando.
¡Así que celebremos! Celebramos que el Dios que no desecha, sino que transforma, está aquí con nosotros. Preparemos nuestros corazones para dejar que Él trabaje en nosotros, para que podamos ser moldes de Su amor y Su gracia. ¡Amén!
IV. EL NUEVO COMIENZO EN LA PRÁCTICA
¡Queridos¡ ha llegado el momento de poner en práctica lo que hemos aprendido! No se trata solo de escuchar la Palabra, sino de vivirla. Vamos a sumergirnos en el nuevo comienzo en la práctica.
1. Dejando atrás el pasado: Primero, necesitamos dejar atrás el pasado. Muchas veces nos aferramos a cargas emocionales y decisiones equivocadas, como si cargáramos una pesada mochila. Ahora, cierren los ojos e imaginen esa mochila llena de piedras que representan sus emociones negativas y heridas. Pregúntense: “¿Qué necesito soltar para que Dios trabaje en mí?” Tómense un momento para reflexionar… Ahora, cuando cuente hasta tres, imaginen que quitan esa mochila y la dejan caer. Uno… dos… ¡tres! ¡Suelten esa mochila! Ya no llevan esas cargas, y ahora están listos para permitir que Dios trabaje en ustedes. ¡Amén!
2. Abrazar la transformación: Ahora, es hora de abrazar esa transformación. Los invito a ofrecerse como “arcilla” en las manos del alfarero. Esto requiere una decisión. Si están listos para dar ese paso y decirle a Dios: “¡Aquí estoy, transforma mi vida!”, levanten una mano al cielo con fe. Manteniendo esa mano levantada, vamos a orar juntos: “Señor, aquí estoy, yo soy tu arcilla. Te entrego mis cargas, mis heridas y fracasos. Te pido que me transformes según tu voluntad. Amén!”
3. Celebrar la comunidad nueva: Por último, celebremos nuestra nueva comunidad. Este es un lugar para experimentar nuevos comienzos, sin juicio, solo amor y apoyo mutuo. Miren a su alrededor; cada persona aquí está en este viaje de transformación. ¡Nadie está solo! Comprometámonos a ser pilares de apoyo unos para otros.
© Franklin Riera. Todos los derechos reservados.