El gozo de Jesús | Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Lucas 10:21-24
Serie: Certidumbre en Tiempos de Incertidumbre
INTRODUCCIÓN
Lucas dice que “en aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu” (vers. 21). No se trata de una simple alegría humana, sino de un regocijo espiritual, pleno y santo, manifestado “en el Espíritu”. De hecho, no solo es la alegría de Jesús, sino que los tres miembros de la Trinidad se regocijan en este pasaje: Jesús se regocija, y dice que se regocija en el Espíritu Santo.
Creo que lo que esto significa es que el Espíritu Santo lo llena y lo mueve a regocijarse. Al final del versículo se describe el deleite de Dios el Padre. La traducción NVI lo expresa de este modo: “Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad”. La alegría de Jesús está vinculada directamente a la obra y la voluntad de Dios, no a logros terrenales o éxitos personales.
Esta parece ser la única vez en que Jesús se regocijó; no se lee de otras veces. Pero, contrario a su gozo, Jesús lloró tres veces. Lo hizo cuando su amigo Lázaro murió (Juan 11:35), cuando vio el futuro de Jerusalén (Lucas 19:41) y en el Getsemaní por el horror de la cruz (Hebreos 5:7). En los próximos días, Jesús irá camino a la cruz, y toda su vida se tornará en tristeza y gran dolor; y su dolor será tan grande que, al estar colgado en la cruz, clamará desesperado, diciendo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Así que nos hará mucho bien hablar de la razón del gozo de Jesús. De acuerdo con este pasaje, ¿cuáles fueron las razones del gozo de Jesús y su importancia para nosotros?
I. LA SALVACIÓN DEL PERDIDO LE PRODUCE GOZO
A. La salvación del perdido es motivo de gozo (vers. 18).
Si alguien vio a este mundo perdido, fue el Señor. Los hombres bajo la opresión del pecado y del diablo lo conmovieron hasta sentir compasión por las multitudes, porque las veía como “ovejas sin pastor”. Observó la obstinada ceguera e incredulidad de la inmensa mayoría de aquellos entre quienes ministraba.
Pero cuando oyó de unos pobres hombres y mujeres que recibían las buenas noticias de la salvación, su corazón se animó. Lo vio y se alegró. Pero su gozo fue mayor porque Jesús vio la caída del diablo mientras ellos estaban en el mismo campo de batalla.
Al ver cómo estos hombres fueron usados porque se metieron en el mismo campo del diablo y lo derrotaron, eso comprobó el poder de Dios obrando a través de ellos. Aquella experiencia llenó de gozo al Señor. Este texto nos hace preguntarnos: ¿cuál es nuestro motivo de gozo?
Si su gozo no viene por hacer la voluntad del Señor, es el gozo del mundo, pero no el gozo del Señor. La multitud que camina por el ancho camino de la perdición y que luego vemos caminar por la puerta angosta de su salvación debe ser nuestro legítimo gozo, porque ese es el gozo del mismo Salvador, del cielo (Lucas 15:7).
B. La salvación del creyente es motivo de su gozo (vers. 20)
La palabra “gozo” aparece tres veces en todo este contexto. Los discípulos vinieron expresando con mucho furor y entusiasmo su gozo por la tarea hecha. Desconocemos quiénes eran esos 70, pero ellos fueron testigos del poder de Dios y vinieron con un inmenso gozo por la tarea completada, la cual les produjo un cierto orgullo humano.
Sin embargo, Jesús les “aguó la fiesta” diciendo que, si bien ellos fueron testigos del poder de Dios sobre el diablo, el gozo de sus corazones debería ser por la salvación de ellos mismos. Lo que importa más que cualquier otro poder que ellos tengan sobre los poderes del diablo es el hecho de que sus nombres están escritos en el libro de la vida.
Jesús había visto la caída de Satanás de los cielos y su derrota en el trabajo evangelístico, mientras que a sus discípulos les promete un lugar en los cielos. Y esto muestra que ellos ganaron lo que Satanás había perdido con su rebelión. Esto sí debe ser el verdadero motivo de gozo del creyente. Por supuesto que nos gozamos por la salvación de otros, pero la certeza de que su nombre esté registrado en el cielo es nuestro verdadero gozo. ¿Tiene ese regocijo? ¿Está seguro de que su nombre está inscrito en el libro de la vida? ¿Es usted salvo?
II. LA REVELACIÓN DEL PADRE LE PRODUJO GOZO
a. Por quién es su Padre en su revelación (vers. 21b)
Una de las figuras más impresionantes al acercarse a Dios y adorarle es ver al propio Hijo Jesucristo alabando a su propio Padre. Y esto lo hace Jesús en un texto donde se hace presente toda la Trinidad. Como sabemos, la Biblia no nos habla de la palabra “Trinidad“, pero esa doctrina se encuentra implícita en la Biblia, y aquí la tenemos.
Observe que Jesús se regocija en el Espíritu Santo y, al hacerlo, es movido a la alabanza de su Padre. Entonces, ¿qué le daba alegría a Jesús? Que todo lo que sucedía complacía al Padre, incluyendo sus padecimientos e incomprensiones recibidas hasta ahora.
Cuando Él dice “Te alabo, oh Padre”, y luego dice: “Sí, Padre”, vemos la verdadera pasión de Jesús en una gozosa alabanza. Cuando lo llama Padre, no solo lo hace porque comparte con Él una misma esencia (Juan 5:18), sino porque sentía que todo era agradable a su vista.
Al decir “te alabo”, estaba afirmando su complacencia. Y para el Hijo, su Padre era el mismo “Señor del cielo y de la tierra”, para que nadie lo confundiera. Él es el Dios único y supremo del universo, el Dios verdadero y viviente, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Este es el Padre de Jesucristo, y esto le produce gozo.
b. Por revelar las cosas escondidas a los niños (vers. 21c)
Aquí surge la siguiente pregunta: ¿cómo podía Jesús alabar al Padre no solamente por revelar a algunos los asuntos tocantes a la salvación, sino también por ocultarlos de otros? Dios ha ocultado sus planes de salvación a quienes se consideran sabios en su propia opinión.
Jesús confrontó en su tiempo a los sabios y doctores de la ley, y para ellos “estas cosas” fueron ocultadas, pero fueron reveladas a los “bebés”. ¿A cuáles “bebés”? Estos “niños”, en el sentido espiritual, son los que no tienen confianza en sí mismos de su completa dependencia del poder y la misericordia del Señor.
Jesús estaba gozoso de que no solo los brillantes, los esotéricos, los gnósticos o los trascendentes pudieran entenderlo. Dios lo había ocultado de los sabios e inteligentes. Los “sabios y los niños” es una manera de presentarnos un contraste entre quienes viven para este mundo y quienes viven para Dios.
La sabiduría de este mundo a menudo enorgullece a los hombres. Al volverse orgullosos y jactanciosos, estos hombres se resisten a la verdad espiritual. A este respecto, el profeta Isaías había hablado de Dios y con quienes desea compartir su compañía (Isaías 57:15).
III. LA TAREA DEL PADRE LE PRODUCE GOZO
a. El Padre le entregó al Hijo todas las cosas (vers. 22)
El gozo de Jesús se da porque hasta ahora todo marcha según el programa redentor de Dios. El Padre y el Hijo han “chequeado” todo, y el plan se sigue cumpliendo con exactitud. De esta manera, el Hijo se regocija en el papel que desempeña.
Debemos ser conscientes de que este es un versículo profundo, y estamos tratando de explicarlo para entenderlo en términos humanos. Lo primero que nos llama la atención es la tarea compartida de la Trinidad. El texto nos dice que el Padre le ha entregado todas las cosas al Hijo. Y la pregunta es: ¿qué son todas las cosas? Y la respuesta debe ser: “todas las cosas”.
Esto significa que no hay nada que no le haya sido entregado. El Padre le ha confiado plenamente todo al Hijo para ejecutar el plan redentor. Imaginémonos lo que significa “todas las cosas”. El Padre le entregó al Hijo los nombres, por así decirlo, escritos antes de la fundación del mundo en su libro, de quienes iba a salvar.
El Padre le entregó al Cordero de Dios, a su Hijo, antes de que el mundo fuera, todo el plan de salvación. “Todas las cosas” significan “todas las cosas”. Y ambos, el Padre y el Hijo, tuvieron complacencia en esto, y esto se constituyó en el gozo del Señor. El único padre que sabe que su hijo hará su voluntad es el Padre celestial, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
b. El Hijo es quien revela al Padre a los demás (vers. 22c)
El punto que Él enfatiza aquí es: nadie conoce a Dios, nadie conoce al Hijo de Dios, nadie tiene salvación a menos que el Padre la haya dispuesto y el Hijo la haya efectuado. Nadie puede conocer a Dios sin el Hijo.
Cuando alguien dice: “Conozco a Dios”, pero no ama a Cristo, esa persona no ama realmente a Dios, no conoce a Dios. Nadie puede conocer a Dios sin el Hijo. Cuando Jesús hizo referencia a sus tres símiles: el camino, la verdad y la vida, enfatizó diciendo: “Nadie viene al Padre, sino por mí”.
Este es un texto que necesitamos digerirlo detenidamente. Este versículo es similar a Juan 6:44, cuando Jesús dice: “Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo atrae”. Así, el Padre atrae almas hacia sí mismo a través de Cristo, quien decide revelarlo a ciertas personas.
Dios nos atrae hacia sí mismo a través de Cristo. Nadie viene a Cristo a menos que el Padre lo atraiga. Le digo esto: bautizarse, unirse a la iglesia o guardar los diez mandamientos no nos hace salvos. ¿Es usted salvo? Somos salvos solo cuando Dios nos atrae a sí mismo por medio del Espíritu Santo, a través de Jesucristo y el poder del Evangelio. ¿Es usted salvo? ¿En qué radica su seguridad?
IV. EL PRIVILEGIO DE LOS SANTOS LE PRODUCE GOZO
a. “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis…” (vers. 23b)
El texto comienza diciendo: “Volviéndose a los discípulos…”. Esto quiere decir que hasta ahora había estado hablando con el Padre, mirando hacia arriba, sin duda, y ahora vuelve la vista hacia abajo, se vuelve hacia los discípulos y los toma aparte, y les habla en privado. ¿Quiénes eran aquellos?
Seguramente los setenta y los doce. A ellos les dice: “Bienaventurados los ojos que ven lo que ustedes ven”. Jesús se regocijó al ver que ellos eran bendecidos. ¿No es maravilloso pensar en el hecho de que el Señor se regocija al bendecirnos? Él encuentra gozo en nuestro gozo.
Entró en el gozo de sus discípulos porque sus nombres estaban escritos en el cielo. Jesús está feliz porque ellos fueron escogidos por el mismo Espíritu Santo para ver las cosas reservadas por el Padre, las cuales fueron manifestadas en aquella ocasión.
Ningunos hombres han sido más bienaventurados que aquellos discípulos a quienes Jesús escogió para estar con Él. Ellos le vieron, le tocaron, recibieron sus enseñanzas, fueron testigos de sus milagros, pero sobre todo, ellos conocieron personalmente a quien otros habían esperado por mucho tiempo. Por esta razón les dice “bienaventurados”, felices ustedes.
b. Ni los profetas y reyes vieron aquel único momento (vers. 24)
Ahora nosotros sabemos lo que los reyes de antaño, con todo su poder, autoridad, elevación, majestad terrenal y recursos, nunca supieron. Ahora nosotros conocemos el evangelio del Señor Jesucristo. Pero muchos profetas, desde Moisés hasta Malaquías, no sabían lo que nosotros sabemos. No sabían lo que sabía esta gente humilde, esta gente común que seguía a Jesús.
Pero nosotros sabemos, como ellos lo sabían, no porque lo merezcamos, sino porque Dios, en su gracia, determinó que este era el momento oportuno y que estos eran los humildes que le darían a Él toda la gloria. Hebreos 11:13, al hablar de todos esos héroes de la fe, nos deja esta nota melancólica: “Todos estos murieron en la fe sin recibir la promesa”.
Y luego, en el versículo 39, dice: “Todos estos, habiendo alcanzado la aprobación mediante la fe, no recibieron lo prometido, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros”. ¡Qué bendición! Dios detuvo su reloj en aquel momento para mostrarle a los humildes hombres “lo mejor”. Por eso ellos fueron bienaventurados. Esto hizo a Jesús regocijarse.
CONCLUSIÓN:
El gozo es un tema frecuente en Lucas, pero esta es la única vez que leemos que Jesús se regocijaba profundamente. La gracia salvadora vista en los hombres produce el gozo de Jesús. Pero Jesús se goza en esa gracia soberana de Dios porque glorifica a su mismo Padre.
Si el hombre se puede glorificar en cualquier parte de su salvación, le roba a Dios la gloria total que solo a Él le corresponde. Sin embargo, si la salvación se debe únicamente a la elección y al poder de Dios, entonces solo podemos gloriarnos en el Señor, como lo dice 1 Corintios 1:26-31.
El gozo de Jesús se debe a la derrota del poder de Satanás. Es cierto que todavía él sigue rondando la tierra y andando por ella con fines destructivos, pero Jesús sabe que el día llegará (y sigue siendo muy pronto) cuando el diablo será lanzado al lago de fuego y azufre, donde será atormentado día y noche por los siglos de los siglos, de acuerdo con Apocalipsis 20:10.
Pero Jesús también se goza porque Dios humilla al pecador orgulloso y le da gracia a los humildes. La gracia de Dios que nos ha elegido también debería producir el gozo más grande, porque a través de ella ahora nuestro nombre está escrito en el Libro de la Vida. Este hecho debe ser mi real gozo, y el de ver salvos a otros debe ser mi gozo continuado. ¿Cuál es mi verdadero gozo al compararme con el de Jesús?
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