La juventud durante el tiempo de Juan se caracterizó por vencer al maligno. Los músculos de su masculinidad espiritual enfrentaron la más fuerte de las batallas. Esta declaración nos pone al descubierto una extraordinaria señal de madurez. Hay muchos enemigos que tiene que enfrentar y vencer un creyente, pero vencer al maligno es una de las victorias más grandes. En la escala de la madurez espiritual, esta es muy deseada.
En esta etapa ya se quedaron atrás los pañales y los biberones, ahora lo que hay son fuertes batallas. ¿Ha llegado usted a la categoría de ser un guerrero espiritual? Y aquí no se trata que usted no le tenga miedo al diablo, como muchos dicen, sino más bien que el diablo le tenga miedo a usted por la forma cómo lo encara en este nivel de madurez.
No basta ser un creyente si no estoy en el campo de batalla. No debo contentarme solo que mis pecados sean perdonados, sino que este venciendo al maligno. Cada vez que vencemos al maligno, huye. Vencerlo es una señal de madurez.
2. Madurez espiritual significa ser un creyente fuerte.
Cuando Juan escribió, diciendo: “Os escribo a vosotros jóvenes porque sois fuertes”, estaba declarando una verdad universal. Los jóvenes tienen un vigor que no lo poseen ni los bebés ni los ancianos.
Proverbios 20:29, nos dice: “La gloria de los jóvenes es su fortaleza, Y la hermosura de los viejos la vejez” (Versión de 1909). Mire los jóvenes de su iglesia y comprobará por qué esto es cierto. La fortaleza de la “juventud espiritual” nos muestra a ese grupo de creyentes que han logrado vencer muchas de sus debilidades.
Por cuanto ya no son bebés en el Señor, ahora ellos son poseedores de una gran fortaleza que los capacita para ser resistentes a los ataques del enemigo, pero también para soportar a los más débiles en la fe. Pero, ¿de dónde obtiene el joven esa fortaleza?
De la palabra de Dios. Juan sigue diciendo: “…y la palabra de Dios permanece en vosotros…”. Muéstreme a un creyente débil e inmaduro y yo le hablaré de un creyente que no lee ni aplica la palabra. Pero muéstreme a un creyente fuerte como un roble y le hablaré de alguien que permanece en la palabra. ¿Esta usted todavía en la guardería infantil? ¿Es usted un conquistador?
III. LA MADUREZ ESPIRITUAL CONSISTE EN LLEGAR HASTA LA CUMBRE DE LA SABIDURÍA PATERNAL vers. 14
1. Conocimiento avanzado.
Es interesante que Juan, mientras escribe dos veces a los “hijos” y a los “jóvenes” añadiendo algo distinto, también escribe a los padres el mismo asunto: “Conocéis al que es desde el principio”. La meta de todo creyente es llegar a conocer a Cristo en su estado más profundo. Cuando esto ocurre estamos alcanzando la cúspide de la madurez espiritual.
Una característica de un creyente maduro es la capacidad que ha desarrollado por conocer a su Señor. Para que esto ocurra, debemos llegar a la misma determinación de Pablo, quien hablando de si mismo, dijo: “Pero cuantas cosas eran para mi ganancias, las tengo como pérdidas…a fin de conocerle…” (Fil. 3:7-11).
Juan había pasado la etapa de los “hijitos” y los “jóvenes”; ahora está en la etapa de “padres”. Nadie más como él para hablarnos de haber conocido a Jesucristo de una forma real y personal. Mientras los demás hablaron de su origen biológico, Juan habló de Cristo desde el principio en la eternidad. Eso es tener un conocimiento más avanzado de Cristo. Los discípulos llegaron a esa etapa de madurez.
2. Sabiduría avanzada.
Lo más notorio de la etapa de madurez de los “padres” es la sabiduría acumulada. Esto es lo que se conoce como la “la probada sabiduría paternal”. El “padre” es el alguien que hace rato dejó la infancia espiritual. Su diario caminar con el Señor no solo le ha hecho estar más cerca de él, sino que lo ha dotado de gran madurez para sostener a los débiles en la fe. Otra característica del creyente “padre” es que tiene hijos. Si es padre es porque tiene hijos espirituales. ¿Se ha reproducido usted?
El ser padre espiritual es una enorme bendición. ¿Puede usted presentar sus hijos espirituales? Y déjeme decirle que usted puede ser un padre espiritual a pesar de ser muy joven. Usted no tiene que llegar a ser un creyente totalmente maduro para ser un ganador de almas.
Se sabe de muchos nuevos creyentes que son una real amenaza para el reino de Satanás. Su continuo testimonio sobre lo que ahora es hace temblar a los mismos demonios. ¿Cómo va a llegar al cielo? ¿Llegará con las manos vacías? ¿Le mostrará al Señor sus hijos?
Otra cosa que debe ser dicha en la madurez del creyente “padre” es que su crecimiento ha requerido de mucha alimentación en el tiempo. La orden bíblica es: “Desead como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación”. El crecer requiere vida, tiempo, ejercicios. No sea usted un creyente flojo. Ejercítese para la piedad. Encuentre algo que hacer en la iglesia.
No se mantenga como un tronco insensible. No siga sentado en la guardería, chupándose el dedo pulgar. Deje usted la cuna de la inmadurez por una probada sabiduría paternal. Sus años en el evangelio deben tener el sello de la madurez, no un distintivo de inmadurez espiritual.
CONCLUSIÓN:
Juan vivió el proceso de la madurez en la familia de Dios. ¿Qué más sabe usted de Juan? Déjeme darle algunos datos acerca de él. El llamado “apóstol del amor” fue un creyente muy inmaduro. Por cierto tiempo mantuvo una disposición natural hacia el egoísmo. Acuérdese que fue él, con su hermano Jacobo quienes le pidieron al Señor sentarse con él en su trono cuando estuviera en su reino (Mr. 10:35-45).
En otra ocasión cuando fueron a visitar a los samaritanos, y no les recibieron, ellos le dijeron a Jesús: “¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” (Lc. 9:54). La reprensión de Jesús marcaría a Juan para siempre. Pasó de ser “hijo del trueno” a “hijo del amor”. El fue el apóstol de la cruz.
Hay que aprender a crecer en gracia y en conocimiento. Si usted no ama al Señor más de lo que le amaba ayer, usted no está madurando. El cristiano maduro ha convertido la crítica en trabajo. Acepta a todo s como son y siempre va en buscar del otro en lugar de esperar que le busquen a él. El cristiano maduro apunta siempre a lo mejor y a lo grande y se entrega sin condición. Amen.
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Iglesia Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.