El tesoro de la alabanza

3. El poder – Alabanza

A. Dios nuestro Padre nos ha hecho partícipes de su poder. El da fortaleza y poder a su pueblo, (Mateo 28:18 Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra… y continúa en Lucas 10:19 (He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará).

Alabe al Señor porque él lo ha invitado a participar de su poder.

B. Pablo nos dice: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos EN el Señor, y EN el poder de SU fuerza” (Efesios 6:10). La fuerza NO es nuestra sino de Dios. Declare: “Soy fuerte en el Señor y en el poder de su fuerza”.

4. La gloria

¿Qué es la gloria de Dios? Es el resplandor que emana de Su persona, el aura cegadora de todas sus perfecciones. Esta gloria, comparable a un fuego devorador anonada, abate e inspira temor, respeto y adoración; el hombre no pue-de ver la gloria real de Dios y seguir vivo.

Es la naturaleza y actos de Dios en ma-nifestación de Sí mismo; esto es, lo que Él esencialmente es y hace, tal y como queda exhibido en cualquier forma en que se revele a Sí mismo en estos aspectos, y particularmente en la persona de Cristo, en quien esencialmente Su gloria siempre ha resplandecido y siempre resplandecerá.

Es la evidente perfección de Su carácter, especialmente su justicia. Aunque todos estábamos destituidos de la gloria de Dios, nos ha invitado a ser partícipes de Su gloria. La carta a los Hebreos en 2:10 hace alusión que el Hijo habiendo de llevar muchos hijos a la gloria se sacrificó.

A. Contemple a Dios en Cristo. Al contemplar la gloria de Dios vemos a Cristo. Y un misterio tan sublime es que el creyente “mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

B. Ande de manera que traiga honra a Dios. ¿Le maravilla que Pablo nos encarga que andemos como es digno de Dios, que nos llamó a su reino y gloria? (1ª Tesalonicenses 2:12 “y os encargábamos que anduvieseis como es dingo de Dios, que os llamó a su reino y GLORIA”).

Somos cartas abiertas, leídas por todos.

Cuando los inconversos miran las buenas obras de un hijo de Dios, al alabarnos realmente alaban al Padre. Es una gran responsabilidad ser hijo del Dios viviente.

C. Haga oírse su alabanza y gloria. “Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan. La gloria de tu reino digan, y hablen de tu poder, para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos, y la gloria de la magnificencia de su reino. Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas las generaciones“. (Salmo 145:10-13)

Conclusión:

En estas siete semanas hemos descubierto siete Tesoros del Padrenuestro y esto es solamente una mirada pequeña de los muchos más tesoros que hay.

El primer tesoro que descubrimos fue el Tesoro de la paternidad de Dios y nuestra ciudadanía celestial. Le llamamos a Dios “Abba Padre” por el sacrificio de Su Unigénito y por Su amor eterno y que por ello ya estamos sentados en lugares celestiales y allí está nuestra ciudadanía.

El segundo tesoro fue lo que Jehová nos promete a través de Su nombre y cómo podemos santificarlo. Tratamos solamente nueve de Sus nombres y lo que Dios estableció que sería para nosotros: Jehová-Tsidkenu (Justicia), Jehová-Shalom (Paz), Jehová-Sama (Omnipresente), Jehová-M’Kaddesh (Santificador), Jehová-Rophe (Sanador), Jehová-Jireh (Proveedor), Jehová-Nisi (Bandera, estandarte), Jehová-Sabaoth (Adalid), Jehová-Rohi (Pastor).

En tercer lugar descubrimos lo que significa tener TODA nuestra vida bajo la soberanía de Dios. Luego, tratamos acerca del Tesoro de la provisión de Dios y dónde necesitamos
estar para recibir de Dios.

En quinto lugar hablamos del Tesoro del perdón y qué realmente significa perdonar.

El penúltimo tesoro que descubrimos fue el Poder de Dios. En Efesios nos dice que nos fortalezcamos en el Señor y de su poder, luego nos da un imperativo adicional: Vestíos de TODA la armadura de Dios. Descubrimos que Dios es Todopoderoso, pero no impone su señorío y poder si nosotros no le cedemos ese derecho sobre nuestras vidas.

Finalmente, el tesoro de hoy fue el de la alabanza. Es interesante cómo Cristo nos enseñó que comencemos a entablar comunión con el Padre con adoración y alabanza y cerremos nuestra oración con alabanza.

Que nunca entremos ni salgamos de la presencia de Dios sin inclinarnos humildemente para ofrecerle sacrificios de alabanza y nuestro culto racional. Que nuestra actitud sea como la de David cuando proclamó:

Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.” (1º Crónicas 29:10-13).

Oremos.

© A. Adrián Olivas D. Todos los derechos reservados.

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