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El tesoro de la provisión de Dios

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Predicas cristianas predica de hoy: El tesoro de la provisión de Dios

Predica Cristiana lectura bíblica de hoy: Mateo 6:11

Introducción

En el primer sermón tratamos que Dios estableció una relación familiar con nosotros y nos dio el privilegio de llamarle Padre por amor y por fe en Cristo es nuestro. Luego establecimos el sitio donde habita Dios y lo que significa santificar su nombre.

La vez pasada sondeamos el tesoro de la soberanía de Dios sobre nuestras vidas y lo que implica. ¿Nota el maravilloso equilibrio que tiene el Padrenuestro? Fíjense, la primera parte trata cómo dirigirse a su nombre (que encierra todo—paternidad, parentesco y autoridad); luego el tratado es acerca de su reino y su voluntad. En tercer lugar enfoca nuestra atención a nuestras necesidades, “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”.

La Biblia claramente nos dice “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Hoy continuamos con los tesoros del Padrenuestro y precisamente el tema de hoy es uno que muchos lo tratan sólo a medias.

La mayoría de los cristianos aplauden y gritan alabanzas cuando se les predica que Dios ha prometido satisfacer nuestras necesidades. Se dice que hay por lo menos 33,000 promesas en la Biblia. Hasta hay un estribillo que cantaban los niños, “Las promesas del Señor mías son, todo capítulo, cada verso y cada línea mías son.

En la Biblia yo las leo y yo sé que verdaderas son. Las promesas del Señor mías son”. Ah, pero se nos olvida mencionar que hay requisitos para poder apropiarnos de esas promesas. Esto es lo que estaremos escudriñando en este día. Los requisitos para obtener el tesoro de la provisión de Dios.

Oración de transición: Primeramente para obtener el tesoro de la provisión de Dios debemos:

1. Tener comunión con Dios es el primer y primordial requisito para poder disfrutar del tesoro de la provisión de Dios.

La voluntad de Dios es el compañerismo y comunicación constante con él. Cristianismo no es meramente una religión, sino más bien una relación con Dios. El Padrenuestro claramente esboza esta verdad. El padre siempre está para satisfacer las necesidades de sus hijos. Pero, los hijos deben estar bajo su amparo y en comunicación para que él pueda conocer sus necesidades y satisfacerlas.

Es por medio de la oración y la lectura de la Biblia diaria que podemos tener esta comunicación con el Padre. ¿Le gustaría que sus hijos se comunicaran con usted sólo para pedir algo? Yo me supongo que no. A nosotros nos gusta que los hijos nos conozcan lo suficiente como para saber en qué forma nos agrada que ellos se conduzcan y saber qué hacer. O sea, conocer cuál es nuestra voluntad. Si no tenemos momentos comunicación íntima con el Padre, no podremos conocerle ni saber cuál es su voluntad para nosotros y cumplirla.

Dios nos habla por medio de Su Palabra Escrita como también habla a nuestra mente y corazón cuando estamos en oración. Muchas personas se acercan a mí diciendo, “Pastor, ¿cómo puedo saber cuál es la voluntad de Dios para mi vida?” Al platicar con ellos, casi siempre encuentro que no tienen una vida devocional regular. Su relación es simplemente esporádica.

Se acercan al trono de la gracia cuando están en apuros y no simplemente para platicar con Dios. Leen la Biblia solamente cuando están en la iglesia y no tienen una disciplina de lectura. No saben leer la Biblia. Uno debe ejercitar la lectura de varias maneras:

  • a) simplemente como lectura (es bueno tener la meta de leer la Biblia completa una vez por año);
  • b) con el objetivo de que Dios le hable con una porción, meditando, saboreando las palabras de Dios;
  • c) estudiando para aumentar el conocimiento, línea por línea, precepto por precepto. Hay Biblias escritas en muchas versiones, revisiones y existen muchas ayudas para leerla y entenderla.

Por ejemplo está la Biblia de estudio inductivo, la Biblia Diario Vivir, La Biblia Pentecostés, La Biblia del Discipulado, La Biblia Arco Iris, la Nueva Versión Internacional y etc. Todo esto ayuda para la lectura y estudio. El hecho es que Dios quiere que atesoremos sus palabras en nuestros corazones (Salmo 119:129-136). Porque de la abundancia del corazón habla la boca y es por medio de nuestras palabras que nos damos a conocer. ¿Muestran nuestras palabras que conocemos al Padre?

2. Tener comunión con la hermandad es otra de las cosas que Dios quiere que tengamos.

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! (Salmo 133:1). En la comunión con los hermanos podemos fortalecernos el uno al otro. En la comunión con la hermandad estamos practicando lo que haremos en el cielo. Si no podemos disfrutar del compañerismo aquí en la tierra, ¿podremos hacerlo en el cielo por toda la eternidad?

Cristo dijo “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35). Cuando se ama a una persona, uno quiere pasar tiempo con ella, disfruta de la comunión con ella y está listo para auxiliar en todo momento. Una gran verdad que casi nadie predica es que en la armonía y comunión de la hermandad no puede el enemigo de nuestras almas minar.

En la comunión con la hermandad las peguntas son contestadas, la sabiduría es compartida, el crecimiento es fomentado, las trampas se esquivan, las relaciones se profundizan y la iglesia conlleva un constante crecimiento a la semejanza de Cristo. El diablo no puede soportar un ambiente de amor. ¿Por qué?

Simplemente, porque Dios es AMOR y el amor es una característica que sus hijos debemos tener. “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados” (1ª Pedro 4:8). Si nos amamos, no podremos estar criticando las faltas de nuestros hermanos y podremos evitar divisiones.

Esto es lo que nos lleva a la unidad y armonía. ¿Ven como Dios provee todo para nosotros? Nos da más que el pan de cada día. Nos da una forma para poder defendernos de nuestro enemigo acérrimo, nos da la capacidad de amar para disipar toda atadura de amargura de nuestra vida. Nos prepara un ambiente donde podamos satisfacer nuestras necesidades emocionales y sociales con gente que comparte vuestros mismos valores morales y espirituales. ¿No es maravilloso nuestro Padre?

3. Tener equilibrado el trabajo y lo espiritual es otra cosa que Dios desea de nosotros.

Jesús, como carpintero en Nazaret, conocía bien lo que era el trabajo. El aprendió co-mo labrar la madera del olivo que es muy dura, y la acacia pesada. El ser carpintero no era un oficio fácil. Era trabajo duro hacer yugos, arados, mesas, candelabros y puertas.

Sin embargo, él siendo el Hijo Unigénito de Dios, supo cómo escudriñar las Escrituras y acercarse en oración a Su Padre toda su vida. La Biblia no nos dice mucho de su vida de niñez, con excepción a lo que Lucas nos escribió. Lucas nos dice que cada año sus padres iban a Jerusalén en la fiesta de la pascua.

Podemos, pues deducir que Jesús creció como cualquier otro niño y por ende, aprendió el oficio de su padre terrenal y trabajó en ello hasta que comenzó su ministerio. Y el hecho de que no entendieron las palabras que les dijo cuando tenía doce años (Lucas 2:49 ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?), es evidencia que era muy humano.

También, el que Jesús pudiera abrir el “rollo” significa que conocía bien las Escrituras, porque para encontrar las citas que usó se necesitaba práctica. Las Escrituras no estaban divididas por libros, capítulos y versículos; eran un solo rollo grande y era difícil encontrar una cita en ellos. Entonces, Jesús “buscaba primeramente el reino de Dios” y tenía equilibrado el trabajo material y lo espiritual.

4. Tener una buena mayordomía.

Seguramente recuerdan la historia de joven rico que se acercó a Jesús preguntándole qué debía hacer para heredar la vida eterna. Hay muchas enseñanzas en la Biblia de la buena mayordomía y la Biblia habla del dinero más que otro asunto.

Nos dice que el “amor al dinero es la raíz de todo mal”, y que “donde está nuestro corazón, allí está nuestro tesoro“. Y claramente nos dice que hagamos tesoros en el cielo. Dios quiere bendecirnos económicamente, pero al no ser fieles con nuestros bienes, detenemos la mano de Dios. Aunque las ofrendas tengan que ver con dinero contante y sonante, también tienen mucho que ver con la relación entre nosotros y Dios.

La generosidad comienza con la influencia de Dios en el corazón. Los que sienten rechazo ante la idea de dar para la obra de Dios deberían meditar en esto, porque dice mucho acerca de su relación con Dios.

Cuando nos entregamos enteramente a Dios, también le entregamos nuestros recursos. La generosidad no es problema alguno para los que aman al Señor al cual le están dando de lo suyo.

Conclusión:

Hay un poco de misterio en “pedir el pan nuestro de cada día” y por qué Jesús lo interpuso en este bosquejo, o ejemplo de la oración. Pero no es de sorprendernos, porque así es como Dios sabe que los humanos podemos entender lo celestial, por medio de ejemplos de lo terrenal. ¿Qué es el pan?

Es hecho del corazón del grano, se quiebra, se malluga, y se muela en harina. Esta harina se mezcla con sal, agua y levadura. Se amasa, se forma y se deja levantar. Después, se hornea para hacer un pan delicioso. En esta forma, el pan, la vida del grano, provee vida a quien lo injiera. La vida del grano se transmite al humano a través del proceso de la muerte y subsecuente asimilación.

Por un proceso similar, la vida de Dios en Cristo, se ha hecho disponible a nosotros. Nuestro Salvador vino a ser el grano. Fue Él quien fue quebrantado y abatido en el Calvario. Allí tomó sobre sí nuestros pecados, y salió de la tumba, de las mismas garras de la muerte, levantado y resucitado y fue el Pan de Dios. Él mismo dijo en Lucas 22:19 Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado… Con este trasfondo, podemos comprender que Cristo es el maná del cielo.

Hay un refrán que dice “eres lo que comes”. Si alimentamos nuestras almas con el Pan de Dios, habrá cambios profundos en nuestra vida personal. Recordemos que no sólo del pan vivirá el hombre, sino de toda PALABRA que sale de la boca de Dios. Jesús, el logos viviente, salió de Dios y nos alimenta…

Oremos

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