El imperativo de permanecer en Cristo

a. El pasado de nuestra permanencia v. 24ª.

Todo creyente tiene que tener un acta de nacimiento. El evangelio es la gracia soberana de Dios que interviene en el pecador por medio del Espíritu Santo produciendo en el corazón la experiencia de la regeneración.

Nosotros oímos de esa salvación. Alguien nos predicó en algún momento acerca de ella. Juan nos dice que eso que oímos, recibimos y aceptamos debe permanecer en nosotros. Este es el gran tema de la perseverancia de los santos.

Hay un evangelio que no puede ser cambiado. Los falsos maestros quisieron desviar a los creyentes de la fe en Cristo, pero Juan les recuerda que si bien es cierto que el error vendría, incluyendo la presencia del anticristo, ellos habían sido salvos y eso les debería ayudar a saber que estaban en el verdadero Dios como lo dirá mas adelante.

Observe como Juan en un mismo texto hace tres referencias a la palabra “permanecer”. Si la palabra recibida permanece en nosotros, entonces eso es garantía que también permaneceremos en el Padre y en el Hijo. Nada nos da más seguridad que saber que nuestra permanencia en la salvación está amparada por el Padre y por el Hijo.

b. La continuación de nuestra permanencia v. 24b.

El asunto de nuestra salvación no es solo una experiencia del pasado, sino una realidad que debe acompañarnos en el presente. En la vida cotidiana nos duele mucho cuando nos hemos propuesto permanecer en alguna meta loable y pronto la dejamos atrás.

Lo mismo sucede cuando vemos a algún ser amado abandonando aquello que pudo cambiar su vida futura. Pero si bien es cierto que los seres humanos podemos dejar de permanecer en aquellas cosas que nos propusimos y seguir viviendo, esto no se aplica para la vida eterna.

El asunto de nuestra salvación no está respaldado por un dejar y comenzar la salvación. No se trata de vivir un tiempo consagrado al Señor y después tomar la decisión de abandonar aquello donde un día sentimos el gozo de la vida eterna.

La idea de este texto es mostrarnos que quien ha recibido al Señor como su único y auténtico salvador, está determinado a permanecer en él. El evangelio es una semilla que nació y creció en nuestro corazón lo cual hace que en ese mismo lugar se encuentre sus raíces. Son pues esas raíces las que nos dan la permanencia en la salvación eterna.

II. ESTE IMPERATIVO NOS REVELA PORQUE ALGUNOS NO PERMANECEN EN CRISTO

a. “Salieron de nosotros…” v. 19.

Este versículo como otros que Juan escribe, hace un énfasis casi “exagerado” de una misma idea o de una misma palabra para fijar en la mente de sus lectores la importancia de lo que quiere que entiendan, o de la enseñanza doctrinal que debe ser aplicada. Es así como en un mismo texto, la palabra “nosotros”, la repite cuatro veces.

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