Inicio » Estudios Bíblicos » ¿Cuanto Sabes de la Tentación? Parte 3

¿Cuanto Sabes de la Tentación? Parte 3

Estudios Bíblicos

Prédica de Hoy: ¿Cuánto sabes de la tentación? Parte 3

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Santiago 1:14

VENCIENDO   LA  TENTACIÓN

La tentación  tiene dos componentes  fundamentales  (de ello depende  su efectividad  sobre nosotros),  una componente   externa:  Satanás  o el tentador  como le llama  la escritura  y la interna  la cual expondremos   a continuación.  

Dice el escritor Santiago:   “…sino que cada uno es tentado  cuando  de su propia  concupiscencia   es atraído y seducido…” (Santiago 1:14). No es difícil  interpretar  aquí,  que para  que tenga  efecto  una tentación  debemos  de ser atraídos y seducidos  sobre la base de un deseo ya existente  en nosotros, por tanto  la componente   interna  de la tentación  es definida  como concupiscencia.

Ahora  bien, el ser seducido  nos da la idea de que somos  víctimas  de invitaciones   constantes  y sin escrúpulos para  lograr efectos  no deseados por nosotros.  No es lo mismo  hablar  de una mujer atractiva  que de una mujer  seductora. 

La primera  es aquella  que tiene ciertas características  que le hacen  notar como  tal, pero  la segunda  da la idea del tipo de persona  que usa estas cualidades  o atractivos para  lograr ciertos objetivos,  es la que se aprovecha  de lo que tiene, para  lograr lo que quiere;  es decir, es una persona calculadora  que se vale de artimañas  y trata de sacarle partido  a cada oportunidad.

Cada invitación  al mal viene saturada  de esta característica,  para  que seamos  atraídos y seducidos,  la invitación  debe de ser atractiva y seductora.  No olvidemos  que la Biblia habla  de deseos engañosos (Efesios  4:22) dejándonos ver que no somos  invitados  a pecar (literalmente   hablando),  pues  un cristiano  se negaría  rotundamente.

Tentación – Estrategia  usada por Satanás

La estrategia  usada es seducirnos  y esto no es más que estimular (exacerbar) de forma   tal nuestras emociones  y sentimientos, que terminamos   creyendo  que vale la pena  unos segundos  de placer  a mantener  lo que hemos  logrado sobre la base del sacrificio  de Cristo. En este caso lo que el Diablo  no nos dice es que podíamos  pasarnos  millones  de veces el tiempo de placer que tuvimos,  para  restaurarnos de la caída.

Ser tentados  sobre la base de los malos  deseos que alberga  el corazón,  nos dice que el maligno  no hará otra cosa que invitarnos  a pecar  con lo que nos gusta. Es decir, la sustancia  combustible está dentro  nuestro  y la sustancia  comburente   la pone  Satanás.

¿Cuán  errados  hemos  estado al enfocar  nuestras  armas  hacia  el lugar equivocado? Como  seres limitados  que somos  nada podemos  hacer para  que la componente   externa deje de funcionar,  ese es su trabajo hasta que sea echado  en el lago de fuego.

Ser de corazones  limpios

Nuestra responsabilidad está en ser de corazones  limpios,   es poner  nuestro  corazón  bajo tratamiento,  no olvidemos  la declaración  del mejor cardiólogo  que tiene la historia:

“…Porque  de dentro,  del corazón  de los hombres,  salen  los malos pensamientos,   los adulterios,  las fornicaciones,  los homicidios,  los hurtos,  las avaricias,  las maldades,  el engaño,  la lascivia,  la envidia,  la maledicencia,   la soberbia,  la insensatez…” (Marcos  7:21:22), no olvidemos  que  “…engañoso   es el corazón  más que todas las cosas…”   (Jeremías 17:9).

Dijera Jesús  también:   ”…El  hombre  bueno  del buen  tesoro  de su corazón  saca lo bueno; y el hombre  malo del mal tesoro de su corazón  saca lo malo; porque  de la abundancia   del corazón  habla la boca...” David estaba consciente de esta realidad, decía: “…Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado…” (Salmos 66:18).

“…Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte…” (Santiago 1:15). Aquí se muestra detallado el proceso tentación-pecado, proceso que al estudiarlo tocaremos en detalles ese subproceso llamado concebir, y los peligros que trae: “…después que concibe da a luz el pecado...” Que la concupiscencia conciba, no es otra cosa que esta propicie a que aparezca un pequeño embrión del pecado que nacerá después.

Apoyándonos en el ejemplo de una  mujer  que concibe  en su vientre  un niño,  tengamos  en cuenta  que para  que  una mujer conciba  han  de haber sido creadas  condiciones  fisiológicas   en su interior y llegar al acto sexual  con su compañero,  sino sería imposible  que algo así sucediese.

Hemos  introducido  un término  que vale la pena  analizar por su importancia   en este proceso: condiciones   creadas para  que conciba  la concupiscencia. De la misma forma que se usan  anticonceptivos  para  evitar embarazas, si nosotros evitamos que la concupiscencia conciba  a través de métodos  adecuados  estaríamos  resolviendo  el asunto del pecado,  de igual  manera, evitando que se creen  las condiciones  obtendríamos el mismo resultado.   Veamos  algunas  condiciones  que propician   tales cosas:

CONSIDERAR LA  TENTACIÓN

Considerar  la tentación  definitivamente  es uno de los pasos  más peligrosos  que se puedan   dar frente   a una invitación  atractiva y seductora.  Cuando  esto sucede  dejamos que sea la carne la que decida por nosotros pues  comenzamos   a valorar conforme  a nuestros  apetitos y conceptos,  y sacamos  nuestras  propias  conclusiones   humanas   al respecto. 

Considerar  la tentación  es valorar si vale la pena  o si la tentación  es tan tentadora  como se muestra.  Aunque   muchas  veces lo hacemos  con cierta predisposición a no caer, comenzamos   a alimentar  nuestra  concupiscencia   y esto es crear las condiciones  para  que conciba.

Usted no será el primero(a)   que lo haga y mucho  menos  el primero(a)   que caiga. Eva  nos podría  dar su experiencia  al respecto,  dice la escritura  que invitada  a comer  del árbol prohibido   “vio  que este era bueno para  comer y que era agradable  a los ojos”  y seguidamente   la escritura  nos alerta de lo que sucede:  “tomó   de su/ruto   y comió y dio también  a su marido” Génesis 3:6.

Considerar  la tentación  es obrar con nuestra  sabiduría  en un asunto  en el cual ya han sido dadas las reglas, es considerar con nuestras facultades   lo Dios ha considerado  pecado,  es poner  nuestras  voluntades  por encima  del creador.

Al  considerar  la tentación  estamos  arriesgándonos   a que se emboten nuestras  capacidades  para  discernir  los engaños  de pecado,  no olvidemos  la forma   en que son hiperbolizadas   nuestras  emociones  e inclusos  sentimientos.

JUGAR  CON LA  TENTACIÓN

El jugar  con la tentación  es un tema tratado  en la Biblia y figura   en ella dentro  del contexto  de una advertencia  muy  singular.  Jugar  con la tentación  no es otra cosa que exponerse  conscientemente a ella, es acercarnos  confiando   en nuestras  capacidades  para no  ceder.

Nosotros  lo seres humanos   somos  muy  buenos  en jugar  con la tentación,  a lo largo  de la historia  nos hemos  hechos  expertos  en esta tipo de juego  más que en otros.

La forma  más práctica  de mostrar  este hecho  le llamaremos   búsqueda  de límites.  Esto  no es otra  cosa  que poner  límites  en el área de la tentación,  no es difícil  encontrar  en los jóvenes  cristianos  la pregunta:   ¿hasta dónde puedo  tocar a mi novia sin llegar a pecar? ¿Romántica  del mundo?

¡Creo que mirar películas  con ciertas cargas de sexo y violencia no me dañará pues no podemos estar al margen  de lo que sucede  a nuestro  alrededor, lo que Satanás  no nos aclara al respecto  es que somos  muy  malos poniendo límites y siempre terminamos poniéndolos en los niveles que más nos comprometen,  vedando  así, que Dios está en contra de esta práctica.

© Juan Carlos Jimenez. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones .. Estudios Bíblicos

Leer: ¿Cuánto sabes de la tentación? Parte I

Deja un comentario