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¿Debe la iglesia cristiana enseñar el diezmo? – Capítulo 31

Estudios Bíblicos

Prédica de Hoy: ¿Debe la iglesia cristiana enseñar el diezmo? – Capítulo 31

Biblia Usada: Reina Varela 1960

Difundir el evangelio sigue siendo nuestro llamamiento

Rom. 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego.
Rom. 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

1 Cor. 1:18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

2 Cor. 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

El evangelio ES “Jesucristo” – su preexistencia, nacimiento virginal, vida, muerte, resurrección, ascensión e intercesión – ¡nada más, nada menos! (Compárese también Rom. 1:1-5; 1 Cor. 17-18; 1 Cor. 15:1-4). Cualquier cosa, incluyendo principios sobre el dar, que se añada al evangelio del nuevo pacto es meramente “fruto” del evangelio y alimento para el crecimiento espiritual. “Contra los tales no hay ley” (Gál. 5:23) significa que no hay “ninguna ley” que contarreste, o niegue, los frutos del Espíritu. Cualquier cosa, incluyendo el diezmo, que se añada al evangelio, procedente del pacto antiguo, sin reautorización del nuevo pacto no es ni el evangelio ni su fruto.

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (Gál. 1:6-7). Por Gálatas, capítulos 2-4, es claro que estas “distorsiones” eran adiciones de la antigua ley al evangelio predicado por Pablo.

Una iglesia muerta o moribunda no puede ser revivida predicándole la ley, sea ésta la ley del diezmo o la de los Diez Mandamientos, con sus “no harás”. ¡El mensaje de reavivamiento DEBE ser el Cristo del Calvario! En comparación con el poder del Espíritu y el evangelio, la ley ha perdido completamente toda su gloria y su poder (2 Cor. 3:10).

El reavivamiento permanente y la mayor dadivosidad sólo ocurrirán cuando el pastor y su iglesia escuchen y respondan al evangelio y a todo lo que él diga sobre el amor de Cristo. “El evangelio es poder de Dios” y el evangelio revela la justicia de Dios “por fe y para fe”; “no por fe para la ley”; ni “por fe y la ley para fe y la ley”. Pablo era sostenido sólo por fe, confiando en la capacidad de Dios para hacer provisión para él.

Cuando los filipenses vieron la necesidad de Pablo, le enviaron ayuda una y otra vez (Fil. 4:16). Cuando Cristo es predicado, los creyentes verán las “necesidades” de un mundo perdido sin Cristo. También verán y tratarán de satisfacer las necesidades de los obreros del evangelio y de otros creyentes.

Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo dijo a los filipenses: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19). Esta es una promesa condicional, pero segura, sólo para los que ven la necesidad del pueblo de Dios y responden dando por amor creado por el evangelio.

De acuerdo con el nuevo pacto, las riquezas espirituales eternas, no las riquezas físicas, fluyen de un conocimiento y del amor de Dios en Cristo. Cuando la Escritura es comparada con la Escritura, la “riqueza al ciento por uno” no es dinero. Moisés dejó su dinero y estimó “el vituperio de Cristo como mayores riquezas que los tesoros de Egipto” (Heb. 11:26). Dios abunda en esas riquezas para todos los que le invocan (Rom. 10:12). Pablo le dice al verdadero creyente: “Ya estáis saciados, ya estáis ricos” (1 Cor. 4:8). Ls riquezas de la gracia de Dios vienen, no como dinero, sino en la certeza de la “redención por medio de su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de su gracia” (Efe. 1:7). La misericordia, la bondad, el amor fluyen de la riqueza de Dios hasta el creyente por toda la eternidad (Efe. 2:4, 7; 3:16). Este era el mensaje de las riquezas predicado por Cristo (Rom. 3:8; Col. 1:27).

Colosenses 2:2 describe a la iglesia y al creyente como que están “unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y el de Cristo”. Una sociedad libre y democrática dará más (y producirá más) que una sociedad de trabajos forzados. El apóstol Pablo no recibió ni diezmos ni ningún otro sostenimiento a tiempo completo. Usó su libertad en el evangelio para rehusar salario, pero fue quizás el más exitoso constructor de iglesias y evangelista de la historia. De la misma manera, la iglesia cristiana, con su libertad en Cristo, dará más y servirá más que el Israel del pacto antiguo.

Dios salva, bendice, y llena al creyente con su Espíritu Santo solamente a causa de la fe del creyente en Cristo Jesús. Habiéndolo hecho así, continúa usando los principios de la gracia, no de la ley, para suplir las necesidades de su iglesia (2 Cor. 8:1-15; 9:6-8; 1 Cor. 16:1-2; Gál. 3:1-5).

Cuando Cristo es predicado, toda doctrina debe estar a la luz de su relación con él. Un cristiano no obedece a Dios para complacerlo. En vez de eso, un cristiano obedece a Dios porque ha sido salvado, porque su naturaleza ha sido cambiada, porque estudia para conocer la voluntad de Dios, y porque se ha rendido al Espíritu Santo. Los creyentes que están siendo transformados a la semejanza de Cristo al aprender la sana doctrina desean dar como Cristo dio. Con una responsabilidad por las almas perdidas, responden dando por un sincero deseo y lo mejor que pueden. Dan sus vidas, su tiempo, y su dinero.

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¿Debe la iglesia cristiana enseñar el diezmo? Estudio Bíblico Exhaustivo 

 

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