V. LAS PRUEBAS DE DIOS CONFIRMAN SU FIDELIDAD PARA CON SUS HIJOS (15-19)
22:15–19. Dios volvió a confirmar su pacto con Abraham (cf. 15:5, 18–21; 17:3–8). Su descendencia sería tan numerosa como las estrellas del cielo (15:5; 26:4), y como la arena que está a la orilla del mar (cf. 32:12) y “como el polvo de la tierra” (cf. 13:16; 28:14).
A continuación, Dios añadió otro elemento: su descendencia vencería a todas las ciudades de sus enemigos cananeos. Esto fue realizado por Josué durante la conquista de la tierra prometida.
Las lecciones acerca de la verdadera adoración no pasan de moda:
- (1) La fe obedece completamente a la palabra de Dios.
- (2) La fe entrega lo mejor a Dios, sin reservarse nada.
- (3) La fe espera en el Señor para que provea todo lo necesario.
Pero Dios no lo hace sino hasta que se realiza un sacrificio personal. La adoración verdadera es costosa. Así fue siempre para Israel cuando presentaba sus sacrificios. Se suponía que sus ofrendas debían darse en fe, para que Dios pudiera suplir todas las necesidades de cada uno de los adoradores de buena voluntad.
El amor de Abraham hacia Dios había estado amenazado por su entrañable amor a Isaac. Este hijo era la evidencia del cumplimiento de sus promesas y el medio humano por el cual tendría asegurada su posteridad.
Tenía que probarse que Abraham amaba a Dios sobre todas las cosas, en una situación tan concreta como la mencionada, para que no hubiera confusión de lealtades.
© Norman Alexis Oliva Videa. Todos los derechos reservados.