Virtud de dominio propio

Moreiba Cabrera

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Predicas Cristianas - ¡La Madurez Espiritual!

Virtud de dominio propio

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La templanza, es moderación y control de los pensamientos, de los afectos y del comportamiento en las cosas temporales –aun cuando estas no sean malas en sí mismas–, es una gran virtud y muy necesaria en la vida cristiana. Es, de hecho, un camino positivo de dominio sobre uno mismo y sobre lo que el mundo nos ofrece.

Vemos así que esta virtud señalada por el Apóstol Pedro tiene una relevancia muy fuerte en nuestro tiempo. En medio de una cultura que cultiva constantemente la búsqueda del placer sin freno y la satisfacción inmediata de gustos y caprichos, la templanza aparece como un horizonte que va contra la corriente de los tiempos actuales.

Ya nos lo recordaba el Apóstol Pablo: Debemos “vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente” (Tito 2:12).

II. DOMINIO PROPIO ES FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO.

En Gálatas 5:23, aparece que Dominio propio es un fruto del Espíritu.

Gálatas 5:22-2322 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”

Aunque “Dominio Propio” aparece varias veces en el AT y el NT; la palabra Templanza solo aparece una vez y es precisamente en el versículo que acabamos de leer.

IV. DEFINICIÓN DE TEMPLANZA.

El diccionario de la Real Academia Española tiene varias definiciones para Templanza, pero hay una que me parece la más importante:

“Una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.”

El Diccionario Bíblico Cristiano define la Templanza como Virtud que permite el control de las pasiones, especialmente los apetitos sensuales (2 Ped. 1:4-8).

Diccionario de la Biblia Cristiano define la palabra templanza que proviene del latín temperantia, en referencia a la moderación de la temperatura; en análogo sentido, el adjetivo templado se aplica al medio entre lo cálido y lo frío, y también a lo que mantiene cierto tipo de equilibrio, cohesión o armonía interna.

Una persona con templanza reacciona de manera equilibrada ya que goza de un considerable control sobre sus emociones y es capaz de dominar sus impulsos y apetitos y controlar con moderación la atracción que ejercen los placeres a partir de la razón.

La templanza refleja el dominio de la voluntad humana y permite poner límites a los deseos (generalmente vinculados al pecado). La templanza permite que la persona sea equilibrada y sopese su tendencia natural hacia los placeres de los sentidos y el recogimiento espiritual.

La religión cristiana explica que las energías destinadas a satisfacer los deseos de los sentidos pueden volverse destructivas, y que es gracias a la virtud de la templanza que la personas pueden reconocer cuáles son sus necesidades reales (aquellas que colaboran con su desarrollo y con su bienestar) y cuáles son las necesidades creadas a partir de los deseos inagotables que surgen por el ego y que, por lo tanto, perjudican al individuo.

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Moreiba Cabrera
Autor

Moreiba Cabrera

Moreiba Cabrera, Misionera, Pastora principal de la iglesia Nueva Vida de Madrid. Directora de la extensión de Madrid del Centro de Estudios Superiores de Teología de Asambleas de Dios CSTAD.

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