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Las dos naturalezas – Parte 3

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Estudios Bíblicos Predica de Hoy: Las dos naturalezas – Parte 3

Estudio Bíblico Texto Bíblico:porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis“. Romanos 8:13 

Introducción

Por la carne el hombre está naturalmente torcido en contra de Dios. Cobija enemistad contra Dios, no se sujeta a Su ley ni le puede agradar. Debido a esta naturaleza, las personas están más dispuestas a aceptar el error que la verdad.

Cada vez que le damos oportunidad a la carne esta se alimenta más que el Espíritu. Pensamos que viendo la televisión por 5 horas después oramos 5 minutos estamos bien, puedo decir que estamos bien pero bien mal, si solo alimentamos el espíritu una vez a la semana ¿realmente creemos que podremos hacerle frente a una tentación cuando nos salga al encuentro? No lo creo.

Caeremos redonditos ante ella, porque la carne está más alimentada que el espíritu y la que hace su entrada triunfal es la carne, por eso lo que andan conforme a la carne, no pueden resistir ver una muchacha o un muchacho, debo aclarar que mirar a alguien no es malo sino la segunda mirada es la mala, porque viene con deseo y el deseo se propaga y la carne pide que sea satisfecha y cuando se haya alimentado entonces produce muerte espiritual.

Todavía no crees de lo que eres capaz estando en la carne mira lo que sigue, Romanos 8:7Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.”

Las dos naturalezas

Los propósitos de la carne siempre están en contra del bien, la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a él, la carne es como un pececillo suéltalo en el mar y correrá y no lo veras más. Si le damos un segundo a la carne ella tomara diez, si le damos de comer un plato ella pedirá dos, nuestra carne siempre estará en contra de los mandamientos que Dios ha dejado ya que para la carne es fastidioso oír prohibiciones y límites.

Esta naturaleza de Adán es incurablemente mala. Aun cuando un hombre o una mujer ha vivido una vida santa durante muchos años, la antigua naturaleza no es en nada mejor que antes.

Una de las equivocaciones en que hemos caído es que pensamos que por estar en la iglesia veinte años ya estoy libre de las tentaciones de la carne, lastimosamente es una frase fuera de la cordura y razón,  mientras más crucifiquemos la carne más deseo tiene.

Pero mientras más comida le demos al espíritu más poder tiene sobre la carne. A la verdad la carne no le gusta ser sometida. Propóngase un ayuno y vera lo que pasa y cómo reacciona la carne, por eso muchos jóvenes son derrotados porque la carne les hace pensar lo menos posible en “el ayuno”.

El Señor no tiene proyecto de reformar la carne ni mejorarla. La condenó en la cruz del Calvario. “Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3). “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él” (Romanos 6:6). Ahora Dios instruye al creyente a considerarlo muerto, esto es, responder como respondería un muerto.

La frase “sabiendo que nuestro viejo hombre fue crucificado del pecado” indica que la vieja naturaleza caída debe estar muerta, ¿y cómo podemos nosotros saber que nuestro viejo hombre está muerto? ¿Cómo es tu comportamiento? ¿Cómo hablas? ¿Cómo te vistes?

Hay un conocido refrán que dice “mira con quién andas y te diré quien eres”  la forma en cómo tratas a alguien, miras, hablas, te vistes, piensas dictan mucho de tu vieja naturaleza o de tu nueva naturaleza. Examinarnos todos los días podría ser un paso al cambio y crecimiento espiritual.

La antigua naturaleza es lo que somos en Adán, esto es, como descendientes suyos. El Señor Jesucristo murió tanto por esto como por los pecados que hemos cometido. Esto nos consuela, porque lo que somos es mucho peor que cualquier cosa que hayamos hecho.

Todo lo que venimos diciendo no niega la verdad de que a veces los incrédulos pueden ser benignos, compasivos, amables y generosos. Este comportamiento puede ser explicado de varias maneras. Puede ser instinto natural, por ejemplo, el amor de una madre a su niño.

Puede ser debido a la influencia del cristianismo, que es sal y luz en el mundo. También puede ser motivado por el deseo de ganar o merecer la salvación. Sea lo que sea, una cosa es cierta. La primera verdadera obra buena que una persona inconversa puede hacer es confiar en el Señor Jesucristo (Juan. 6:39).

© Juan Carlos Jimenez. Todos los derechos reservados.

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