¡Los Fariseos tuvieron al Señor Jesucristo, al Hijo de Dios, frente a ellos! Vieron y escucharon al más grande Maestro, al hombre más grandioso que pasó por la faz de la tierra. Y aún así no creyeron en él. ¿La razón?
Sus corazones estaban endurecidos, insensibles y de ese modo inapropiados para la recepción y crecimiento de la semilla de la Palabra. No era la semilla, la Palabra de Jesús, que no era buena, sino la TIERRA, sus corazones que estaban duros.
La mayoría de veces que enseñamos esta parábola y hablamos de esta semilla que cayó junto al camino, nos referimos a las personas inconversas, aquellas que tienen corazones duros y que por eso la semilla de la palabra de Dios es robada por Satanás; pero he entendido que dentro de la iglesia hay personas que también tienen sus corazones endurecidos.
TERRENO DURO = CORAZÓN ENDURECIDO POR RESISTIRSE A LA PALABRA, A LA VOLUNTAD Y A LOS CAMINOS DE DIOS.
El escritor a los Hebreos, quienes eran cristianos, les exhortó diciendo: “Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: SI OÍS HOY SU VOZ, NO ENDUREZCÁIS VUESTROS CORAZONES. —Hebreos 3:7-8.
“El endurecimiento del corazón es lo que da origen a todos nuestros otros pecados.” —Matthew Henry*
¿Qué significa “endurecer el corazón”? Médicamente, cuando el corazón se “endurece” físicamente esto se debe a una condición llamada esclerodermia, una enfermedad del tejido conectivo que afecta los órganos vitales, incluyendo el corazón, y termina eventualmente en la muerte.
En el ámbito espiritual, cuando endurecemos nuestros corazones a la instrucción de Dios, esto afecta toda nuestra perspectiva, nuestra actitud y en última instancia afecta nuestro futuro.
El endurecimiento espiritual del corazón ocurre cuando nos resistimos a la Palabra, a la voluntad y a los caminos de Dios. Le damos la espalda a Su instrucción y tomamos nuestro propio camino.
El ciclo ocurre más o menos así: Vas caminando por la vida, disfrutando de la presencia de Dios, cuando súbitamente Él decide llevarte por un nuevo camino —quizás una ruta más inclinada que la que has estado acostumbrado a transitar.
Pudieras estar lleno de temor, quizás no te agrade mucho tener que hacer cosas difíciles (¿no podría tomarme un descanso por un momento?). Quizás has visto otro camino que luce mucho más cómodo, así que sugieres esa ruta.
El primer paso en este proceso del endurecimiento del corazón es resistirte al camino que Dios ha elegido para ti.
El próximo nivel en el ciclo es cuando te tapas los oídos. Dios usa alguna verdad de Su Palabra o quizás las circunstancias de la vida para llamar tu atención; o quizás el consejo de amigos piadosos. Pero estás determinado en seguir tus propios caminos, y no deseas que la convicción que da la voz de Dios interfiera con tus planes.
Trágicamente, te vas por tu propio camino, y encuentras una cierta medida de comodidad al justificar tus actos. Ya para esta etapa tu corazón se ha endurecido aún más, se ha hecho aún más resistente a la convicción que pudiera darte Dios, y te rehúsas a hacer lo que debes hacer, a ser flexible o a rendirte ante la mano de Dios.
Este es un lugar sumamente peligroso para cualquier creyente. En muchas ocasiones Dios, en Su gracia, te hará algo de oposición para alertarte de tu orgullo y tu rebelión (Santiago 4:6). En este momento es de crítica importancia que respondas a Él en arrepentimiento. El no arrepentimiento equivaldría a abrir una puerta a la esclavitud espiritual.
Creo que se hace necesario que ahora mismo te tomes un tiempo para reflexionar sobre tu vida y lo que estás haciendo. ¿Puedes recordar alguna vez cuando endureciste tu corazón hacia la instrucción de Dios? ¿Acaso reconoces algunas etapas de este ciclo en tu vida actualmente? Lee y medita a través de las advertencias de Hebreos 3 y luego lee el Salmo 95.
TERRENO DURO = CORAZÓN ENDURECIDO POR HERIDAS EN EL ALMA.
Aparte de este significado del terreno endurecido, quiero agregar parte del mensaje que predicó el pastor el Martes pasado, donde nos hablaba de que somos muchas veces terreno endurecido porque este ha sido pisoteado. Decía también que la semilla no trabaja cuando hay dureza en el corazón, cuando hay resentimientos, cuando hay dolor porque me han hecho daño; cuando hay heridas del pasado.
Estas heridas del pasado matan las semillas del presente y del futuro. Por eso el Señor quiere quitar ese corazón de piedra que nos impide que la Palabra de Dios sea sembrada y de fruto abundante. El prometió en Ezequiel 11:9. “El Señor quitará el corazón de piedra y nos dará un corazón de carne”.
Dios nos dará un corazón tierno para recibir la Palabra de Dios. El ablandará la dureza de nuestro corazón, quitará las piedras del camino, abonará con su Espíritu Santo cada surco de nuestro corazón y preparará el terreno para que éste sea fértil y tenga una gran cosecha. ¡Alégrate porque Dios nos ha dado un corazón nuevo, donde la semilla será sembrada y dará mucho fruto.
© Moreiba Cabrera. Todos los derechos reservados.
Estudios Bíblicos en serie del discipulado: Parte III
Como en 2 Corintios:3-4 dice: “Pero si nuestro evangelio está aún ENCUBIERTO, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
LA CITA VERDADERA ES 2 CORINTIOS,4:3,4