ESTUDIOS BÍBLICOS
Estudios Bíblicos Prédica de Hoy: Discipulado Nº 26. Para la transformación interior se demanda esfuerzo
INTRODUCCIÓN
Hemos dicho anteriormente que vivir para Dios jamás podrá ser sinónimo de cruzarse de brazos y sólo esperar. Hay un “hacer y un quehacer” que nosotros como seguidores de Jesús debemos realizar.
Cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón, el cambio y la transformación de nuestras vidas debería ser de forma natural; porque el Espíritu Santo habita en nosotros y Él va guiándonos a toda verdad y va santificándonos día tras día, pero nosotros, los creyentes, debemos procurarlo con diligencia y esfuerzo.
Dependemos de los recursos divinos para lograr una transformación espiritual, pero eso no implica asumir una postura pasiva y esperar a que Dios traiga el cambio total y definitivo.
La transformación interior no va a ocurrir por arte de magia o por el chasquillo de los dedos o de manera automática. Dios pone su parte para ayudarnos; pero el cristiano debe poner la suya.
Una de las cosas que he aprendido en los últimos años es que para que haya una transformación interior plena y completa, lo primero que tenemos que hacer es cambiar nuestra forma de pensar.
RENOVAOS EN EL ESPÍRITU DE VUESTRA MENTE.
La Biblia nos dice en Efesios 4:22-23. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente”.
Lo que el apóstol Pablo nos quiere decir en este versículo, es que renovemos el espíritu que alimenta nuestra Mente. Dios nos ha permitido tener una personalidad propia. No obstante somos nosotros en la libertad que Él nos creó quienes decidimos con qué tipo de espíritu queremos vivir y obrar. Al pecar, la Mente humana fue tocada por el Diablo y le insertó otro espíritu (el conocimiento del mal) para que el ser humano obrara de una manera totalmente diferente de como fue creado al principio (el conocimiento del bien).
Inclinación moral
Todos nacemos con la inclinación moral para obrar en la vida con el espíritu que viene del Diablo. Nacemos pues con el espíritu viciado inclinado para hacer lo malo, incorrecto y falso. Pero cuando se oye el Evangelio de Jesucristo y se cree en el, empieza un curso de renovación en nuestra mente que implica como lo hemos dicho anteriormente, un duro, complicado y difícil proceso en la vida del individuo según los vicios, ataduras, prácticas y cultura en la que vive.
Este proceso de renovación no se hace solo, es decir, es una acción que Dios hace pero la persona tiene que colaborar de una forma activa, constante y durante toda la vida. Es necesario tener presente esto porque puede que alguien piense que esta obra la hace Dios de una forma milagrosa en la que uno no tiene que hacer gran cosa, y nada más lejos de la realidad. Por este error es tan frecuente ver a tantos creyentes que no levantan cabeza estancados sin avanzar en su vida cristiana.
La renovación de la mente es una dura y delicada tarea. Es nada más ni nada menos que llevar el espíritu de nuestra mente a una renovación total que nos hará obedecer la voluntad de Dios para que podamos tener una excelente relación con El en el nombre de Jesús.
Al renovar el espíritu de nuestra mente nos hace personas muy diferentes a los del mundo. Pero a la gran mayoría de creyentes no les gusta ser tan radicales, ni se sienten cómodos siendo tan diferentes a los del mundo. La cuestión es, que no ha habido una conversión genuina, y por consiguiente no ha existido el Nuevo Nacimiento; porque las cosas de este siglo les atraen y no quieren negarse así mismos para seguir a Cristo (Mateo 16:24).
Veamos lo que dice la Biblia en:
Romanos 12:2. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
El apóstol Pablo nos manda en este versículo a no acoger las cosas de este mundo que van claramente contra el evangelio. El mensaje no debe rebajarse, ni podemos sujetarnos a las normas de este mundo caído. No debemos conformarnos para adaptarnos al mundo sino todo lo contrario, seguiremos fieles a nuestra fe para que la diferencia sea si cabe cada vez más notable.
Miles de personas se conforman y están bien a gusto con su vida tibia religiosa. No les importa el avivamiento espiritual porque viven en un avivamiento bien carnal con las cosas de este siglo. En estas circunstancias nos atrapan las dudas, la confusión y caemos en desobediencia.
Cuando llenamos la mente con la palabra de Dios y se tiene permanente contacto con ella todo nuestro ser estará bien protegido contra toda mentira, tentación y ataque del enemigo. La constante atención y obediencia a los mandamientos, consejos y enseñanzas de Dios, es estar en contacto con la verdad absoluta, alejando por consiguiente toda duda, confusión y desobediencia.
La Duda y La Confusión
La duda y la confusión son armas que el enemigo usa para destruirnos por eso es vital que nuestra mente esté siempre aplicada con suma atención a la bendita palabra de Dios. Cuando su palabra se va estableciendo nos añade la sabiduría para poner en buena práctica todo lo que nos enseña. Así es como daremos fruto, y mucho fruto, en todas las áreas de nuestra vida en obediencia.
La Desobediencia: Usted puede estudiar la Biblia, hacer todos los cursos de estudio bíblico del mundo, llenar su cabeza de conocimientos teológicos, pero si no obedece, y persiste en no renovar el espíritu de su mente, nada de lo aprendido le servirá. Solo la obediencia hará que la bendición y la unción de Dios llene su corazón, conocerá la verdad y experimentará los cambios espirituales en su interior. La verdadera transformación interior.
RENOVACIÓN DEL ENTENDIMIENTO.
Es interesante notar que Pablo dice que debemos ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento (mente). La mente es la clave de la vida cristiana. La razón por la cual los no cristianos no responden a la verdad cristiana es que no pueden discernir la verdad espiritual.
1 Corintios 2:14. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.
El evangelio es un llamado para que el incrédulo se arrepienta de su pecado y abrace a Cristo por la fe. La palabra griega traducida “arrepentimiento” lleva la idea de un cambio de opinión. Nuestro pensamiento debe ser cambiado (transformado) de modos de pensar viejos e impíos en nuevas y piadosas formas de pensar.
Lo que sabemos en nuestras mentes de ser verdadero, forma una convicción en nuestros corazones de esa verdad, y esa convicción en nuestros corazones se traduce en acción. Proverbios 23:7.“Porque como piensa en su corazón, así es él”. Por lo tanto, primero debemos renovar nuestras mentes.
La única manera de reemplazar el error de la forma de pensar como el mundo, es reemplazarlo con la verdad de Dios, y la única fuente infalible de la verdad de Dios es su palabra revelada, la Biblia.
La transformación a través de mentes renovadas se produce cuando los creyentes se exponen a la palabra de Dios a través de la exposición fiel de ella cada semana en la iglesia, el estudio personal de la Biblia y el estudio bíblico en los grupos de discipulado.
Una iglesia sólida que cree en predicar la palabra, leer la palabra y cantar la palabra es invaluable para ayudarnos a renovar nuestras mentes.
No hay atajos. No hay una fórmula mágica para renovar nuestras mentes. Debemos llenar nuestras mentes con la palabra de Dios. Como Jesús oró al Padre, “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
Muchas veces estamos esperando que venga una gran predicador para que ponga sus manos sobre nuestras cabezas o nos unja con aceite y así ser cambiados de nuestros vicios, mal proceder o vidas sin fruto. Pero no es así.
Le oí al pastor Cash Luna que la unción te libera, pero no te transforma; que lo único que te transforma es la renovación de tu mente. Y TU MENTE SE RENOVARÁ A TRAVÉS DE OIR LA PALABRA Y CON ESFUERZO, PONERLA EN PRÁCTICA.
© Moreiba Cabrera. Todos los derechos reservados.
Leer: Discipulado Nº 27 – Tiempo de separación y santidad
Es de gran bendicion este mensage saludos desde canada