Por su parte, el apóstol Pedro recomendó que todos esos sentimientos encontrados, que provocan dolor y desaliento, debemos someterlos al Señor:
“Dejad todas vuestras preocupaciones a Dios, porque él se preocupa de vosotros.” (1 Pedro 5:7)
Entregar al Señor todo cuanto nos doblega, no es otra cosa que dejar esos hechos dolorosos en Sus manos y permitir que obre en nuestra existencia, trayendo paz, como dice el apóstol Pablo:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:6-7)
Le invito a considerar el hecho de que, para el autor, es imprescindible que vayamos al Padre celestial en oración. Volcarle todo cuando hay en nuestro corazón.
Es decirle cómo nos sentimos, el temor que nos embarga y el desasosiego que gana terreno. Él nos comprende, no nos cuestiona y abre puertas para encontrar soluciones.
La respuesta, tal como la describe el apóstol Pablo, proviene de Dios y se evidencia en una “paz que sobrepasa todo entendimiento”.
Esa paz traerá sosiego a nuestras emociones y nos ayudará a controlar los pensamientos que nos avivan el dolor y la tristeza
Conclusión
¡Hay salida para el sufrimiento! Está en Dios. Él quiere ayudarnos, pero es necesario que le abramos las puertas del corazón. Vuelva su mirada Él, sin temor, ya que no quedará avergonzado
© Fernando Alexis Jiménez. Todos los derechos reservados.