Conclusión
En la biblia encontramos que si hacemos alguna promesa a Dios debemos cumplirla rápidamente. No debemos ser rápidos para hablar pero olvidarnos de ellas, Dios nos demandará lo que prometimos.
No debemos tampoco decir que servimos a Dios solo de palabra y nuestros actos hacer lo contrario, debemos amar a Dios con todo nuestro corazón y actuar en beneficio de la obra de Dios.
Al principio de este mensaje indique que no todos tienen la fuerza para ser un seguidor consagrado de Cristo, de hecho nadie tiene la fuerza en sí mismo. Pero Dios es poderoso para darnos la fortaleza necesaria para dedicarnos a su ministerio.
Debemos dar a Dios el primer lugar en todo, en nuestro corazón, en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, etc. Dios siempre será primero, Él no se olvidará de ello.
Debemos también estar atentos a escuchar su voz, su llamado. Sabiendo que si Él nos llama es porque somos útiles en su obra, en la predicación de su palabra por toda la tierra. Debemos ser obreros dedicados para que el reino de Dios se siga expandiendo y más personas puedan conocer las bendiciones de Dios.
No pongamos excusas delante de Dios, no puede haber en nuestra vida nada más importante que servir a Cristo. No hagamos promesas apresuradas, consideremos que el trabajo es arduo y la recompensa nos espera en la vida venidera.
Debemos poner a Dios primero en todas las cosas y dedicarnos a ser obreros en sus campos para predicar el mensaje de salvación. Debemos servirle de inmediato y no ver el pasado, sino seguir la meta que es Cristo Jesús.
Dios nos dará la fortaleza para ser siervos fieles que le obedecen en todas las cosas y le sirven de todo corazón, sin excusas, sin pretextos.
© Mauricio Alvarez. Todos los derechos reservados.