Lo sugestivo de estas líneas es que pueden ser interpretadas como un modo de alentar la composición musical. Claro está que, en este contexto, el fin de esta forma de creación artística es glorificar a Jehová a través de las alabanzas.
V. La música como cura espiritual
Por siglos se ha hablado del poder terapéutico de la música. Un largo listado de teorías se ha desplegado aquí y allá acerca de los efectos que la música tiene sobre nuestras emociones. Como resultado de todas estas reflexiones se habla hoy en día de la musicoterapia.
Esta expresión designa el uso clínico de la música con fines determinados dentro de un marco terapéutico. Entre los fines aludidos pueden hallarse aquello de tipo cognitivo, fisiológico, emocional, psicológico o espiritual.
En la Biblia encontramos un claro ejemplo que podríamos considerar propio del ámbito de la musicoterapia. Nos dice el Antiguo Testamento que, habiéndose apartado el espíritu de Jehová de él, el rey Saúl se sintió atormentado por otro espíritu. Procurando reincorporar su ánimo, ordenó traer a David tras haber escuchado hablar, entre otras cosas, de sus virtudes como músico.
Al conocerlo, Saúl sintió simpatía hacia David. Entonces, cada vez que su ánimo se turbaba por causa de aquel oscuro espíritu, David tocaba el arpa y, así, pacificaba a Saúl ahuyentando de él el lóbrego espíritu (Cf. 1 Samuel 16:14-23).
VI. La música como inspiración divina
Nos dice el primer libro de los Reyes que Mesa, rey de Moab, pagaba tributo a Acab, monarca de Israel, en virtud de sus posesiones. Tras la muerte de Acab, Mesa se rebeló contra el pueblo que el difunto rey había gobernado hasta entonces. El profeta Eliseo, en consecuencia, profetizó la inevitable caída de Moab.
Pero la profecía tuvo lugar de un modo notablemente particular. Eliseo pidió que se le trajese un músico que, con su instrumento, interpretase alguna melodía. A medida que el músico ejecutaba la pieza, Jehová puso en boca de Eliseo las palabras de la profecía (Cf. 1 Reyes 3:14-15).
La conexión que se establece en este relato entre la música y la inspiración que viene de Dios es inmediata. Es como si, podría decirse, Dios hablase a través de la música o si la música fuese la misma voz de Dios. Esta voz, sin embargo, como puede sugerirlo el pasaje citado, solo puede escucharla un espíritu recto ante los ojos de Dios, como Eliseo.
En conclusión
Históricamente, la Biblia sitúa el origen de la música en el momento en que la tierra comenzaba a poblarse. En este punto, parece sugerir que un hombre llamado Jubal fungió como primer músico en la humanidad o como padre de un linaje musical.
Igualmente, la Biblia ofrece claros ejemplos del lugar que la música ocupaba en determinadas celebraciones. Por ejemplo, nos habla de la relevancia de la música al celebrar la despedida o llegada de alguien.
En contextos mucho más solemnes, sin embargo, la música constituía un elemento del todo imprescindible. Así lo evidencian las descripciones que la Biblia suministra respecto a la investidura de los reyes. La coronación de Salomón y de Joás son ejemplos de ello. En ambas ceremonias la música constituía una parte esencial de la celebración.
La música también, como podría esperarse, se presenta como un medio para alabar a Dios. Los cánticos de Moisés y los israelitas, tras la derrota de los egipcios bajo las aguas del Mar Rojo ilustran este caso. Pero también dan cuenta de él los salmos compuestos por David para enaltecer la omnipotencia de Jehová.
Finalmente, vemos que la música tiene una naturaleza tal que logra apaciguar el espíritu en momentos de aflicción. Así lo deja claro el caso de Saúl al escuchar a David tocar el arpa. Pero también el caso de Eliseo, quien halló las palabras precisas para profetizar la caída de Moab, nos enseña que Dios puede hablarnos a través de la música.
© Jose R. Hernandez. Todos los derechos reservados.
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