Este alimento era esparcido alrededor del campamento de modo que todos los días el pueblo salía a recogerlo. De allí la expresión del poeta cuando dijo que Dios “puso mesa en el desierto”. Israel lo vio y lo comió. Pero eso era la sombra del Maná que después vendría.
El “maná escondido” representa a nuestro Señor Jesucristo que se encarnó para dar vida a nuestras almas. Para darnos la provisión diaria mientras caminamos por el desierto de este mundo. Él es el pan del cielo (Juan 6). De él obtenemos la vida eterna y las fuerzas para la batalla ¿por qué no alimentarnos de él todos los días?
La Piedrecita Blanca. Una de las maneras cómo los jueces resolvían ciertos conflictos en la antigüedad era dando a los culpables una piedra negra y a los inocentes una blanca, quienes luego de esto eran puestos en libertad.
Otros uso de esa piedrecita blanca era cuando alguien se hacía ciudadano de alguna provincia. Una a señal de su nueva condición era recibir de las autoridades esa piedra blanca.
Es bueno recordar que ahora en Cristo somos puestos libres, y perdonados, y que un día tendremos también acceso a la ciudad celestial, pues somos ciudadanos de allá (Filipenses 3:20-21).
En esa piedrecita estará escrito nuestro nombre que nadie más sino nosotros conocemos. Sobre el nuevo nombre, Wesley comentó: «Jacob, después de su victoria, ganó el nuevo nombre de Israel. ¿Quieres tú saber cual será tu nuevo nombre?
Es muy fácil: Vence. Mientras no hayas vencido, serán vanas todas tus averiguaciones. Entonces lo leerás en la piedra blanca.» Recordemos que la consigna es vencer. No hay premio si no se vence.
CONCLUSIÓN:
«El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. ¿Qué le dijo el Espíritu a la iglesia de Pérgamo? “Tengo unas pocas cosas contra ti”. Entre esas “cosas” estaba el consentimiento que tenían con un grupo de maestros que estaban enseñando la “doctrina de Baalam y de los nicolaitas”.
La advertencia para ellos era que vendría pronto y pelearía contra ellos sino se arrepentían. ¿Qué le dice el Espíritu a la iglesia de hoy?
¡Cuidado con la seducción que ofrece el mundo a través del deseo de “los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vana gloria de la vida”, tales cosas no provienen del Padre sino del mundo (1 Juan 2:16)!
Recordemos que no podemos ser fieles al Señor y al mismo tiempo transigir con lo que él aborrece.
© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
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Las siete iglesias de Apocalipsis – Parte IV – La batalla por la pureza