Inicio » Estudios Bíblicos » Los hijos de Amán Parte II

Los hijos de Amán Parte II

Estudios Bíblicos

Estudios Bíblicos Predica de Hoy: Los hijos de Amán Parte II

Estudios Bíblicos Lectura Bíblica:En Susa capital del reino mataron y destruyeron los judíos a quinientos hombres. 7 Mataron entonces a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8 Porata, Adalía, Aridata, 9 Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, 10 diez hijos de Amán hijo de Hamedata, enemigo de los judíos; pero no tocaron sus bienes”. Ester 9:6-9

Introducción

Seguimos estudiando a los 10 hijos de Amán, veamos a continuación el segundo hijo.

I. Segundo hijo de Amán: Dalfón

Dalfón es en hebreo una puerta abierta para malas intenciones: Este demonio hace que una persona que realiza una orden, lo haga con intenciones equivocadas.

La Biblia nos dice que cuando Dios hizo toda la creación, vio que todo era bueno en gran manera. (Génesis 1:31). Pero encontramos unos capítulos más adelante, en el capítulo 6 versículo 5, un contraste dramático; porque  la creación buena de Dios se había distorsionado o por causa del pecado del hombre y ahora la creación no muestra lo bueno qué hizo Dios, sino lo malo qué hace el hombre.

Génesis 6:5. “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.

Esta es una de las declaraciones más fuertes y claras sobre la naturaleza pecaminosa del hombre; llegó ésta maldad hasta tal punto, que en solo 10 generaciones desde el pecado de Adán y Eva hasta Noé, la raza humana llegó al punto, en que todo el tiempo su corazón solo pensaba en hacer el mal.

Jesús nos dice en Mateo 19:19. “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.”

Encontramos en estos versículos que el corazón del hombre está lleno de maldad, que su mente solo prolífera las malas intenciones.

Intención no es más que el propósito o voluntad de hacer algo. La intención suele estar vinculada al deseo que motiva una acción y no a su resultado o consecuencia.

Cada idea y acción comienza con un pensamiento en el corazón. No es de extrañar que la Biblia diga que de la abundancia del corazón habla la boca. También de la abundancia del corazón se está llevando a cabo la acción.

Antes de que el rey David decidiera acostarse con la esposa de Urías, lo había pensado en su corazón, antes de decidir instruir a su señor de la guerra para que pusiera a Urías en el frente de batalla donde lo matarían solo para poder cubrir su acto atroz. Cada mala decisión que toma un hombre comienza desde el corazón.

NUESTRAS INTENCIONES

Más allá de una acción Dios mira nuestras intenciones. No nos engañemos a nosotros mismos, muchas veces cuando vamos a hacer algo nuestras intenciones no son las mejores, por lo tanto cuando pasamos nuestra vida mintiéndonos a nosotros mismos pues terminamos viendo a Dios como un tonto. Dios no puede ser burlado, el conoce a fondo nuestro corazón, por eso cuando vamos a hacer algo con las intenciones equivocadas pues estas acciones no son aprobadas por Dios por más buenas que quieran parecer.

Es difícil tener buenas intenciones cuando nuestro corazón esta corrompido, cuando nuestro corazón está lejos de Dios, cuando nuestro corazón ha sido herido, cuando ha sido traicionado, cuando nuestro corazón solo profesa maldad, pero a la verdad no hay una excusa válida para no cambiar la intención de nuestro corazón porque Jesús pago el precio de tu sanidad en la cruz del calvario.

Ya vez porque muchas de nuestras oraciones no son contestadas, porque le pedimos algo a Dios sabiendo él y tu corazón que son con las intenciones equivocadas. Si quieres que Dios apruebe lo que pides y recibas respuestas a tus oraciones cambia tus malas intenciones.

El cambio de nuestras malas intenciones es un trabajo de Dios, no del hombre, ya que Dios es el único que cambia el corazón a medida que nos arrepentimos.

Cuando el hombre pecó en el Huerto del Edén el perdió su inocencia y sus intenciones fueron corrompidas, y hasta que el hombre no se vuelva a Dios nuevamente sus intenciones no serán las mejores.

Ve a Dios sin temor que él te ama y quiere lo mejor para ti, él quiere que seas sincero cuando oras, no le ocultes la verdadera intención de tu corazón.

Nunca cambiaremos nuestras intenciones sino cambiamos nuestro corazón.

Seguimos estudiando a los 10 hijos de Amán, veamos a continuación el tercer hijo.

II. El tercer hijo de Amán: Aspata

Aspata, significa “reunión”. Es cuando el diablo le da a una persona el deseo de juntar montones de dinero para que no tenga tiempo para estudiar la Biblia. – Representa la Avaricia.

La Biblia es clara cuando nos habla con amplitud sobre la avaricia y esto es porque el Señor lo ve como un problema para nosotros los cristianos para vivir una vida autentica e impide que tengamos tiempo para estudiar la biblia. Mencionaré solo algunos versículos que nos hablan de la avaricia.

Éxodo 18:21Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.

Proverbios 28:16El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión; Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.

Jeremías 6:13Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.

¿QUÉ ES LA AVARICIA?

La Real Academia Española define la avaricia en pocas palabras pero de mucho peso, como “Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas”.

De las varias palabras griegas para la avaricia, dos son especialmente reveladores. La más común, “pleonexia”, se deriva, de “pleon” (“más”) y el verbo “ejw” (“tener”). Por eso Louw y Nida, en su léxico griego, lo definen como “un fuerte deseo de adquirir más y más posesiones materiales, o de  poseer más cosas que las que otros tienen… ” (Louw-Nida I:291-2).

La avaricia es un deseo insaciable; cuánto más posee, más desea. Otro término para la avaricia es “filarguros”, que significa “amor al dinero”; podríamos decir que son “dinerófilos” “enamorados del dinero” (Leer Luc. 16:14; 1Tim. 6:10; 2Tim. 3:2). Esta dinerofilia,  según 1 Tim 6:10, es “la raíz de toda clase de maldad”.

Los avaros no heredarán el Reino de Dios; y para el apóstol Pablo, no sólo bloquea la entrada al reino de Dios, sino que está también entre los vicios que descalifican para ocupar cualquier oficio en la iglesia.

Entre los seis pecados que según Efesios 5:4-6 excluyen del reino de Dios van incluidos la avaricia, necedades y chistes groseros. La larga lista de 21 pecados vergonzosos en Rom 1:24-31 incluye avaricia, envidia, engaño. chismes y “toda clase de maldad”.  Se ve que eran muy rigurosas las exigencias de la comunidad cristiana. ¿Quién de nosotros no sería culpable de por lo menos una o dos de estas ofensas?

La persona avara consagra toda su vida al dinero y deposita toda su fe y esperanza en la riqueza. Cree que posee sus bienes, pero pronto es poseído por ellos. A menudo la avaricia termina distanciándolo de su familia, del prójimo y de Dios mismo y de su Palabra, porque ahora está sirviendo a otro dios. “Dios sabe muy bien”, escribió Orígenes, “qué es lo que uno ama con todo su corazón y alma y fuerza; eso para él es su Dios. Que cada uno de nosotros se examine ahora, y silenciosamente en su propio corazón decida cuál es la llama de amor que principalmente y sobre todo está encendida dentro de su ser”.

La avaricia es relativamente fácil de definir, pero muy difícil de identificar. Rarísimas veces alguien va a decir, “yo reconozco que soy avaro”.

Me imagino la respuesta: ¿Quíen es un avaro?  ¡¡¡Yo no!!!

Todos tenemos que hacernos la pregunta, ¿Qué clase de mayordomo soy de los bienes que mi Señor me ha confiado?

Salmos 139:23-24Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón Ponme a prueba y sondea mis pensamientos, Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.:

Avancemos en el análisis de 10 hijos de Amán,  y cómo estos nos están seduciendo y tentando para sacarnos del propósito de Dios de servirle de corazón y con santidad. Veamos a continuación el cuarto hijo.

III. El cuarto hijo de Amán: Porata

Este cuarto hijo PORATA, representa a la Codicia.

Este nombre Porata, escrito al revés es una palabra utilizada por el Talmud para indicar las partes privadas de una mujer: “el enemigo hace que una persona desee mirar a las mujeres descubiertas”. Representa a la Codicia.

El origen etimológico de codicia se encuentra en cupidĭtas, un vocablo latino. Palabra esa que deriva a su vez de “cupidus”, que puede traducirse como “ambicioso”, y del verbo “cupire”, que es sinónimo de “desear de forma muy viva”. La codicia es un deseo fuerte y egoísta por tener más de algo, generalmente poder y dinero.

Analizando el concepto de avaricia y de codicia se parecen o son casi la misma definición, pero creo que aquí, la codicia se refiere no al dinero; sino al deseo sexual y carnal de tener a una mujer o a un hombre.

Una persona codiciosa es aquella que tiene un deseo voraz y vehemente de algunas cosas buenas, no solo de dinero o riquezas. Lo que más caracteriza al codicioso es un interés propio, un egoísmo que nunca se consigue satisfacer.

La palabra codicia es un vocablo patrimonial que viene del latín cupiditia = codicia. Significa desear vivamente. Y según lo que estamos estudiando es un demonio que ataca al cristiano, poniéndole la tentación de desear vivamente, o bien a un hombre o a una mujer, buscando que caiga en tentación y pecado.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE LA CODICIA?

Deuteronomio 5:21No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”.

Éxodo 20:17 “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo”.

El último de los 10 mandamientos es una prohibición tajante a codiciar o desear lo que pertenece a otros.

Mientras los cinco mandamientos anteriores tienen que ver más con nuestras acciones que con nuestras actitudes, el décimo mandamiento nos obliga a un análisis introspectivo, al relacionarse con nuestras actitudes.

Codiciar, no es lo que hacemos, sino lo que planeamos o lo que deseamos tener a toda costa. Por ser el último, no es el menos importante, ya que de alguna manera lo abarca todo, porque toda la maldad surge de la codicia.

Cuando realizamos un acto, éste empieza siempre en nuestras mentes y como dijo Jesús, lo que contamina al hombre es lo que sale del corazón. “los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”.

Todas éstas son acciones, menos la primera, las cuales nacen de una actitud: la codicia. Nuestros pensamientos pueden ser “malos pensamientos” que crean un puente sobre el que el deseo o la codicia cruza para convertirse en acción.

SIGNIFICADO DE CODICIAR.

 El término original hebreo es kamath , un vocablo que significa simplemente “desear” algo o “deleitarse” en ello. Aunque este término algunas veces aparece en la Biblia como algo positivo, vamos a concentrarnos en el sentido negativo cuando se trata de un deseo pecaminoso.

En Proverbios 6:25 leemos en relación con la prostituta: “no codicies su hermosura en tu corazón” y utiliza la misma palabra que en Éxodo. 20:17. Lo que pasa es que a veces la línea de separación entre un deseo correcto y una codicia pecaminosa es muy fina. La advertencia de este mandamiento no va en contra de desear, sino de codiciar lo que pertenece al prójimo.

Dios cubre las principales áreas de la vida del prójimo: la casa y al tierra es una referencia a la propiedad, la mujer alude al matrimonio quebrantando a la vez el séptimo mandamiento; los siervos tienen que ver con los medios de producción ya que eran obreros de la hacienda; los animales eran la medida de los bienes de un hombre y a su capacidad de comerciar, por tanto, una referencia a la riqueza y la posición social.

No han cambiado mucho las cosas desde entonces. Nuestro problema en occidente no es lo que poseemos, sino que los demás tengan más que nosotros. La publicidad nos lava el cerebro para que tengamos cada vez más cosas. La codicia no consiste necesariamente en querer algo, sino en querer algo más del prójimo que no tenemos nosotros.

El Señor nos manda “NO CODICIARÁS”. Es verdad que esta expresión no se refiere a una acción, pero si es una actitud o una disposición del corazón que conduce finalmente a la acción.

NO CODICIARÁS LA MUJER DEL PRÓJIMO. 

Cuando habla de mujer, no sólo se refiere al hombre que codicia una mujer; sino que también está hablando a la mujer que codicia a un hombre. Dios nos ordena a no hacerlo; porque la codicia es el vehículo al pecado.

Mateo 5:28. “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”.

Si el demonio de la codicia está atacándote en estos momentos y tienes pensamientos eróticos con otra persona que ya tiene su dueño; primero ALÉJATE DE ÉL O ELLA , no le dirijas la palabra, bloquéala de tus contactos y luego pídele al Señor que te ayude a sujetar tus instintos carnales para comenzar a vivir una vida en el Espíritu.

Pablo dijo en Gálatas 5:16. “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne”.

Conclusión:

F. Ridderus, teólogo holandés, ha dicho: “si medimos por lo externo, el fariseo parece un santo; si estudiamos lo interno, el mejor de los santos merece el infierno. La culpa está oculta en lo más profundo del corazón, bajo todos los deseos que se convierten en un plan que tratamos de hacer realidad”. Codiciar tiene que ver con este deseo oculto antes de actuar.

ORACIÓN.

Señor, hoy pongo en una bandeja mi corazón para que tú lo cambies, son muchas las veces que he hecho cosas con las intenciones incorrectas, te pido perdón y me arrepiento, más que todo ayúdame a cambiar, sana mi corazón. Reprendo el demonio de Dalfón sobre mi vida y mis intenciones equivocadas, me arrepiento y te pido perdón.

Reprendo también de mi vida al demonio Asfata, y rompo con toda Avaricia, hoy viene la generosidad de Dios sobre mi, no voy a dejar de ir a aprender de la Biblia en mi iglesia, solo por el afán de tener más y más dinero y riquezas y Reprendo también con el demonio de Porata y rompo con toda lujuria, lascivia y codicia que pueda estar llevándome a pecar, los reprendo en el nombre de Jesús, y me declaro libre, Amen y amen.

© Moreiba Cabrera. todos los derechos reservados.

Central de Sermones … Estudios Bíblicos

Tambien leer: Los 10 hijos de Amán

Deja un comentario