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¿Por qué diezmó Abraham?

Estudios Bíblicos

Estudios Bíblicos Predica de Hoy: ¿Por qué diezmó Abraham?

Introducción

Tuve una pequeña discusión a través de los comentarios acerca del estudio bíblico titulado: “Los diezmos“. Donde el hermano insiste en que el diezmo es una obligación para la iglesia cristiana, y cito Génesis 26:5 para probar su punto, diciendo: “Abraham dio su diezmo y Dios dijo: “porque Abraham me obedeció, y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes”. Pero la realidad es que ese versículo que él uso para tratar de defender su punto fue tomado completamente fuera de contexto, ya que este versículo forma parte de la promesa de Dios a Isaac.

Cuando le conteste que estaba equivocado, el hermano me contesto diciendo: “¿Qué obedeció Abraham? Respuesta: lo que Dios le mostró a Abraham: sus Ordenanzas, Mandamientos, Estatutos y Leyes Todo no escrito… ¿Por qué diezmó Abraham?”

Pero con esta respuesta este hermano cometió uno de los errores más grandes que muchos cometen. Con esa declaración él no solo tomo el versículo completamente fuera de contexto, sino que esta añadiéndole a la palabra de Dios. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque el versículo que él uso no tiene nada que ver con lo que es el diezmo que tantas iglesias exigen.

Bueno, eso es una pequeña descripción de la pequeña discusion que tuvimos, pero encontré el tema interesante así que con el propósito de educar a este hermano, y a todos aquellos que están en busca de la verdad decidí explorar el tema: ¿Por qué diezmó Abraham?

Así que hoy vamos a examinar la vida de uno de los personajes más emblemáticos de la Biblia: Abraham. Este hombre de fe inquebrantable es conocido por muchos actos de obediencia a Dios, uno de los cuales es el diezmo. Pero, ¿por qué diezmó Abraham? ¿Qué nos enseña su acto de diezmar sobre nuestra relación con Dios?

Ahora bien, la historia del diezmo de Abraham la encontramos en Génesis 14:20 cuando leemos: “Y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abraham los diezmos de todo.¿Qué fue lo que sucedió aquí?

Lo que sucedió aquí es que después de una batalla en la que Abraham rescató a su sobrino Lot, Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abraham. En respuesta a esta bendición y en reconocimiento a Dios, Abraham dio a Melquisedec un diezmo de todo lo que tenía (Génesis 14:18-20).

Pero, ¿por qué diezmó Abraham?

La respuesta a esta pregunta radica en su fe y gratitud hacia Dios. Abraham no diezmó porque la ley lo requería; de hecho, la ley del diezmo no se estableció hasta mucho después, en el tiempo de Moisés (Deuteronomio 14:22-29). Abraham diezmó como un acto de adoración y agradecimiento a Dios, quien le había dado la victoria en la batalla.

La historia del diezmo de Abraham nos enseña varias lecciones importantes. Primero, nos muestra que nuestra relación con Dios debe estar basada en la fe y la gratitud, no en la obligación. Al igual que Abraham, debemos dar a Dios no porque la ley nos lo exija, sino porque estamos agradecidos por sus bendiciones y queremos honrarlo.

Segundo, nos enseña que el diezmo es una forma de reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios (Deuteronomio 10:14; Romanos 11:36). Cuando Abraham dio el diezmo, él estaba reconociendo que la victoria en la batalla y todas sus posesiones eran regalos de Dios.

En el Nuevo Testamento en 2 Corintios 9:7, el apóstol Pablo nos recuerda: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” Este versículo refleja la actitud de Abraham hacia el diezmo. Abraham no dio por obligación o por necesidad, sino dio con un corazón alegre y agradecido.

Entonces, ¿por qué diezmó Abraham? Lo hizo como un acto de fe, gratitud y reconocimiento a Dios. Y al igual que Abraham, estamos llamados a dar con un corazón agradecido, reconociendo que todo lo que tenemos es un regalo de Dios. Ahora, pasemos a nuestro primer punto principal.

I. La Fe de Abraham y el Diezmo

a. La Fe de Abraham: ¿Por qué diezmó Abraham?

Abraham es conocido en la Biblia como el padre de la fe, y su vida es un poderoso testimonio de una fe activa y obediente. Esto es algo que queda bien ilustrado en Hebreos 11:8 donde leemos: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba“. Esta declaración revela la naturaleza dinámica de la fe de Abraham y cómo se manifestó en su obediencia total.

Así que la fe de Abraham no se limitaba a una creencia pasiva o abstracta, sino que se evidenciaba en su disposición para seguir a Dios incluso en circunstancias inciertas y desafiantes.

Dios le llamó a salir de su tierra y dirigirse a un lugar desconocido que Él le mostraría. Sin embargo, Abraham confió plenamente en Dios y obedeció, dejando atrás su comodidad y seguridad.

En Génesis 12:4, leemos: “Y se fue Abram, como Jehová le dijo“. Esta obediencia inmediata y total de Abraham revela su confianza en la promesa de Dios, y su disposición a seguirlo sin titubear. Su fe activa se reflejo en su obediencia práctica.

Abraham también demostró una fe activa y obediente en la disposición de Isaac. En Génesis 22:2, Dios le pidió que ofreciera a su hijo Isaac como sacrificio. Aunque esto parecía contradictorio con la promesa de Dios de hacer de Isaac una gran nación, Abraham no dudó en obedecer. Su fe en Dios era tan profunda que creía que incluso si Dios le pedía sacrificar a su hijo, Él proveería una solución.

En el Nuevo Testamento en Hebreos 11:17-19, se resalta la fe sobresaliente de Abraham en esta prueba: “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.” La fe de Abraham trascendió las circunstancias y confió en la fidelidad y el poder de Dios.

La vida de Abraham nos enseña que la fe verdadera se manifiesta en la obediencia activa. No se trata solo de creer intelectualmente en Dios, sino de confiar en Él lo suficiente como para obedecer Sus mandatos, incluso cuando no entendemos completamente. La fe de Abraham es un ejemplo inspirador para nosotros, desafiándonos a confiar en Dios y seguirlo con obediencia radical.

b. La Obediencia de Abraham: ¿Por qué diezmó Abraham?

La obediencia de Abraham es un testimonio poderoso de su relación íntima con Dios, y su disposición a honrarlo en todas las áreas de su vida. Una de las manifestaciones más destacadas de su obediencia fue su disposición a dar el diezmo a Melquisedec, a pesar de que la ley del diezmo no existía.

En el Nuevo Testamento en Hebreos 7:1-4, leemos acerca de Melquisedec, quien era tanto rey como sacerdote del Dios Altísimo. Este personaje misterioso bendijo a Abraham después de su victoria en la batalla y Abraham respondió entregándole el diezmo de todo lo que tenía. ¿Por qué diezmó Abraham? Abraham no diezmó por obligación.

Abraham diezmó porque él comprendió que todo lo que poseía provenía de Dios y deseaba honrarlo con sus posesiones. Esto es algo que queda muy bien reflejado en Génesis 14:20, cuando Abraham declara: “y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo“. Esta acción de dar el diezmo fue un acto voluntario y generoso, basado en la comprensión de que todo lo que tenía era un regalo de Dios.

Lecciones importantes: ¿Por qué diezmó Abraham?

Primero, muestra su reconocimiento de la soberanía de Dios como el dador de todas las cosas. Dios es quien nos da la capacidad de obtener riquezas (Deuteronomio 8:18), y Abraham entendió esto y respondió con gratitud y obediencia.

Además, el acto de dar el diezmo demuestra la prioridad que Abraham le dio a su relación con Dios. Al entregar una décima parte de sus posesiones, mostró que Dios era el primero en su vida y que confiaba en Él como su proveedor y sustentador.

En Mateo 6:33 el Señor nos exhorta a buscar primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas nos serán añadidas. Abraham vivió este principio al dar el diezmo, reconociendo que al poner a Dios en primer lugar, Él cuidaría de todas sus necesidades.

c. El Diezmo de Abraham: ¿Por qué diezmó Abraham? (Génesis 14:20)

El diezmo de Abraham a Melquisedec fue un acto de adoración y reconocimiento a Dios. NO fue un acto de obligación legal, sino un acto de gratitud y fe.

El diezmo que Abraham entregó a Melquisedec fue un acto profundamente significativo de adoración y reconocimiento a Dios. No me canso de repetir esto, comprendamos que ¡el diezmo de Abraham NO fue motivado por una obligación legal!, sino por la gratitud y la fe de Abraham.

El diezmo de Abraham fue un acto de adoración hacia Dios. Al dar una décima parte de todo lo que poseía, Abraham estaba expresando su reverencia y honra al Dios Altísimo. ¿Estas obligado tu a entregar el diezmo? Absolutamente NO, pero en Proverbios 3:9-10, se nos insta a honrar a Dios con nuestras posesiones y a reconocerlo como el proveedor de nuestras vidas.

Hermanos, el diezmo de Abraham fue un acto de reconocimiento de la fidelidad y el poder de Dios. Después de la victoria en la batalla, Melquisedec bendijo a Dios diciendo: “Bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano“.

Al dar el diezmo, Abraham reconocía que su éxito y prosperidad eran resultado de la intervención divina. Este acto de gratitud y reconocimiento está en línea con el mandato en 1 Tesalonicenses 5:18 de dar gracias en todas las circunstancias.

No me canso de repetir esto, deseo que esto quede grabado en nuestras mentes: ¡Abraham dio el diezmo antes de que la ley del diezmo fuera instituida en el tiempo de Moisés!. Al hacer esto Abraham nos muestra con claridad que su acto no estaba basado en una obligación legal, sino en una fe arraigada en la confianza en Dios. En Romanos 4:3, se nos recuerda que Abraham creyó en Dios y eso le fue contado como justicia. Su acto de dar el diezmo reflejó su fe en la provisión y el cuidado de Dios.

Aplicación

¿Cómo se aplica esto a nuestras vidas hoy? Al igual que Abraham, estamos llamados a vivir una vida de fe y obediencia. Esto puede tomar muchas formas, incluyendo cómo usamos nuestras posesiones. Aunque la ley del diezmo no se aplica a los creyentes bajo el Nuevo Pacto, la actitud de Abraham hacia el diezmo – una actitud de fe, gratitud y reconocimiento a Dios – es un ejemplo para nosotros.

II. El Nuevo Pacto y el Diezmo

a. La Ley y la Gracia

Bajo el antiguo pacto, la ley de Moisés establecía claramente la obligación de los israelitas de dar el diezmo. Sin embargo, con la venida de Jesucristo y el establecimiento del Nuevo Pacto, experimentamos un cambio fundamental en nuestra relación con Dios. Ahora vivimos bajo la gracia, y no bajo la ley.

En Romanos 6:14, el apóstol Pablo nos enseña: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia“. Esta declaración poderosa destaca que nuestra posición como creyentes ha cambiado. Ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia de Dios. La gracia nos otorga perdón, salvación y libertad.

La ley del diezmo era una parte integral de la antigua dispensación, diseñada para el pueblo de Israel en un contexto específico. La ley del diezmo se estableció en el contexto del antiguo Israel y estaba destinada a respaldar el sostenimiento de los levitas y los servicios religiosos en el tabernáculo o más tarde en el templo.

Sin embargo, el Nuevo Pacto nos ofrece una relación transformada con Dios, basada en Su gracia y amor incondicional. Jesús cumplió la ley y nos liberó de su obligación.

Es por eso que en Efesios 2:8-9, el apóstol Pablo nos recuerda: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe“. Nuestra salvación y relación con Dios no se basan en nuestras obras, como cumplir con la ley del diezmo, sino en la gracia de Dios manifestada a través de la fe en Jesucristo.

Además, en Gálatas 3:24-25, se nos explica el propósito de la ley en el contexto del nuevo pacto: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo“. La ley nos guió y nos condujo a Cristo, pero una vez que hemos llegado a Él, ya no estamos bajo la tutela de la ley.

b. La Libertad en Cristo

En Cristo, experimentamos una libertad transformadora. Ya no estamos bajo la obligación de seguir la ley del diezmo como se estableció en el Antiguo Testamento. En cambio, somos llamados a dar generosamente según lo que hemos decidido en nuestro corazón, con alegría y gratitud hacia Dios.

Esto es algo que el apóstol Pablo deja claramente declarado en 2 Corintios 9:7, donde leemos: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” Este versículo destaca la libertad que tenemos en Cristo para decidir cuánto daremos y cómo lo daremos. Nuestra generosidad debe provenir de una decisión personal, guiada por el Espíritu Santo, y no por la obligación legal.

Además, en Gálatas 5:1 el apóstol Pablo también nos dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Cristo nos liberó de la esclavitud de la ley, incluyendo la obligación del diezmo. Ahora vivimos en la libertad que Él nos ha otorgado.

Así que el énfasis no está en la cantidad exacta que debemos dar, como tantos predicadores exigen, sino en el corazón detrás de nuestra generosidad. En 2 Corintios 8:12, se nos anima: “Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene.” Dios mira el corazón del dador y valora la disposición y la actitud de alegría en la generosidad, en lugar de enfocarse exclusivamente en la cantidad.

La libertad en Cristo nos permite considerar nuestras propias circunstancias y capacidades al dar. Es por eso mismo que en Lucas 21:3-4, Jesús elogia a la viuda que dio dos pequeñas monedas, afirmando que ella había dado más que todos los demás, porque dio de su necesidad. Con esto aquí el Señor ilustra que la medida de nuestra generosidad no es necesariamente proporcional a la cantidad, sino a la actitud de entrega y sacrificio.

c. El Principio del Diezmo

Aunque como creyentes del Nuevo Pacto no estamos bajo la obligación de seguir la ley del diezmo, el principio subyacente del diezmo sigue siendo relevante y aplicable en nuestras vidas. Este principio se basa en reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios y en dar con un corazón agradecido y generoso.

En Malaquías 3:10, un versículo grandemente explotado por aquellos que demandan el diezmo, encontramos que se nos dice: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” Aunque este versículo está en el contexto del antiguo pacto, en el encontramos el principio de confiar en Dios y ponerlo primero en nuestras finanzas.

Además, en 1 Crónicas 29:14, el rey David dice: “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.” Este versículo enfatiza la actitud de reconocer que todo lo que tenemos proviene de Dios. No somos dueños absolutos de nuestras posesiones, sino administradores de los recursos que Dios nos ha confiado.

El principio del diezmo nos desafía a dar con un corazón agradecido y generoso, reconociendo que Dios es el proveedor de todas nuestras necesidades. Es por eso que en 2 Corintios 9:6, Pablo nos anima diciendo: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.” Nuestro enfoque debe ser sembrar en generosidad, sabiendo que Dios honrará nuestra entrega con abundante bendición.

La aplicación práctica de este principio puede variar según nuestras circunstancias y la dirección del Espíritu Santo en nuestras vidas. Podemos optar por contribuir en el sostenimiento de la obra de Dios, y apoyar a aquellos que se dedican al ministerio. También podemos buscar oportunidades para ayudar a los necesitados, y ser generosos con aquellos que nos rodean.

Aunque la ley del diezmo no se aplica a nosotros, el principio detrás del diezmo de reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios y dar con un corazón agradecido sigue siendo relevante en nuestras vidas.

Aplicación

¿Cómo podemos aplicar estos principios a nuestras vidas? Podemos reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios y usar nuestras posesiones para honrar a Dios. Podemos dar con un corazón alegre, no por obligación, sino por gratitud. Y podemos vivir en la libertad que tenemos en Cristo, sabiendo que no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia.

III. La Generosidad Cristiana

a. La Generosidad en el Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento nos insta a vivir vidas de generosidad, siguiendo el ejemplo de Jesús y reconociendo que es más bienaventurado dar que recibir. En Hechos 20:35, Pablo cita las palabras de Jesús: “Más bienaventurado es dar que recibir“. Estas palabras nos muestran la actitud que debemos tener hacia nuestras posesiones y cómo debemos relacionarnos con los demás.

En 2 Corintios 9:6-7, Pablo nos anima a sembrar generosamente: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” Estos versículos resaltan la importancia de dar generosamente y con alegría, sabiendo que Dios ama a aquellos que dan con un corazón alegre.

En 1 Timoteo 6:17-18, Pablo exhorta a los ricos a ser generosos y compartir con los demás: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. 18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos“.

Además, en 2 Corintios 8:2-3, Pablo destaca el ejemplo de generosidad de los creyentes en Macedonia: “Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas“.

Estos versículos del Nuevo Testamento nos revelan la importancia de la generosidad en la vida del creyente. No se trata solo de dar, sino de dar con alegría y generosidad, reconociendo que todo lo que tenemos es un regalo de Dios y que Él nos llama a ser administradores fieles de esos recursos.

Pero recordemos que la generosidad no se limita solo a nuestras posesiones materiales, sino que también incluye compartir nuestro tiempo, talentos y recursos espirituales con los demás. Podemos ser generosos al ofrecer palabras de ánimo, apoyo emocional y oración a quienes nos rodean.

b. La Generosidad de los Creyentes Primitivos

La generosidad de los creyentes primitivos fue un testimonio poderoso de su compromiso con el amor y el cuidado mutuo dentro de la comunidad cristiana. En Hechos 2:45, se nos relata que vendían sus propiedades y bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Esta actitud radical de generosidad trascendió cualquier obligación legal y demostró su profundo compromiso con la solidaridad y el apoyo mutuo.

En 2 Corintios 8:2-4, el apóstol Pablo nos habla de la generosidad de los creyentes macedonios, quienes, a pesar de su propia pobreza y tribulación, se desbordaron en riquezas de generosidad. Estos creyentes dieron más allá de sus fuerzas, ofreciendo sus ofrendas voluntariamente y con gran gozo. Su ejemplo nos inspira a considerar la generosidad como un acto de amor y gratitud hacia Dios y hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

La generosidad de los creyentes primitivos nos desafía a examinar nuestras actitudes hacia nuestras posesiones y a considerar cómo podemos ser generosos con los demás. Esta generosidad va más allá de simplemente cumplir con un requisito legal o dar un diezmo establecido, sino que implica un corazón dispuesto a dar todo lo que tenemos para satisfacer las necesidades de los demás.

c. La Generosidad y la Fe

La generosidad y la fe están intrínsecamente ligadas. Cuando somos generosos, estamos demostrando nuestra fe en Dios y en Su provisión. Así como Abraham demostró su fe a través de su disposición a dar el diezmo, nosotros también podemos demostrar nuestra fe a través de nuestra generosidad.

En Hebreos 11:6 se nos enseña: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan“. Nuestra generosidad revela nuestra confianza en Dios como el proveedor de todas nuestras necesidades y nuestra convicción de que Él nos recompensará.

Además, en 2 Corintios 9:8, se nos asegura: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra“.

Cuando somos generosos, confiamos en la promesa de que Dios suplirá todas nuestras necesidades. Nuestra generosidad se convierte en una manifestación tangible de nuestra fe en Su fidelidad y provisión.

En Lucas 6:38, Jesús nos anima a dar con generosidad: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir“. Este versículo nos muestra que nuestra generosidad será recompensada y que Dios multiplicará nuestra semilla sembrada.

La generosidad también es una respuesta agradecida al amor y la gracia de Dios. En 2 Corintios 9:15, Pablo declara: “¡Gracias a Dios por su don inefable!“. Nuestra generosidad es una expresión de gratitud hacia Dios por todo lo que Él ha hecho por nosotros.

Aplicación

¿Cómo podemos ser generosos en nuestras vidas? Podemos buscar oportunidades para dar a los demás, ya sea a través de nuestras finanzas, nuestro tiempo o nuestros talentos.

Podemos dar con un corazón alegre, sabiendo que es más bienaventurado dar que recibir. Y podemos demostrar nuestra fe a través de nuestra generosidad, siguiendo el ejemplo de Abraham y de los creyentes primitivos.

Conclusión

Entonces, ¿por qué diezmó Abraham? Lo hizo como un acto de fe, gratitud y reconocimiento a Dios. Aunque la ley del diezmo no se aplica a nosotros como creyentes bajo el Nuevo Pacto, podemos aprender mucho del ejemplo de Abraham.

Estamos llamados a vivir una vida de fe y obediencia, reconociendo que todo lo que tenemos viene de Dios. Estamos llamados a dar con un corazón alegre, no por obligación, sino por gratitud. Y estamos llamados a ser generosos, buscando oportunidades para dar a los demás y demostrar nuestra fe a través de nuestra generosidad.

Hermanos, yo no estoy en contra de recibir ofrendas de amor, después de todo, ninguna congregación se puede sostener sin la ayuda financiera de sus miembros, pero ningún pastor o líder debe exigir el diezmo. ¡Esto no es bíblico!

En ningún lugar en la biblia podemos encontrar que Jesucristo, los apóstoles, y los discípulos enseñaron la obligación del diezmo. Aunque el diezmo era una práctica común en el antiguo Israel bajo la ley de Moisés, no se menciona directamente como una obligación para los seguidores de Jesús en el Nuevo Testamento.

Así que a pesar de que los cristianos NO estamos obligados a entregar el diezmo, de la historia de Abraham obtenemos el principio para entregar una buena ofrenda, esto es el diez por ciento de nuestros ingresos. 

Es mi oración que la historia de Abraham y su diezmo nos inspire a vivir con la misma fe, gratitud y generosidad en nuestras propias vidas. Y que recordemos siempre las palabras de Jesús: “Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35).

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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