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La Pascua: Resurrección de Jesús

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: La Pascua – Resurrección de Jesús

Predica Cristiana Lectura Bíblica: Mateo 28:1-20

Introducción

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos reunimos para explorar tres verdades fundamentales que son el núcleo de nuestra fe. En el corazón de nuestra creencia cristiana se encuentra la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, un evento que cambió el curso de la historia y nos brindó un mensaje de esperanza eterna.

Comencemos nuestra reflexión con “La Tumba Vacía y el Mensaje de Esperanza”. Imaginen la sorpresa de aquellas mujeres que visitaron la tumba de Jesús, solo para encontrarla vacía. Esta sorpresa nos revela que la muerte no tiene la última palabra y que Jesús nos ofrece la promesa de vida eterna. A medida que profundicemos en este pasaje, descubriremos cómo la resurrección de Cristo llena nuestras vidas de esperanza y nos inspira a compartir esta esperanza con otros.

Luego, nos adentraremos en “La Gran Comisión y la Misión de la Iglesia”. Jesús nos dio un mandato claro de llevar el evangelio a todas las naciones, haciendo discípulos y enseñándoles a obedecer Sus mandamientos. Esta Gran Comisión es esencial para la misión de la Iglesia, y exploraremos cómo podemos cumplirla con pasión y compromiso.

Por último, profundizaremos en “La Autoridad de Jesús y Nuestra Obediencia”. Jesús proclamó que toda autoridad le ha sido dada en el cielo y en la tierra. Como creyentes, debemos someternos a Su señorío y vivir en obediencia a Sus enseñanzas y mandamientos. Descubriremos cómo nuestra obediencia es una respuesta de amor y gratitud hacia nuestro Salvador.

I. Pascua: La Tumba Vacía y el Mensaje de Esperanza

La historia comienza con el asombro de las mujeres que van a visitar la tumba de Jesús. Ellas llevan especias aromáticas para ungir Su cuerpo, pero se encuentran con algo inesperado: la tumba está vacía. Imaginen su sorpresa al ver que la piedra que cerraba la tumba había sido rodada. Esto nos lleva a un momento crucial en la historia de la humanidad: la resurrección de Jesús.

Este evento es la piedra angular de nuestra fe. Nos revela que la muerte no tiene el último poder sobre nosotros. Jesús venció la muerte y nos ofrece la promesa de vida eterna. La tumba vacía nos dice que no debemos temer, porque Él está vivo. Como un amanecer lleno de esperanza, esta historia nos muestra que la oscuridad de la noche puede ser vencida por la luz de la vida.

El ángel en la tumba nos dice: “No está aquí, pues ha resucitado“. Estas palabras son un eco de la promesa de Jesús de que estaría con nosotros siempre, incluso hasta el fin del mundo. Su resurrección es la prueba de Su divinidad y la garantía de nuestra salvación. En 1 Corintios 15:20, aprendemos que Jesús es las primicias de los que duermen, lo que significa que Su resurrección es el inicio de una cosecha que incluye a todos los creyentes. Esto debe llenarnos de gozo y expectativa mientras esperamos nuestra propia resurrección.

a. Resurrección de Jesús: La tumba vacía (vers. 1-7)

Nos revela que Jesús ha vencido la muerte. Imaginen el asombro de las mujeres al encontrar la tumba vacía, y un ángel les dijo: “No temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado”. Esto nos muestra que la muerte no tiene la última palabra.

b. La promesa de la resurrección (vers. 18-20)

Nos llena de esperanza. Jesús nos dice: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo“. Esta promesa nos recuerda que no importa cuán difíciles sean nuestras circunstancias, Él está con nosotros.

c. La resurrección como fuente de esperanza (1 Corintios 15:20)

Nos muestra que Jesús es las primicias de los que duermen. Así como Él resucitó, también nosotros resucitaremos. Esta verdad debe llenarnos de gozo y expectativa.

Aplicación

Después de reflexionar sobre la tumba vacía y el mensaje de esperanza que encontramos en la resurrección de Jesús, debemos considerar cómo esta verdad impacta nuestras vidas diarias.

Primero, recordemos que la muerte no tiene poder sobre nosotros. La resurrección de Jesús nos libra del temor a la muerte y nos llena de confianza en Su promesa de vida eterna. Cuando enfrentemos momentos difíciles o pérdidas, recordemos que Jesús venció la muerte y que podemos confiar en Él.

Segundo, compartamos esta esperanza con otros. Como seguidores de Jesús, tenemos la responsabilidad de llevar este mensaje de vida eterna a quienes nos rodean. A medida que vivamos con esperanza, inspiremos a otros a buscar a Jesús y experimentar Su resurrección en sus vidas.

Finalmente, vivamos con gozo y expectativa, sabiendo que un día resucitaremos en Él. Esta esperanza debe impactar la forma en que vivimos, amamos y servimos a los demás. Que nuestra vida refleje la alegría de la resurrección y la esperanza de una eternidad con nuestro Salvador.

II. La Gran Comisión y la Misión de la Iglesia

La Gran Comisión es el mandato final que Jesús dio a Sus discípulos antes de ascender al cielo. En los verss. 18-20, Jesús les dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Este mandato es esencial para la misión de la iglesia. Jesús nos llama a hacer discípulos, no solo convertir a las personas, sino también enseñarles a obedecer Sus mandamientos. El bautismo simboliza la identificación con Cristo y Su muerte y resurrección. Es un paso importante en la vida de un creyente.

La Gran Comisión nos recuerda que la tarea de la iglesia es global. No estamos limitados por fronteras ni barreras culturales. Debemos llevar el evangelio a todas las naciones. Esto implica tanto la evangelización como la enseñanza. No solo compartimos las buenas noticias, sino que también discipulamos a aquellos que creen en Jesús.

a. La Gran Comisión (vers. 16-18)

Es un llamado a difundir el evangelio. Jesús nos ordena: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones“. Debemos llevar el mensaje de salvación a todo el mundo.

b. Bautizando y enseñando (vers. 19-20)

Es parte esencial de nuestra misión. No solo debemos predicar, sino también discipular y enseñar a los nuevos creyentes. El bautismo simboliza nuestra identificación con Cristo.

c. La promesa de Su presencia (vers. 20)

Nos asegura que Jesús está con nosotros mientras cumplimos esta misión. No estamos solos en esta tarea crucial.

Aplicación

La Gran Comisión es un llamado urgente para la misión de la Iglesia en todo el mundo. Como discípulos de Jesús, debemos tomar en serio este mandato divino.

Primero, comprometámonos a difundir el evangelio a todas las naciones. No importa dónde vivamos, cada uno de nosotros tiene un papel en compartir las buenas nuevas de Jesús. Comencemos en nuestro entorno cercano y extendamos nuestra influencia hacia lugares más lejanos.

Segundo, comprendamos que hacer discípulos implica más que solo convertir a las personas. Debemos también enseñarles a obedecer los mandamientos de Jesús. Esto significa que debemos ser ejemplos vivientes de Su amor y verdad en nuestras vidas diarias.

Tercero, recordemos siempre la promesa de Jesús de estar con nosotros en esta misión. No estamos solos en este llamado. Jesús nos fortalecerá y nos guiará mientras cumplimos la Gran Comisión.

III. La Autoridad de Jesús y Nuestra Obediencia

La tercera verdad fundamental que debemos comprender es la autoridad de Jesús y nuestra obediencia a ella. En el vers. 8, El Señor declaró: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.” Esta declaración es asombrosa. Jesús reclama autoridad sobre todo, tanto en el cielo como en la tierra. No hay ningún lugar ni dominio que esté fuera de Su autoridad.

Cuando reconocemos la autoridad de Jesús, debemos someternos a Su señorío en nuestras vidas. Esto implica la obediencia a Sus mandamientos y enseñanzas. Jesús nos ha dado instrucciones claras sobre cómo vivir una vida que honra a Dios y beneficia a los demás. Debemos seguir Sus enseñanzas y caminar en obediencia a Su Palabra.

Nuestra obediencia a Jesús no es solo un deber, sino también una respuesta de amor y gratitud. Él nos amó lo suficiente como para dar Su vida por nosotros en la cruz, y obedecer Sus mandamientos es nuestra manera de expresar nuestro amor y devoción a Él.

a. Jesús proclama Su autoridad (vers. 18)

Sobre el cielo y la tierra. Como Señor soberano, tenemos la responsabilidad de someternos a Su autoridad en todas las áreas de nuestras vidas.

b. La obediencia a Sus mandamientos (vers. 20)

Es una expresión de nuestro amor por Él. Jesús nos insta a obedecer todo lo que nos ha enseñado. Esto implica vivir según Sus principios y seguir Su ejemplo.

c. La bendición de la obediencia (Juan 14:15)

Nos muestra que si amamos a Jesús, obedeceremos Sus mandamientos. Esta obediencia nos acerca a Dios y nos llena de Su amor.

Aplicación

La autoridad de Jesús es absoluta, tanto en el cielo como en la tierra. Esta verdad tiene un profundo impacto en nuestras vidas y decisiones.

Primero, reconozcamos que Jesús es nuestro Señor y Salvador. Somos llamados a someternos a Su autoridad en todas las áreas de nuestras vidas. Esto implica la obediencia a Sus mandamientos y enseñanzas. Jesús nos ha dado instrucciones claras sobre cómo vivir una vida que honra a Dios y beneficia a los demás. Debemos seguir Sus enseñanzas y caminar en obediencia a Su Palabra.

Nuestra obediencia a Jesús no es solo un deber, sino también una respuesta de amor y gratitud. Él nos amó lo suficiente como para dar Su vida por nosotros en la cruz, y obedecer Sus mandamientos es nuestra manera de expresar nuestro amor y devoción a Él. Recordemos que la obediencia nos acerca a Dios y nos llena de Su amor.

Conclusión

Hermanos y hermanas, al reflexionar sobre estas verdades fundamentales, se nos presenta un llamado a la acción claro y poderoso. Recordemos que la muerte no tiene poder sobre nosotros, y compartamos esta esperanza con aquellos que nos rodean. Vivamos con gozo y expectativa, sabiendo que un día resucitaremos en Cristo.

Comprometámonos a cumplir la Gran Comisión, llevando el evangelio a todas las naciones y haciendo discípulos. No estamos solos en esta tarea, ya que Jesús prometió estar con nosotros siempre.

Finalmente, reconozcamos la autoridad de Jesús en nuestras vidas y obedezcamos Sus mandamientos con amor y devoción. Nuestra obediencia nos acerca a Dios y nos llena de Su amor.

Que estas verdades transformen nuestras vidas y nos inspiren a ser testigos apasionados del amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

© Sebastian Romero. Todos los derechos reservados.

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