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Los desiertos del cristiano

Si siente que camina en un desierto…!!

Taminango es un pueblecito humilde y dominado por la miseria, al sur de Colombia. Las casas de cartón, de láminas y de madera, evidencian que las personas que las habitan son extremadamente pobres. Pero lo más dramático es el enorme desierto que hay en la zona. Hace muchos años no cae una gota de agua. La tierra no produce nada. Las gentes se mueren de hambre.

Ante la gravedad de esta situación, sus habitantes han optado por salir a la carretera más próxima a pedir la ayuda de los pasajeros y conductores de los vehículos de carga. Extienden sus manos, y en casos extremos, se hacen acompañar de sus hijos, evidentemente enfermos y en desnutrición.

Los desiertos son terribles… El problema afecta cerca de un centenar de países de zonas geográficas tan diversas como china, Senegal, Turquía, Chile, Cuba, Yemen y el Líbano. Más de cien países de los cinco continentes y una superficie total de 3.600 millones de hectáreas, están amenazadas por la desertización, alertó recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

Pero ahora, vamos al plano práctico… ¿Su vida espiritual es un desierto?

Los desiertos son más frecuentes de lo que imaginamos. ¿Se ha sentido desanimado? ¿Considera que no vale la pena seguir orando? ¿Ir a la iglesia ya no tiene sentido para usted? ¿Ha pensado que el cristianismo es una mera forma de expresar una bondad y amor que no se viven? ¿Considera que quienes le rodean son un hato de hipócritas? Si sus respuestas son afirmativas como mínimo para dos de los anteriores interrogantes, lo más probable es que está atravesando por un prolongado desierto espiritual y emocional.

La Biblia dice que Dios convierte los desiertos en manantiales. “Vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra seca, en manantiales” (Salmo 107:35). Dios transforma las crisis que atravesamos. ¿Cómo lo hace? De una forma especial, como sólo Él sabe hacer las cosas. Su fuerza y su poder operan cambios sorprendentes en la existencia de las personas.

¿Qué se necesita? Dependa de Él. Los seres humanos fallamos, pero nuestro amado Creador jamás nos dejará abandonados. Decídase: si está atravesando una crisis, confíesela a Él y puedo asegurarle que las cosas no serán iguales desde ahora.

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