Omnisciencia de Dios

Aunque finjamos ante los demás ser alguien que en realidad no somos, ante Dios las máscaras no existen y lo que en realidad somos es revelado ante Él. Así como Dios conoce a cada uno, así conoce todas las cosas, su propósito.

Esto es difícil de procesar por nuestra mente, el conocimiento de Dios excede a todo conocimiento humano. Pero Dios es real, tan real como el aire que respiramos. Dios es desde la eternidad hasta la eternidad.

Seamos transparentes ante Él

Jesús dijo que no hay nada oculto que no haya de ser revelado. Ante Dios no nos podemos ocultar, ni siquiera los pensamientos. Pero Él quiere que con nuestra boca confesemos nuestras transgresiones y pecados.

Aunque ya las conoce, es una muestra de que estamos arrepentidos y las traemos delante de Él, sin ocultarlas. Aunque Él nos conoce desea que seamos transparentes delante de Él, en todas las cosas que hagamos.

Para hablar con Dios no debemos ir a determinado lugar o en determinada hora, como Dios está en todo lugar y todo lo sabe, podemos hablar con Él donde sea. Caminando en la calle podemos tener comunicación con nuestro Padre Celestial. Estando acostados en nuestra cama podemos hablarle. Estando sentados en la iglesia. Sea donde sea Dios nos puede escuchar y conoce nuestros pensamientos.

Ese tipo de comunión íntima Dios busca, que con intención le busquemos y sepamos que Él ya lo sabe todo. Confesemos y pidamos también con la ayuda del Espíritu Santo, pues es Dios y conoce todas las cosas, aún mejor que nosotros mismos. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe para pedir al Padre, pues puede interceder por nosotros en la forma en que debemos pedir.

Dios es Omnisciente

Ahora que sabemos que Dios está en todas partes y todo lo sabe debemos vivir de una manera transparente ante Él. Debemos conocerle y estar en comunicación con el Señor para vivir una vida que a Él le agrade.

Nuestra mente es un campo de batalla muchas veces, al que el enemigo ataca para intentar desviarnos del camino de Cristo. Por eso debemos constantemente llenarnos de su palabra, de cantos espirituales y de conversaciones de Dios. De esta manera cerramos los espacios para que lo que reine en nosotros sea únicamente el Dios Todopoderoso.

Dios nos conoce, vivamos en su presencia, haciendo lo que a Él le agrada. Sirvamos al Señor con gozo y con limpieza de corazón.

© Mauricio Alvarez. Todos los derechos reservados.

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