Lava tus pies

Ese fue el regalo de Jesús para la humanidad, el derramar su sangre para que a través de ese sacrificio pudiéramos obtener el perdón de nuestros pecados. 

Al venir a Jesucristo arrepentidos por una vida de maldad y le recibimos en nuestro corazón. Cuando con nuestra boca le pedimos perdón y le reconocemos como nuestro Señor y Salvador, la gloria de Dios viene sobre nuestra vida y recibimos el perdón de pecados.

Alguno podrá ver sus maldades pasadas y pensar que no es posible así recibir tan grande amor, pero así es el amor de nuestro Señor, excede a todo conocimiento y su amor es eterno.

Ese amor nos ha alcanzado y ahora tenemos de Dios el perdón de pecados, la misericordia de Dios nos ha alcanzado y a Él debemos dar gloria para siempre.

Aunque Jesús fue a la cruz por elección, pues siendo Dios no tenía por qué pagar por el pecado de toda la humanidad. Pero así lo hizo, así quiso redimirnos, así nos mostró su amor.

Lo que sucede cuando venimos a Jesús es que somos bañados por su sangre y esta nos limpia de todos nuestros pecados. Somos limpios completamente y una nueva vida empieza en nosotros.

Somos sumergidos en su amor y las manchas de nuestro pecado son eliminadas, ahora solo tenemos el color de su sangre en nuestra alma.

Lavarse solo los pies

Pedro después de las palabras de Jesús no solo le pide que le lave los pies, sino también las manos y la cabeza. Pero Jesús nuevamente lo corrige y le dice que no necesita lavarse sino solamente los pies, pues ya estaban limpios, solo necesitaban lavarse los pies. Pero Jesús aclara que no todos ellos están limpios, pue sabía que Judas le iba a traicionar.

El Señor ya nos ha perdonado, nos limpio de toda maldad, pero en nuestro caminar por el mundo de maldad, el polvo se pega en nuestros pies. Es necesario entonces solo lavarse los pies pues ya hemos sido perdonados de nuestros pecados.

No significa esto que volvemos a pecar y al cometer pecado tenemos ya el perdón de Dios, de ninguna manera.

Jesús le dijo a la mujer adúltera que no peque más, pero si hemos cometido faltas, si hemos sido contaminados por este mundo tenemos un abogado para con el Padre. Es necesario entonces constantemente lavarnos los pies, venir ante Dios y pedirle perdón.

También nos pide el Señor que así como lo hizo Él, lavemos los pies los unos a los otros. Su palabra nos aclara que debemos tratar de restaurar al hermano que ha pecado, así es como lavamos los pies los unos a los otros.

Debemos considerar que somos humanos y vulnerables también, por lo tanto debemos ser misericordiosos con los demás, así como Él nos ha enseñado.

Dios es bueno, hemos recibido su perdón, ya somos limpios y constantemente podemos venir delante de Él humillados y pedirnos que nos continúe limpiando por ese polvo que del mundo se pega en nuestros pies. Dios es bueno y su sangre nos limpia de toda maldad.

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

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