Servirlo con todo el corazón
Después de amarlo el servicio se vuelve algo fácil. Pues cuando amamos de corazón servimos de corazón. Servir a Dios es algo maravilloso, cuando sabemos que Dios puede usar nuestra vida para transformar la de otros y hacer maravillas a través nuestro.
Pero el servicio que dedicamos a Dios debe ser completo. Dios no quiere que nuestra devoción hacia Él sea a medias, que sirvamos a Dios pero que al mismo tiempo sirvamos a alguien más. Dios es celoso y requiere que nuestra entrega sea total [4]. Dios quiere todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo alineados y sirviendo a Dios con todas las fuerzas.
Muchas veces pensamos también que nuestras habilidades no son lo suficiente para servir a Dios, nos menospreciamos. Al comparar la obra maravillosa de Dios y nuestras limitadas habilidades pensamos que no podemos.
Pero es ahí donde Dios se glorifica, en nuestras debilidades [5]. Es importante saber que no es con nuestras fuerzas, no por nosotros mismos que hacemos las cosas, sino que cuando entregamos todo a Dios entonces Él obra a través nuestro.
El ser usado por Dios para beneficio de su obra nos llena de gozo. El saber que somos instrumentos del Señor para que su reino crezca. Dios nos dará recompensa cuando seamos útiles para su obra. Solo debemos estar seguros de darle a Él toda la gloria porque solo a Él le pertenece.
Guardar sus mandamientos
Dios nos ha dejado en Su palabra Sus mandamientos y estatutos. Debemos leerlos, aprenderlos y obedecerlos. Es necesario que conozcamos el carácter de Dios, el poder de Dios, pero también Sus mandamientos.
Dios nos recompensa cuando somos obedientes y le obedecemos en todo lo que nos pide [6], es por eso que nos dejó dicho que al obedecer tendremos bendiciones. Pero no solo bendiciones material, sino también espiritual. Dios nos quiere ver bien en todo sentido. Es por eso que los cristianos debemos ser gente feliz que en todo momento manifiesta un gozo particular.
Conclusión
Dios es nuestra felicidad, temamos Su poder, andemos en Sus caminos, amemos a Dios con todo nuestro ser, sirvamos con todo nuestro corazón y guardemos Sus mandamientos. Esto es lo que Dios quiere de cada uno de sus hijos. Cuando esto hagamos, no nos debe sorprender que seamos bendecidos en todas las cosas. Dios es bueno y dará buenas cosas a sus hijos. Seamos hijos fieles y obedientes de nuestro Padre Celestial.
[1] Isaías 33:22
[2] Juan 14:6
[3] Juan 3:16
[4] Deuteronomio 4:24
[5] 2 Corintios 12:9
[6] Deuteronomio 28:1-8
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