Jesús dijo que el que persevere hasta el fin será salvo. Porque vendrán luchas, vendrán pruebas pero los valientes perseveran hasta el final. Por eso debemos ser fieles hasta la muerte. Nada debe separarnos de ese amor maravilloso de Dios, sino ser perseverantes en su palabra hasta el día de nuestra muerte.
Así como Job, quien no negó al Señor, aunque recibió malas noticias, una tras otra, permaneció en el Señor. Aunque desapareció su alegría en un día, pero permaneció fiel a dios, porque la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento.
Así como los primeros cristianos que fueron encarcelados, pero aún en las cárceles, estando próximos a la muerte permanecían fieles porque la paz de Dios estaba en sus corazones.
Por eso es mejor estar en Dios que en el mundo, porque la paz de Dios viene sobre nosotros y nos llena aún en los momentos de dolor. El mundo puede sorprenderse de cómo Dios nos da paz aún en esos momentos. Porque la paz de Dios no es como la da el mundo, por eso solo Dios la puede dar sobre nosotros.
Quien confía (Salmos 62:1)
No hay en quien podamos confiar y nos cumpla, solo en Dios. Por eso el salmista dice que en Dios está puesta toda su confianza. El mundo nos falla, los seres humanos fallamos, pero Dios no puede fallar. Es por eso que toda nuestra confianza debe estar puesta solo en Dios.
Existen personas que confían en sus fuerzas o en otras personas, hay quienes confían en naciones o en la economía. Todos los que confían en organizaciones terminarán siendo defraudados. Pero quien confía en el Señor permanecerá para siempre, así como nuestro Dios. Quienes confían en el Señor recibirán de Él la paz, la seguridad, la salvación.
Solo en Dios confiamos, en Él está puesta nuestra esperanza. La eternidad, el poder y la gloria son del Señor y perseveramos en Él. Le obedecemos y ponemos por obra su palabra y Él nos bendice con su paz.
En quien nos fortalece (Salmos 18:1)
De Dios es nuestra fortaleza, a Él damos toda la gloria. No solo nos llena de su paz sino que nos fortalece para que perseveremos en su palabra y no nos desviemos de ella. Gracias a su Santo Espíritu tenemos la fortaleza para hacer su voluntad.
Dios nos guardará en su paz si permanecemos fieles a Él. Vale la pena, vale mucho la pena estar en Dios y sentir su protección, sentir su paz y vivir en ella para siempre.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.